Hong Kong: la Iglesia católica reacciona al yugo de Beijing
Agnes Chow
Desde la aprobación por parte del ejecutivo chino, el 30 de junio de 2020, de la ley de seguridad nacional, el hacha parece haber recaído sobre las libertades de que gozaba Hong Kong, cuando se estableció el principio "un país, dos sistemas".
En 1997, año de la entrega de la colonia británica a China, este sistema debía preservar hasta 2047 la independencia legislativa y la forma de vida democrática de Hong Kong. Con la aprobación de esta ley de seguridad nacional que reprime el "separatismo, terrorismo, subversión y connivencia con fuerzas extranjeras", Beijing refuerza a diario el yugo de la represión en el territorio de la excolonia británica.
Para manifestarse contra Beijing, los cristianos de Hong Kong, que constituyen el 10% de la población de la ciudad, o unas 900,000 personas (la mitad católicas) de los 7.5 millones de habitantes, han participado en numerosas protestas a favor de la libertad.
Entre los jóvenes opositores en Beijing, dos líderes afirman su fe cristiana: la católica Agnes Chow y el luterano Joshua Wong. Agnes Chow, de 23 años, arrestada el 10 de agosto y liberada bajo fianza, declaró: "Espero que el mundo, no solo Hong Kong... sepa que la ley de seguridad nacional no es realmente un instrumento legal, sino una herramienta política para el régimen, para el gobierno, para reprimir a los disidentes políticos".
Monseñor Joseph Ha Chi-shing, obispo auxiliar de Hong Kong, apoyó las protestas de este año. Un gran número de sacerdotes jóvenes también participaron en el movimiento, acogiendo a los manifestantes en sus iglesias, cuando estos habían sido acusados por la policía.
¿Es Roma el juguete de Beijing?
En Hong Kong, el nombramiento de un sucesor del actual cardenal John Tong Hon, que administra temporalmente la diócesis, sigue siendo un gran motivo de inquietud para los católicos preocupados por la mano de hierro de Beijing.
El 21 de septiembre, el cardenal John Tong Hon publicó una carta pastoral titulada "En comunión con la Iglesia", según informó la agencia Church of Asia el 25 de septiembre. En su carta, el cardenal Tong hizo alusión a las tensiones sociales y políticas que han sacudido a Hong Kong desde el año pasado, y que también han afectado a la comunidad católica.
Aunque el cardenal reconoció que los fieles "tienen razón al esperar que el gobierno local actúe de acuerdo con sus deseos de justicia y democracia", pidió a los católicos que "depositen toda su esperanza en Jesucristo". También pidió a los sacerdotes de Hong Kong que "iluminen a los fieles y sensibilicen sus conciencias sobre la doctrina social de la Iglesia, para que puedan adoptar un enfoque equilibrado y un comportamiento adaptado cuando se involucren en movimientos sociales". "Los sacerdotes, por otro lado, no deben ejercer su influencia en estas áreas", agregó.
Al margen de estas tensiones, el cardenal Joseph Zen Ze-kiun, obispo emérito de Hong Kong, viajó a Roma para hablar con el Soberano Pontífice sobre el nombramiento del obispo de Hong Kong, según anunció en su blog el 1 de octubre. El 28 de septiembre, Riccardo Cascioli, director de La Nuova Bussola Quotidiana relató su encuentro con el cardenal chino poco antes de su regreso a Hong Kong.
El cardenal Zen pasó cuatro días en Roma esperando poder reunirse con el Papa para explicarle la situación en Hong Kong y la Iglesia en China. Se le habían concedido cien horas en Italia, un permiso especial para encontrarse con el Papa. El prelado pudo entregar una carta a Monseñor Gonzalo Aemilius, secretario personal del Papa Francisco. Pero nunca recibió una llamada de la Casa Santa Marta para pactar la reunión.
"Estoy aquí sobre todo por la diócesis de Hong Kong, por el nombramiento del nuevo obispo", explicó. Preocupado por saber que Roma tenía la intención de elegir al Padre Peter Choi, obediente a los mandatos de Beijing, añadió: "sería una catástrofe para la Iglesia en Hong Kong. Será un desastre en las próximas décadas".
El cardenal Zen sabe que el valiente obispo auxiliar de Hong Kong, Monseñor Ha Chi-shing, que "actúa de acuerdo con la enseñanza de la doctrina social de la Iglesia", lamentablemente fue acusado de tener "opiniones críticas contra el gobierno chino y no disfruta de la bendición de Beijing".
“Las buenas intenciones no son suficientes”, dijo el cardenal Zen, "hay que entender cómo están las cosas aquí, hay que saber cómo son los comunistas... Ni siquiera puedo hacer un juicio justo sobre el acuerdo, porque ni siquiera yo sé lo que dice. Esto es increíble. Soy un cardenal chino y no puedo saber lo que ha decidido la Santa Sede para la Iglesia china... La idea de pactar acuerdos con Beijing es una locura. Es como intentar hacer un pacto con el diablo. No hay motivos para el diálogo sea cual sea el argumento". Resignado, Monseñor Zen concluyó diciendo: "La era de las catacumbas ha vuelto".
Fuentes: cath.ch/eda/oldyosef/nuova bussola quotidiana – DICI n°401, octobre 2020
Imagen: Ceeseven, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons