Humo blanco para los benedictinos negros

Fuente: FSSPX Actualidad

Dom Jeremias Schröder

La Confederación Benedictina acaba de nombrar un nuevo primado: monje desde hace cuarenta años, Dom Jeremias Schröder, un alemán de cincuenta y nueve años, fue elegido en el Aventino (Roma) para suceder al estadounidense Dom Gregory Polan.

Hacía algunos años que el Colegio San Anselmo no experimentaba tal actividad: desde el 6 de septiembre de 2024, 215 priores y superiores de la Confederación Benedictina mundial se reunieron en el Aventino para dos intensas semanas de oración y trabajo a fin de dar un nuevo primado a la orden fundada por San Benito de Nursia.

El 14 de septiembre siguiente, Dom Jeremias Schröder, superior de la abadía de Saint Ottilien en Eresing (Alemania), se convirtió, por un mandato de ocho años, en el undécimo primado de la gran familia benedictina, sucediendo en esta función a Dom Grégory Polan, un estadounidense elegido en 2016.

Nacido en 1964, en Baviera, el nuevo primado es monje desde hace más de cuarenta años: estudió filosofía, teología e historia en el Ateneo Pontificio de San Anselmo y en el St. Benet's Hall de Oxford, según informa el portal de información de la Santa Sede.

"El mundo está en llamas en este momento", dijo Dom Jeremias Schröder a los medios del Vaticano tras su elección. Antes de agregar: "Pensaremos en cómo podemos realmente contribuir a la paz. (…) Oriente y Occidente se separan. Los benedictinos tienen la antigua misión de estar en contacto con las Iglesias orientales. Hay algo aquí en lo que realmente podemos contribuir y trabajaremos en ello".

El nuevo primado se destacó durante el Sínodo sobre la Familia, como representante de la Unión de Superiores Generales, al apoyar una propuesta destinada a "descentralizar" la doctrina: en su opinión, las conferencias episcopales deberían estar autorizadas a formular respuestas según el “grado de aceptación social de la homosexualidad” y de “los divorciados vueltos a casar”, que difieren “según las culturas”.

Un pragmatismo alejado de la fe y de la Tradición de la Iglesia que parece haber encontrado eco en la polémica relacionada con la bendición no ritual concedida a las parejas irregulares, polémica suscitada por el actual prefecto del Dicasterio para la Fe.

La función del primado de la Orden Benedictina es herencia del pontificado del Papa León XIII (1878-1903), que no escatimó esfuerzos para reunir a los benedictinos negros entonces dispersos –como se decía– en una sola familia, la Confoederatio OSB.

En los documentos del Papa de aquella época, se deseaba esta unión para que los hijos de San Benito fueran capaces de cumplir su misión de enseñar la verdad en los tiempos modernos como en los siglos pasados, como recuerda Dom Giovanni Spinelli O.S.B. en “León XIII y la fundación de la confederación benedictina, ejemplo de la política del centralismo romano”, (Publicaciones de la Escuela Francesa de Roma año 2006 núm. 368).

El 12 de julio de 1893, mediante el breve Summum semper se nombró un primer primado de la Orden Benedictina en la persona de Dom Hildebrand de Hemptinne, quien permanecería a cargo ad nutum Pontificis (a discreción del Romano Pontífice, NDLR). El mismo escrito estableció la Confederación de Congregaciones Benedictinas de Monjes Negros. En esta confederación ninguna congregación era superior a las demás.

“Cada congregación mantuvo intactas sus constituciones, sus tradiciones, sus derechos, sus privilegios, sus superiores. No existía un vínculo inmediato entre una y otra; el único vínculo entre ellas era el primado; fue él quien, a través de su cargo, les dio aliquam unitatem (una cierta unidad, NDLR). A este vínculo esencial se añadió otro, secundario y accesorio pero real: el colegio San Anselmo, creado en Roma para promover esta unidad”, especifica Dom Schmitz, O.S.B.

Posteriormente, y sobre todo a raíz del Concilio Vaticano II, las distintas congregaciones benedictinas “terminaron recuperando toda su independencia a pesar de la unión moral establecida por la Confederación. Esto solo duró realmente mientras se mantuvo en la Iglesia el centralismo romano deseado por Pío IX y León XIII”, añade el Padre Spinelli.