Francia: ley sobre el fin de la vida, la infernal máquina de enmiendas

Fuente: FSSPX Actualidad

Los setenta y un diputados de la comisión especial encargada de examinar las enmiendas al texto relativo a la ley sobre el fin de la vida querían despejar la mente durante el largo puente festivo de la Ascensión: nada menos que 1,900 propuestas de modificaciones fueron presentadas el 7 de mayo de 2024 por los funcionarios electos del Palacio Borbón.

El 13 de mayo dichas propuestas comenzarán a examinarse para lograr una nueva redacción del texto que será la primera versión del proyecto, cuya presentación está prevista para el Hemiciclo a finales de mes. 

En lugar de un maratón, ¿no sería mejor llamarlo marcha fúnebre? Porque el acceso a la eutanasia para los menores de dieciocho años se menciona ahora en algunas de las enmiendas. Asimismo, varios diputados pretenden romper el dique del “pronóstico vital a medio plazo”, uno de los cinco “criterios de elegibilidad” para el suicidio asistido.

Por no hablar de la "ruptura de igualdad" que los promotores de la industria de la eutanasia agitan como una bandera roja para eliminar una de las pocas salvaguardias de un proyecto que ya ha traspasado en gran medida las líneas rojas: la prohibición de la eutanasia de un paciente elegible que ya no está en condiciones de confirmar su testamento vital.

Por parte de los cuidadores, la mayoría de los cuales se oponen a una ley sobre la eutanasia, hay desconfianza. Recientemente, la Asociación por el Derecho a Morir con Dignidad (ADMD) “filtró” una carta interna en la que se aseguraba que el proyecto actual es solo un paso antes de futuras ampliaciones. Lo que no sorprende a nadie: el aborto se despenalizó por primera vez en 1976, antes de ser consagrado hoy en la Constitución.

En este contexto, se darán algunas “migajas” a los diputados cautelosos, como la eliminación de la posibilidad de que un ser querido administre la poción letal: “Reconozco que probablemente sea muy difícil para los seres queridos llevar a cabo este acto. Es una carga psicológica muy pesada”, reconoció Catherine Vautrin, ministra de sanidad encargada del caso.

Otros diputados, para anestesiar la feroz oposición de los profesionales de la salud, proponen limitar la cooperación de los cuidadores estableciendo una “cláusula de conciencia colectiva” para descartar la eutanasia y el suicidio asistido en los establecimientos.

Geneviève Darrieussecq (MoDem) y Anne Vidal (Renaissance) proponen explorar la vía del voluntariado de los cuidadores que aceptan practicar la eutanasia, para plantear una alternativa a la cuestión de la cláusula de conciencia considerada demasiado divisiva.

En todos los casos, en nombre de una “ética del cuidado” que ha reemplazado a la moral natural, donde ahora solo importan el bienestar subjetivo y los sentimientos individuales, se niegan a ver esta nueva ruptura civilizacional que el poder consumará al aprobar un proyecto de ley sobre el fin de la vida.

En un momento en que se está aboliendo la pena de muerte, el Estado quiere reclutar miles de verdugos en los hospitales, que se sumarán a los que practican abortos.