Foro de Davos: Javier Milei arremete contra el wokismo

Fuente: FSSPX Actualidad

Intervención del presidente argentino Javier Milei en el Foro de Davos

El jueves 23 de enero de 2025, el presidente argentino Javier Milei pronunció un discurso en el Foro de Davos que dejó boquiabiertos a la mayoría de los participantes. Durante media hora, hizo una crítica feroz y sistemática del wokismo, acusando en particular al propio Foro de haberlo promovido y desarrollado.

Según varios periodistas presentes, la tensión era palpable cuando Javier Milei se acercó al micrófono para dirigirse a un público compuesto por jefes de multinacionales, banqueros, multimillonarios, políticos y la flor y nata de la intelectualidad en todo el mundo. Los organizadores habían anunciado la asistencia de 3,000 invitados.

El año pasado, el discurso del presidente argentino dejó atónitos en mayor o menor medida a los asistentes. Pero este año, mientras esperaban el discurso de Donald Trump por videoconferencia, los poderosos del mundo empezaban a ver cómo se apagaba su estrella. Cabe decir que no se sintieron decepcionados, cuando fueron encañonados y enfrentados por un Milei que les acusaba de ser los culpables de la decadencia de Occidente.

El hombre apodado "el león", por su melena, comenzó celebrando el hecho de no estar solo frente a "la hegemonía mundial absoluta de la izquierda en la política, en las instituciones educativas, en los medios de comunicación, en los organismos supranacionales o en foros como Davos", citando como "aliados" a Elon Musk, Giorgia Meloni, Victor Orban, Benjamin Netanyahu y Donald Trump.

Todo su discurso giró en torno a desmontar "el edificio ideológico del wokismo malsano", acusando a "foros como este han sido protagonistas y promotores de la agenda siniestra del wokismo que tanto daño le está haciendo a Occidente". Aunque no estemos de acuerdo con algunos elementos de su análisis, sigue siendo muy pertinente en muchos puntos.

Un cambio histórico

El presidente argentino ve una "época en la que se están reescribiendo las reglas" porque las fórmulas vigentes -a las que acusa de socialistas- desde hace décadas se han agotado. Pero para ello hay que eliminar "el virus mental de la ideología woke", que ha "colonizado las instituciones más importantes del mundo": partidos, estados, organizaciones mundiales, ONGs, universidades y medios de comunicación.

Javier Milei cree que el éxito de Occidente se debe a "una convergencia de valores fundamentales, el respeto a la vida, la libertad y la propiedad que hicieron posible el libre comercio, la libertad de expresión, la libertad religiosa y el resto de los pilares de la civilización occidental.

Este último utilizó el poder del Estado para distribuir la riqueza creada por el capitalismo. "Su justificación fue la siniestra, injusta y aberrante idea de la justicia social", añadió. En el corazón del sistema se encuentra la suposición de que la igualdad ante la ley no es suficiente, porque hay injusticias que necesitan ser corregidas - una mina de oro para los burócratas que aspiran a la omnipotencia.

El siguiente análisis es acertado: "De los derechos negativos a la vida, la libertad y a la propiedad, pasamos a una cantidad artificialmente infinita de derechos positivos. Primero fue la educación, luego la vivienda y, a partir de allí, cosas irrisorias como el acceso a Internet, la televisación del fútbol, el teatro, los tratamientos estéticos y un sinfín más de deseos que se transformaron en derechos humanos fundamentales, derechos que, por supuesto, alguien tiene que pagar. Y que solo pueden ser garantizados mediante la expansión infinita del aberrante Estado".

El wokismo y sus repercusiones

A continuación, "el león" dio su visión del wokismo: "un régimen de pensamiento único, sostenido por distintas instituciones cuyo propósito es penalizar el disenso, feminismo, diversidad, inclusión, equidad, inmigración, aborto, ecologismo, ideología de género, entre otros, son cabezas de una misma criatura cuyo fin es justificar el avance del Estado mediante la apropiación y distorsión de causas nobles".

