Hace 30 años, la operación de supervivencia de la Tradición: las consagraciones (2)

Monseñor Lefebvre y el Padre Schmidberger en la conferencia de prensa dada en Ecône, la víspera de las consagraciones.
El crepúsculo de una solución
El 28 de julio de 1987, el Cardenal Ratzinger agradeció a Monseñor Lefebvre su carta del 8 julio, escribiéndole lo siguiente: "Su gran deseo de salvaguardar la Tradición, procurándole "los medios para que viva y se desarrolle" es un gran testimonio de su apego a la fe de siempre, pero esto sólo puede llevarse a cabo en la comunión con el Vicario de Cristo, a quien le fue confiado el depósito de esta fe y el gobierno de la Iglesia. El Santo Padre comprende vuestra preocupación y la comparte. Es por esto que, en su nombre, le hago llegar una nueva propuesta, deseando darle una última posibilidad de lograr un acuerdo sobre los problemas que considera importantes: la situación canónica de la Fraternidad San Pío X y el futuro de sus seminarios."
Esta propuesta preveía conceder a la Fraternidad una estructura legal adecuada, que permitiría a la Santa Sede asignar auxiliares. Se designaría un cardenal visitante sin demora para lograr una forma legal satisfactoria. La única condición era que los superiores y miembros de la Fraternidad mostraran su reverencia y obediencia al sucesor de Pedro según las normas de la constitución dogmática del Concilio Vaticano II sobre la Iglesia, Lumen Gentium, en el n° 25. Roma se declaraba lista "para conceder a la Fraternidad su justa autonomía, garantizarle la continuidad de la liturgia según los libros litúrgicos en vigor en la Iglesia en 1962, concederle el derecho a formar a sus seminaristas en sus propios seminarios, según el carisma particular de la Fraternidad y la ordenación sacerdotal de los candidatos."
No era poca cosa. Por supuesto, la propuesta también tenía como objetivo impedir que Monseñor Lefebvre nombrara a uno o más auxiliares sin el consentimiento del Papa, lo cual ocasionaría inmediatamente una "ruptura definitiva", continuaba la carta. El Cardenal Ratzinger advierte a su destinatario los daños incalculables que ocasionaría a la unidad de la Iglesia por su grave desobediencia, y que tendrían como consecuencia inevitable la ruina de su obra...
Fiel a su conducta, que jamás buscó adelantarse a la Providencia, y en acuerdo con el Consejo dirigido por el Superior General, el Padre Franz Schmidberger, Monseñor Lefebvre decidió tomar la mano extendida, sin hacerse ilusiones pero sin perder tampoco la esperanza...
Una pequeña esperanza
El 1 de octubre de 1987, el Fundador de la Fraternidad San Pío X agradeció al cardenal. Monseñor señalaba varias pistas que permitían esperar "el crepúsculo de una solución", y era particularmente sensible al hecho de que Roma no le exigiera ninguna declaración previa: "la ausencia de una declaración nos hizo pensar que al fin habíamos sido reconocidos como verdaderos católicos." Monseñor se alegró con la visita de un cardenal, el cual acudió para corroborar de primera mano las obras y la vitalidad de la Tradición. El cardenal celebró el hecho de que se garantizara la continuidad de la liturgia de 1962 y reconoció "el derecho de continuar la formación de seminaristas como nosotros lo hacemos actualmente." Monseñor Lefebvre sugirió enérgicamente que el cardenal visitante fuera Edouard Gagnon. La Santa Sede respondió favorablemente a este deseo y el Cardenal Gagnon, prefecto de la Comisión para la Familia, fue nombrado Visitador Apostólico. En el otoño, entre el 11 de noviembre y el 9 de diciembre, visitó varios seminarios, prioratos y las principales casas y escuelas, se reunió con algunos sacerdotes, seminaristas y familiares, monjas y religiosos. En todos los lugares a los que iba, podía apreciar la atmósfera profundamente católica que reinaba.
