Guerra de baja frecuencia contra los cristianos de Jerusalén

Fuente: FSSPX Actualidad

Interior de la iglesia del Santo Sepulcro

Las minorías cristianas de Jerusalén protestan contra la confiscación de bienes inmuebles del Patriarcado armenio (ortodoxo). Un último ataque de la municipalidad que se inscribe en un proyecto más amplio destinado a erradicar toda presencia cristiana en la Ciudad Vieja.

El atentado del 7 de octubre de 2023 y el consiguiente estallido de violencia en Oriente Próximo ocultan las amenazas que pesan sobre las comunidades cristianas de Jerusalén. En silencio, se lleva a cabo desde hace varios años un proyecto de judaización sistemática de Jerusalén Este, el barrio histórico de la Ciudad Santa, tanto por parte de partidos religiosos como de la propia municipalidad.

El último hecho: la falta de pago de un impuesto municipal llamado "arnona", un impuesto anual al que están sujetos los ocupantes de una propiedad, ya sean inquilinos o propietarios, particulares o comerciantes. El origen de este nombre proviene del arameo, lengua en la que este término designaba un impuesto aplicado a la producción agrícola.

Este impuesto, que en el mundo bíblico designaba un impuesto sobre la producción agrícola, fue establecido durante el mandato británico por una ordenanza relativa a los municipios, en 1934. Adoptada en su versión inglesa por el Estado de Israel en el momento de su creación en 1948, esta ordenanza fue sustituida en 1964 por la ley relativa a los municipios, redactada en hebreo.

En febrero de 2025, el ayuntamiento de Jerusalén emitió una orden de confiscación de propiedades pertenecientes al Patriarcado para recuperar sumas "astronómicas", que se remontan a 1994. El Patriarcado impugna enérgicamente esta deuda, que no ha sido claramente justificada, cuyos importes son exagerados y que grava ciertas propiedades que no deberían estar incluidas.

El pasado 18 de febrero, las confesiones cristianas de la Ciudad Santa publicaron un comunicado conjunto de protesta dirigido al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu: "Es inconcebible que las instituciones cristianas, cuya misión durante siglos ha sido mantener la fe, servir a las comunidades y preservar el patrimonio sagrado del Santo Sepulcro, se enfrenten a la amenaza de confiscación de bienes sobre la base de medidas que ignoran el derecho a un juicio justo".

La audiencia del tribunal prevista para el 24 de febrero de 2025 para examinar una petición del Patriarcado con el fin de bloquear esta incautación ha sido aplazada sine die: sin una decisión favorable, estos bienes corren el riesgo de ser subastados, lo que los representantes de las iglesias cristianas califican de "jurídicamente dudoso y moralmente inaceptable".

El cardenal Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén, cuya influencia es importante en Tierra Santa, se ha sumado a esta iniciativa, ya que los católicos también están en el punto de mira de los judíos ultraortodoxos, uno de los ejes del actual gobierno israelí. Este asunto reaviva en realidad una lucha más antigua en torno a la imposición fiscal.

Durante siglos, las iglesias de Jerusalén se han beneficiado de exenciones fiscales heredadas de la época otomana. En los últimos años, el municipio ha intentado gravar los bienes no religiosos (escuelas, hospicios, etc.), una medida a la que las comunidades cristianas se oponen por considerarla un ataque a su autonomía financiera y a su misión.

El Patriarcado armenio también se enfrenta a polémicas transacciones inmobiliarias: en 2021, los responsables alienaron propiedades armenias para construir un hotel de lujo. El Patriarcado anuló el acuerdo en 2023, denunciando irregularidades, pero la continuación de las obras provocó enfrentamientos con la comunidad armenia y la intervención policial.

En su declaración, los responsables de las comunidades cristianas pretenden sensibilizar a la opinión pública sobre una política que podría sentar un precedente peligroso para todas las instituciones cristianas, debilitando aún más a una comunidad que ya se ha reducido al 1-2 % de la población:

"Atacar una iglesia es un ataque contra todos, y no podemos permanecer en silencio mientras se tambalean los cimientos de nuestro testimonio cristiano en la tierra de Cristo", denuncian.

Queda por ver qué peso tendrán las protestas de los cristianos de Jerusalén, considerados ciudadanos israelíes de segunda clase, mientras los focos siguen apuntando al destino de los rehenes israelíes retenidos en la franja de Gaza y en el futuro del frágil alto el fuego firmado entre el Estado judío y los islamistas.