Irán: la Iglesia bajo estrecha vigilancia
Misa de Navidad en la iglesia de San José, en Teherán, Irán.
En Irán, el culto católico es supervisado estrechamente con cámaras colocadas afuera de las iglesias, para asegurarse de que los musulmanes no entren en ellas, y por una buena razón: la conversión al cristianismo es un delito punible con una sentencia de 10 años de prisión.
La población de esta República islámica es 99% musulmana, y las minorías religiosas toleradas en el país permanecen bajo el estricto control del Estado.
"En Irán, los católicos tienen sus propias iglesias, pero no tienen el derecho de evangelizar más allá de su comunidad y tampoco pueden poseer Biblias en otros idiomas que no sean el suyo", explicó Sohrab Ahmari, un iraní convertido al catolicismo y editor en jefe del diario Commentary.
Aquellos que violan la ley convirtiéndose al cristianismo son juzgados como apóstatas y sometidos a sanciones que, con el paso de los años, se han vuelto cada vez más severas, según indica el informe de 2018 de la comsión estadounidense sobre el estado de la libertad religiosa en el mundo: actualmente, la pena por conversión al catolicismo puede ser hasta de 10 años de prisión.
La reciente salida de Estados Unidos del Acuerdo Nuclear Iraní (8 de mayo de 2018), que restableció importantes sanciones económicas contra Irán, no está diseñada para solucionar la situación de los cristianos en el país, la cual podría volverse todavía más precaria.
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Fuente: Catholic News Agency - FSSPX.Actualités - 31/05/2018