A continuación atacó estas manifestaciones wokistas, empezando por el "feminismo radical", que "es una distorsión del concepto de igualdad y aún en su versión más benévola es redundante". Atacó el término "feminicidio", que crea un desequilibrio en la ley.

Luego pasó al "siniestro ecologismo radical y a la bandera del cambio climático". Explicó que "conservar nuestro planeta para las futuras generaciones es cuestión de sentido común, nadie quiere vivir en un basurero". Pero, añadió que el wokismo ha pasado a un ecologismo fanático en el que el ser humano es un cáncer que hay que eliminar".

Asimismo, señaló que "no es casualidad que estos mismos sean los principales promotores de la agenda sanguinaria y asesina del aborto, una agenda diseñada a partir de las premisas malthusianas de que la superpoblación va a destruir a la Tierra", premisa que ha sido adoptada hasta tal punto que la cuestión demográfica se ha convertido en problemática.

Luego continuó con la cuestión de género: "Desde estos foros se promueve la agenda LGBT, queriendo imponernos que las mujeres son hombres y los hombres son mujeres solo si así se autoperciben", citando algunos casos de los resultados aberrantes o monstruosos de esta ideología, añadiendo que "causan daños irreversibles a niños sanos".

Señaló que "si su familia no está de acuerdo, siempre habrá agentes del Estado dispuestos a interceder en favor de lo que ellos llaman el interés del menor". Y concluyó afirmando que "los escandalosos experimentos que hoy se realizan en nombre de esta ideología criminal serán condenados y comparados con aquellos ocurridos durante las épocas más oscuras de nuestra historia".

A continuación, vilipendió "el eterno victimismo siempre dispuesto a disparar acusaciones de homofobia o transfobia y otros inventos cuyo único propósito es intentar callar a quienes denuncian este escándalo del que las autoridades nacionales e internacionales son cómplices".

Nuevamente, en nombre del wokismo, "el mérito fue dejado de lado por la doctrina de la diversidad, que implica un retroceso hacia los sistemas nobiliarios de antaño. Se inventan cupos para cuántas minorías se les ocurra a los políticos, que lo único que hacen es atentar contra la excelencia de esas instituciones".

El wokismo "ha desvirtuado la causa de la inmigración", porque "como Occidente es la supuesta causa de todos los males de la historia, debe redimirse abriendo sus fronteras a todo el mundo, culminando necesariamente en una colonización inversa, que se asemeja al suicidio colectivo".

A continuación acusó al wokismo de querer "apoderarse de nuestro futuro", porque "al dominar las cátedras de las universidades más prestigiosas del mundo está formando las élites de nuestros países para impugnar y negar la cultura, las ideas y los valores que nos hicieron grandes, lesionando aún más nuestro tejido social".

Luego fustigó a sus oyentes: "Todas estas y otras aberraciones (...) son las que hoy amenazan a Occidente y son, lamentablemente, las creencias que instituciones como esta han promovido durante cuarenta años. Aquí nadie se puede hacer el inocente. Le han rendido culto por décadas a una ideología siniestra y asesina como si se tratara de un becerro de oro y han movido cielo y tierra para imponerla sobre la humanidad". 

Por último, criticó la visión moderna del Estado-partido: "Las funciones del Estado deben limitarse nuevamente a la defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad. Cualquier otra función que el Estado se arrogue será en detrimento de su tarea fundamental y culminará, inexorablemente, en el Leviatán omnipresente que hoy todos padecemos". Terminó con un llamamiento a todos los dirigentes mundiales para que se alejen del escenario de los últimos cuarenta años.

Una vez más, algunos elementos de este discurso pueden ser discutidos, pero la visión general del wokismo y su profunda influencia en los Estados, los organismos internacionales y la cultura está marcada por el sentido común.