El 3 de octubre, durante un sermón dado en Ecône con motivo del cuadragésimo aniversario de su episcopado, Monseñor Lefebvre anunció la nueva perspectiva que debía abrirse. Sin caer en un "optimismo exagerado", "hay una pequeña esperanza (...) si Roma está dispuesta, a darnos una verdadera autonomía, la misma que tenemos ahora, pero con la sumisión al Santo Padre. Nosotros la deseamos, siempre hemos deseado ser sumisos al Santo Padre. No es una cuestión de despreciar su autoridad, todo lo contrario, pero fuimos echados de ahí porque éramos tradicionalistas. Pues bien, si, como yo lo he solicitado tantas veces, Roma acepta dejarnos experimentar la Tradición, ya no habrá más problemas, tendremos libertad para continuar el trabajo que llevamos a cabo - como lo hemos hecho hasta ahora - bajo la autoridad del Soberano Pontífice". Éste era su gran deseo, para lo cual exhortó a los sacerdotes y a los fieles a rezar: "que el Buen Dios haga que podamos contribuir de una manera oficial, libre y pública, a la construcción de la Iglesia y a la salvación de las almas..."
En este espíritu, Monseñor Lefebvre dirigió al Cardenal Gagnon una importante carta en la que le hizo las propuestas para un acuerdo canónico.

El cardenal Gagnon en medio de los seminaristas de Flavigny, el 2 de diciembre de 1987.
Sí al reconocimiento canónico de la Fraternidad, pero sin compromisos con las reformas conciliares
En su carta acompañante, con fecha del 21 de noviembre de 1987, el arzobispo insistió en que la gran familia de la Tradición se pudiera desarrollar en un ambiente verdaderamente católico, permaneciendo "adheridos a la Iglesia romana, adheridos a Pedro y a sus sucesores, pero absoluta y radicalmente alejados del espíritu conciliar de la libertad religiosa, del ecumenismo, de la colegialidad, del espíritu de Asís, frutos del modernismo y del liberalismo tantas veces condenados por la Santa Sede."
En este contexto, Monseñor Lefebvre declaró: "Aceptamos gustosos ser reconocidos por el Papa tal cual somos, y tener un asiento en la Ciudad Eterna, para aportar nuestra colaboración para la renovación de la Iglesia; nosotros jamás quisimos romper con el Sucesor de Pedro, ni considerar que la Santa Sede está vacante, a pesar de las pruebas que esto nos ha traído. Por consiguiente, presentamos un proyecto de reintegración y normalización de nuestras relaciones con Roma."
La propuesta de Reglamento evoca el texto conciliar Presbyterorum ordinis (n°10) y expresa un requisito previo sine qua non: "Si la Santa Sede desea sinceramente que nos convirtamos oficialmente en colaboradores eficaces para la renovacion de la Iglesia, bajo su autoridad, es completamente necesario que seamos recibidos tal cual somos, que no se nos exija modificar nuestra enseñanza, ni nuestros medios de santificación, que son los de la Iglesia de siempre." Monseñor Lefebvre también solicitó el establecimiento de una Secretaría romana para promover iniciativas para la conservación de la Tradición. Su autoridad tendría como objetivo normalizar las obras de la Tradición mediante la concesión del episcopado a varios de sus miembros, fomentando al mismo tiempo una colaboración armoniosa con los obispos diocesanos.
En cuanto al estatuto canónico de la Fraternidad y de las diferentes sociedades religiosas asociadas, el Fundador de Ecône propuso agruparlas bajo un Ordinariato, al igual que se hace en el sector militar. Exigía el levantamiento de las sanciones y el reconocimiento de los Estatutos de la Fraternidad. Monseñor Lefebvre no sólo citaba un documento del Concilio, sino que invocaba igualmente las normas de la Constitución Apostólica Spirituali militum curæ de Juan Pablo II (21 de abril de 1986) para encontrar un marco legal que considerara adecuado para el desarrollo de las distintas congregaciones y sociedades que florecían en la Tradición. Finalmente, solicitaba que la jurisdicción de los sacerdotes de la Fraternidad sobre los fieles fuera recibida de Roma por el Superior General, y que lo mismo aplicara para los demás superiores de las sociedades tradicionalistas. Finalmente, Monseñor Lefebvre deseaba que las consagraciones episcopales se celebraran el domingo del Buen Pastor, es decir, el 17 de abril de 1988.
