Gran Bretaña: 150 aniversario del nacimiento de Chesterton

Fuente: FSSPX Actualidad

Chesterton a la edad de 31 años

Hace 150 años, el 29 de mayo de 1874, nacía en Londres Gilbert Keith Chesterton. Un aniversario que apenas se ha celebrado y, sin embargo, la labor de este converso es más relevante que nunca. Esto lo observa con gran precisión Paolo Gulisano en La Nuova Bussola Quotidiana del 29 de mayo de 2024, quien no duda en afirmar que Chesterton era “un cristiano a contracorriente”.

El médico-escritor escribe: "Y por eso, después de tantos años, sigue siendo relevante, porque el conflicto entre la Iglesia y el mundo está –en los últimos tiempos– adquiriendo dimensiones dramáticas". Fundador de la Società chestertoniana italiana, de la que actualmente es vicepresidente, Paolo Gulisano subraya “este uso magistral de la paradoja que siempre caracterizó a Chesterton. 

"Una paradoja que nunca es un fin en sí mismo, ni un juego intelectual, sino un método para despertar la mente y la conciencia. Chesterton defendió la belleza de la fe, del anuncio de la salvación que es una persona: Jesucristo".

Gulisano continúa escribiendo sobre el poder terapéutico del autor de El Hombre Eterno: "Frente a la expansión del mal, la obra de Chesterton es una especie de medicina para el alma, o más precisamente, puede describirse como un 'antídoto'. El propio escritor también utilizó la metáfora del antídoto para indicar el efecto de la santidad en el mundo: el santo pretende ser un signo de contradicción y restaurar la razón en un mundo enloquecido".

"El santo no es lo que la gente quiere, sino lo que la gente necesita"

Paolo Gulisano cita aquí un extracto del primer capítulo de El Buey Mudo que Chesterton dedicó a Santo Tomás de Aquino. Incluiremos aquí un extracto más amplio, para mostrar aún mejor la actualidad de este pensamiento cáustico y entusiasmante: “Un santo es un remedio porque es un antídoto. Ciertamente por ello es que el santo es con frecuencia un mártir.

"Se lo confunde con el veneno porque es un antídoto. Por lo general se lo encontrará restaurando la salud del mundo recurriendo a la exageración de todo lo que el mundo descuida, lo cual de ninguna manera es siempre el mismo elemento en cada época. Aun así, cada generación busca a su santo por instinto; y el santo no es lo que las personas quieren sino más bien lo que las personas necesitan. 

"Este seguramente es el sentido muy malinterpretado de aquellas palabras a los primeros santos: “Sois la sal de la tierra”. [...] Cristo no les dijo a sus apóstoles que eran únicamente personas excelentes, ni que eran las únicas personas excelentes, sino que eran personas excepcionales; personas permanentemente incongruentes e incompatibles; y el texto acerca de la sal es en realidad tan intenso, penetrante y áspero como el sabor de la sal. 

"Precisamente porque eran personas excepcionales fue que no debían perder sus cualidades excepcionales. “Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará?”, es una pregunta mucho más penetrante que cualquier mero lamento acerca del precio de la mejor carne. Si el mundo se vuelve demasiado mundano puede ser amonestado por la Iglesia; pero si la Iglesia se vuelve demasiado mundana, el mundo no puede amonestarla adecuadamente por su mundanalidad".

Además, Paolo Gulisano intenta explicar el beneficio especial que la obra de Chesterton proporciona al alma: "La lectura de Chesterton, abreviado GKC, ya sean novelas o ensayos, siempre deja al lector una gran serenidad y un sentimiento de esperanza.

“Estos no nacen de una visión irenista, mundana u optimista de la vida (que es, de hecho, la visión más alejada del pensamiento de Chesterton, quien denuncia en detalle todas las aberraciones de la modernidad), sino que esta serenidad y esta esperanza provienen de la fortaleza cristiana y viril de la experiencia religiosa.

“La propuesta de Chesterton es tomar en serio la realidad en su totalidad, comenzando por la realidad interna del hombre, y utilizar con confianza el intelecto –es decir, el sentido común– purificado de toda incrustación ideológica.

“Es raro leer páginas como las suyas, en las que habla de fe, de conversión, de doctrina, páginas tan claras e incisivas como desprovistas de excesos sentimentales y moralizantes.

"Esto surge de la cuidadosa lectura de la realidad por parte de Chesterton, quien sabe que la consecuencia más deletérea de la descristianización no fue la grave pérdida de la ética, sino la pérdida de la razón, que se puede resumir en este juicio: “El mundo moderno ha sufrido un colapso mental mucho más dañino que el colapso moral”.

"Frente a este escenario, Chesterton elige el catolicismo y afirma que hay al menos diez mil razones para justificar esta elección, todas válidas y bien fundadas, pero todas reducidas a una sola razón: el catolicismo es verdadero. La responsabilidad y tarea de la Iglesia, por tanto, consiste en esto: la valentía de creer, ante todo, y luego de indicar los caminos que conducen a la nada o a la destrucción, a un muro ciego o a un prejuicio. 'La Iglesia', dice Chesterton, 'defiende a la humanidad contra sus peores enemigos, estos antiguos monstruos, estos horribles devoradores que son los viejos errores'.

“La Iglesia rejuvenece, mientras el mundo envejece”

Y Paolo Gulisano recuerda la humildad del enfoque del creador del célebre Padre Brown: "Chesterton no era ni filósofo ni teólogo, pero llevaba a sus lectores a reflexionar a través de sus historias".

Y señala con precisión: “Aprendió a amar y apreciar el catolicismo antes que su contenido doctrinal, por esas cualidades de humildad, sencillez e inteligencia con que dotó al personaje del sacerdote detective. “En el Padre Brown, nunca hay complacencia por sus propios éxitos: hay tristeza por todo el mal del mundo.

"Una tristeza serena atenuada por las tres virtudes teologales que encarna con sencillez: la fe, que nunca falla y que comunica y transmite con naturalidad; la esperanza, que anima su actividad de sacerdote e investigador, con la intención de salvar al pecador, de prevenir el pecado; la caridad, es decir el amor, la capacidad de ofrecer el perdón de Dios, el deseo de ver no la muerte del culpable, sino su conversión".

La razón profunda de la relevancia de Chesterton radica enteramente en esta afirmación: "La Iglesia rejuvenece, mientras que el mundo envejece". Como recuerda Paolo Gulisano: “Esto es lo que Chesterton escribió en uno de sus ensayos, señalando que el cristianismo es una locura que sana, mientras el mundo entero se vuelve loco.

"Lo que hace que la fe sea siempre joven y atractiva es el hecho de que Cristo nos ha dado un modo de vivir más razonable, más lúcido y equilibrado en sus juicios, más sano en sus instintos, más feliz y más sereno ante el destino y la muerte".

Chesterton es de hecho “un antídoto contra el mal reinante”. Su realismo católico es un contraveneno eficaz a las ideologías posmodernas… y posconciliares.