Francisco: ¿un Papa "woke"? (2)

Francisco planta un árbol en los jardines del Vaticano
En un momento en que el wokismo se ha llevado varios golpes, sobre todo en el continente americano, tanto en Sudamérica por medio del presidente argentino Javier Milei, durante su intervención en el foro de Davos, como por la elección de Donald Trump para la Casa Blanca, hay que decir que el Papa Francisco tiene una inclinación definida hacia el pensamiento woke.
El primer artículo señalaba -por enésima vez- que Francisco rechaza visceralmente la tradición litúrgica latina encarnada en el "misal preconciliar", como él mismo lo llama. Este rechazo va acompañado de un desprecio abierto y condescendiente hacia quienes se dejan "seducir" por lo que "tiene un aire de ocultismo". Y es bien conocido su apego a la liturgia postconciliar, verdadera "deconstrucción" de la tradición.
Este segundo artículo recuerda su apego a algunas de las manifestaciones más conocidas y evidentes del wokismo o "cultura de la deconstrucción", lo que completará las pistas que permiten responder afirmativamente a la pregunta planteada por el título de este artículo.
El medio ambiente es un campo de juego esencial para el wokismo, y es una preocupación clave del Papa Francisco, que le ha dedicado nada menos que dos encíclicas. El pontífice acuñó el término "ecología integral" en Laudato' si, la primera de estas dos encíclicas. Es cierto que algunos de los argumentos que utiliza son diferentes de los que se encuentran en otros lugares.
Pero el hecho es que la ecología es una de sus principales preocupaciones, aunque intente vincularla a una doctrina de justicia social de origen católico. Esta obsesión le lleva a recurrir a protagonistas que utilizan argumentos francamente opuestos a la fe católica.
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Otro ámbito esencial del wokismo es el feminismo más o menos radical. Junto a los pertinentes recordatorios del papel de la mujer, el Papa desarrolla, o permite que se desarrolle, un pensamiento teñido de feminismo dentro de la Iglesia. Un ejemplo característico es la cuestión del diaconado femenino. Francisco ha declarado repetidamente su oposición a esta posibilidad, que en realidad es imposible.
Pero al aceptar las comisiones sobre el tema que se han sucedido durante su pontificado, a pesar de los resultados negativos de todas aquellas cuyas respuestas son conocidas, el juego de la consulta mantiene una duda que beneficia al error. Y esto permite afirmar un feminismo cada vez más insidioso, sobre todo cuando se producen rechazos.
Esto se manifestó por primera vez en la nueva constitución de la Curia, que introduce la posibilidad de que laicos y mujeres dirijan un dicasterio romano, esta posibilidad se hizo realidad con el nombramiento de Sor Simona Brambilla al frente del Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada, lo que plantea una seria cuestión sobre el poder de jurisdicción, ya que solo un clérigo puede ser investido con tal poder en la Iglesia.
La cuestión se sorteó nombrando a un pro-prefecto, que es cardenal y, por tanto, obispo. Pero a nadie se le escapan las connotaciones feministas de semejante gesto, absurdo en su base: es un intento de deconstruir el poder en la Iglesia, un wokismo que no se oculta. Pocos días después, otra religiosa fue nombrada jefa de la Ciudad del Vaticano.
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El wokismo papal volvió a hacerse patente en la cuestión LGBT con la Declaración Fiducia supplicans, de noviembre de 2023, que autoriza la "bendición" privada a las parejas irregulares -divorciadas y vueltas a casar- y parejas homosexuales. A pesar de la firme reacción de todas las conferencias episcopales del continente africano, y de algunas otras, el texto se mantuvo.
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Finalmente, apenas es necesario mencionar la cuestión de la inmigración. Aunque el Papa Francisco la apoya en nombre de la recepción a los extranjeros y de la caridad cristiana, lo cierto es que el alcance que le da y algunos de sus argumentos coinciden con los reflejos del wokismo en este ámbito.
En efecto, la esencia del wokismo papal es su rechazo de la autoridad, que denomina clericalismo. Mientras, al mismo tiempo, gobierna como un tirano, feroz contra quienes puedan oponérsele, o de quienes sospecha que se desvían de su visión "sinodal" de la Iglesia. Desgraciadamente, este es también un rasgo general del wokismo, que siembra el terror a través de sus ideas, y etiqueta infamemente a todos los que se le oponen.
Así que, por desgracia, la respuesta a la pregunta del principio de este artículo debe ser afirmativa.
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Fuentes: Vatican news/Saint-Siège/FSSPX.Actualités – FSSPX.Actualités
Imagen: Vatican News