El Cardenal Gagnon finalizó su visita apostólica al seminario de Ecône el 8 de diciembre, donde asistió oficialmente a la Misa pontifical celebrada por Monseñor Lefebvre, aunque éste último seguía suspendido. El Cardenal escribió en el libro de visitas del seminario una evaluación laudatoria sobre el trabajo allí realizado, el cual, en su opinión, debía ser extendido a toda la Iglesia. Algunos meses más tarde, el 15 de febrero de 1988, el Cardenal escribió a Monseñor Lefebvre que el Papa Juan Pablo II había leído cuidadosamente su largo informe y las propuestas que Monseñor le había enviado, y le anunció que un grupo de canonistas se encontraba trabajando en la estructura canónica, por lo que le sería presentado un proyecto legal y doctrinal "a finales de abril". Invitó a su destinatario a guardar la paciencia, así como a mantener la discreción para evitar suscitar oposiciones de aquellos que "no desean una reconciliación."
Las expectativas de Monseñor Lefebvre
El 20 de febrero, Monseñor Lefebvre le respondió al Cardenal, dándole a conocer su temor de que "el procedimiento empleado para una solución se prolongue indefinidamente, poniéndome en la obligación moral de proceder con las consagraciones episcopales sin la autorización de la Santa Sede, lo cual debe evitarse." Sugirió que el Soberano Pontífice tomara "una decisión provisional que no comprometa el futuro y que permita experimentar el ejercicio de la Tradición oficialmente aprobado por la Iglesia. Los problemas doctrinales podrían ser objeto de negociaciones posteriores a la solución canónica, de lo contrario nos encontraremos en el punto de partida." Por último, Monseñor esperaba poder leer el informe del Cardenal Gagnon, a diferencia de los informes de las visitas al seminario de Ecône realizados por tres cardenales en 1974.
A esta carta dirigida al Cardenal Gagnon, el arzobispo adjuntó otra dirigida al Santo Padre. En ella le expresaba la profunda satisfacción que le había ocasionado la visita cardenalicia, y proponía a Juan Pablo II una solución provisional para evitar romper la esperanza que había surgido. A este fin, "parece imposible retomar los problemas doctrinales inmediatamente; sería volver al punto de partida y retomar las dificultades que han prevalecido durante 15 años. La idea de una comisión coadyuvante luego del reglamento jurídico es la más adecuada, si deseamos realmente encontrar una solución práctica."
Concretamente, Monseñor pedía que la Fraternidad San Pio X fuera reconocida "de derecho pontificio" y que se estableciera en Roma una comisión presidida por un cardenal protector. Este organismo regularía "todos los problemas canónicos de la Tradición y mantendría las relaciones con la Santa Sede, los dicasterios y los obispos." Monseñor Lefebvre solicitaba un acuerdo de principio para presentar al Cardenal Gagnon los nombres de los futuros obispos, cuya consagración parecía "indispensable y urgente", e insistía: "debido a mi edad y mi cansancio, ya van dos años que yo no celebro las ordenaciones en el seminario de Estados Unidos (...), ya no tengo la salud necesaria para cruzar los océanos. Es por esto que suplico a Su Santidad resolver este punto antes del 30 junio de este año." Monseñor indicaba que los obispos, "elegidos de entre los sacerdotes de la Tradición", tendrían jurisdicción sobre las personas en lugar de una jurisdicción territorial. Por último, pedía la exención de la jurisdicción de los Ordinarios locales. Para esto, los superiores de las obras de la Tradición entregarían los informes de sus actividades al Ordinario, sin estar "obligados a pedir una autorización" para fundar un nuevo centro. En conclusión, Monseñor Lefebvre resume su postura de siempre: "Nos alegraría mucho poder reanudar las relaciones normales con la Santa Sede, pero sin cambios en lo concerniente a lo que somos; porque así es como estamos seguros de que seguimos siendo hijos de Dios y de la Iglesia romana."
Desde Canadá, el 11 de marzo, el cardenal Gagnon informó a Monseñor Lefebvre que le sería presentado un proyecto a mediados de abril. El 18 de marzo, el Cardenal Ratzinger propone una reunión entre expertos (un teólogo y un canonista) antes de tomar las decisiones finales.
Siguiente artículo: El Protocolo de Mayo de 1988
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Fuente: FSSPX.Actualités - 27/06/2018