Francisco desea una fecha de Pascua común para los cristianos

Tablas pascuales del calendario juliano y del calendario gregoriano
Durante la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, antes de su hospitalización, el Papa Francisco reafirmó su voluntad de llegar a un consenso para que todas las confesiones cristianas puedan celebrar la fiesta de Pascua el mismo día. Una tarea difícil si se tiene en cuenta que las controversias sobre la fecha de Pascua comenzaron en el siglo II...
"La Iglesia católica está dispuesta a aceptar la fecha en la que todos se hayan puesto de acuerdo: una fecha de unidad". El 25 de enero de 2025, el Papa Francisco renovó su deseo de que Oriente y Occidente se unan en una fecha, a falta de un credo común: la celebración de la Resurrección.
"Renuevo mi llamamiento para que esta coincidencia sirva de llamada a todos los cristianos a dar un paso decisivo hacia la unidad en torno a una fecha común para la Pascua", insistió el Papa, que señaló que este año el Domingo de Pascua será celebrado el mismo día por todos los cristianos.
El uso de la Iglesia romana de fijar la fecha de la Pascua el primer domingo después del plenilunio que sigue al equinoccio de primavera, fijado el 21 de marzo, tardó en imponerse. Por no hablar de la nueva división que surgió con la adopción del calendario gregoriano en Occidente.
Las primeras controversias pascuales se remontan al siglo II. Se desconoce exactamente cómo fijó la Iglesia la fecha; pero, como la Resurrección de Cristo fue cercana a la Pascua judía, se deduce que la fecha de la fiesta cristiana debió fijarse en relación con la fecha de la fiesta judía.
Desde principios del siglo II, el historiador señala la existencia de dos observancias. Una, seguida sobre todo en la Asia proconsular, celebraba la Pascua el día de la fiesta judía, el día 14 del mes de nisan, de ahí su nombre de observancia "cuartodécimana". La otra, basándose en el hecho de que el Salvador resucitó un domingo, celebraba la Pascua el domingo, probablemente el que sigue al 14 de nisan.
Durante la crisis del Decimocuarto Día, San Ireneo escribió al Papa Víctor una carta que nos aclara la actitud de la Iglesia Romana con respecto a la cuestión pascual en el siglo II: "Los sacerdotes [papas] que, antes de Sotero, presidieron la Iglesia que ahora diriges tú, Aniceto, Pío, Higino, Telesforo, Xisto, no observaban el 14 de nisan y no permitían que sus fieles lo observaran.
"No por ello se mostraron menos pacíficos con los fieles de las Iglesias de observancia cuartodécima que acudían a ellos; sin embargo, la oposición de los dos usos estaba presente y era más evidente. Nunca se excomulgó a nadie por esta razón. Los sacerdotes, tus predecesores, incluso enviaban la eucaristía a los de las iglesias de observancia cuatocismónica".
El historiador eclesiástico Sócrates (siglo V) señala que, en un principio, los judíos siempre celebraron la Pascua después del equinoccio. Tras la destrucción del Templo, los judíos dejaron de tener en cuenta el equinoccio en el cálculo de la Pascua. Por imitación, los cuartodecimanos siguieron esta práctica, lo que provocó muchas divisiones.
El Concilio de Nicea (325) abordó esta cuestión. La carta enviada por el concilio a la Iglesia de Alejandría explica: "Se ha llegado a un acuerdo con respecto a nuestra santísima Pascua. Todos nuestros hermanos de Oriente que no estaban de acuerdo en esto con los romanos, con vosotros y con aquellos que siguen vuestras costumbres desde el principio, celebrarán en adelante la Pascua al mismo tiempo que vosotros".
La carta enviada posteriormente por el emperador Constantino no es más explícita: se limita a decir que, de ahora en adelante, todos seguirán la costumbre pascual a la que se ajustan "la ciudad de Roma, Italia y toda África, España, Galia, Bretaña, toda Libia, Grecia, la diócesis de Asia, la de Ponto y Cilicia".
El acuerdo alcanzado en Nicea permitió que los obispos de Oriente, que hasta entonces celebraban la Pascua el domingo siguiente a la fiesta judía, se comprometieran a celebrarla el mismo día que todas las demás Iglesias, después del equinoccio, como en Roma y Alejandría. Parece que este acuerdo fue solo verbal: no se ha conservado ningún texto. Esto explica que la disputa durara hasta el siglo VIII.
Se reavivó tras la adopción del calendario gregoriano por la Iglesia en 1582. Se impone una explicación: la revolución de la Tierra alrededor del Sol se realiza en 365,2422 días; de ahí los años bisiestos para rectificar el desfase: cada cuatro años se añadía un día para compensarlo. Pero la rectificación se basaba en 365.25 días, con un exceso de 11 minutos al año.
Después de 1,500 años, se observó un retraso de diez días entre el calendario teórico y el calendario solar. En 1582, estos diez días se suprimieron entre el 4 y el 15 de octubre. El nuevo calendario, al modificar la fecha de Pascua, pero no su modo de cálculo, provoca un desfase con los cismáticos orientales, que se mantuvieron fieles al calendario juliano, ¡muy desfasado con respecto al Sol!
Para los curiosos, cabe señalar que, para evitar volver a caer en este desfase, se suprimieron tres años bisiestos cada 400 años (en realidad, los años seculares que no son divisibles por 400, como 1700, 1800 y 1900), lo que será suficiente durante unos miles de años.
¿Conseguirá el Papa Francisco, si recupera la salud, unificar la fecha de la Pascua para todos los cristianos? Es de desear, pero no tendría mucho sentido si no fuera el preludio de una verdadera unificación en la fe y la Tradición de los Apóstoles sobre las que el Señor fundó la Iglesia. Un desafío de otra magnitud, digno de las obras de Hércules...
Fuentes: Catholic News Service/Dictionnaire de théologie catholique – FSSPX.Actualités
Imagen: Promenade dans le système solaire