Italia: lanzamiento de la peregrinación de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa

Fuente: FSSPX Actualidad

Chapelle de Notre-Dame de la médaille miraculeuse

El 11 de noviembre de 2020, el Papa Francisco bendijo una estatua de la Virgen María con la efigie de la Medalla Milagrosa destinada a peregrinar por toda Italia.

La bendición se realizó en presencia de una delegación de la Congregación de la Misión de San Vicente de Paúl (1581-1660), encabezada por el Padre Tomaž Mavrič, Superior General de la Congregación. Esta peregrinación mariana en Italia, que durará un año, se debe a la iniciativa de la Congregación Vicenciana, y coincide con el 190 aniversario de la aparición de la Santísima Virgen a Santa Catalina Labouré, en rue du Bac, París.

Hoy, el mundo está profundamente perturbado, la pobreza se extiende por todas partes; la pandemia empeora día con día, explican los hermanos vicentinos. La Medalla Milagrosa es conocida y utilizada por los católicos de todo el mundo. La fe en la intercesión de la Virgen, especialmente en este momento tan difícil debido al Covid-19, debe ser compartida y difundida cada vez más en Italia y en el mundo.

La Virgen de la Medalla Milagrosa continúa, después de 190 años, velando por toda la humanidad, y viene como peregrina a visitar toda Italia, señalan los hermanos, cumpliendo así la promesa de amor contenida en su mensaje: "Siempre estaré contigo... Ten fe... No te desanimes".

La "peregrinación de María" comenzó el 1 de diciembre en Lazio, y finalizará el 22 de noviembre de 2021, en Cerdeña. La estatua de la Virgen será transportada en una "capilla móvil". En cada estación, en los diferentes lugares de la Familia Vicenciana, los Misioneros harán obras de apostolado y ofrecerán, entre otras cosas, folletos sobre Santa Catalina Labouré y sobre la Medalla Milagrosa.

La noche del 18 al 19 de julio de 1830, guiada por una hermosa niña vestida de blanco y por una luz que iluminaba todo a su alrededor, Santa Catalina Labouré, de la Compañía de las Hijas de la Caridad, vio a la Santísima Virgen en la capilla del convento. Nuestra Señora le dijo estas palabras: "Los tiempos serán malos. Las desgracias caerán sobre Francia. El mundo entero será destrozado por calamidades de todo tipo. Pero ven al pie de este altar. Allí se derramarán las gracias sobre todos aquellos que las pidan con confianza y fervor. (…) Llegará un momento en que el peligro será grande; se pensará que todo está perdido. Yo estaré contigo, ten confianza. Ten confianza, no te desanimes, estaré contigo".

El 27 de noviembre de 1830, Santa Catalina Labouré volvió a ver a la Santísima Virgen en la capilla, durante el tiempo de oración de la comunidad. De pie sobre medio globo terráqueo, con sus pies aplastando a la serpiente, la Virgen María sostenía en sus manos, a la altura del pecho, un globo más pequeño coronado por una cruz, que ofrecía a Dios en un gesto de oración.

Santa Catalina escuchó decir en su interior: "Este globo que ves representa al mundo entero, a Francia y a cada persona en particular". De pronto, los dedos de la Virgen se cubrieron de magníficos anillos y piedras preciosas; los rayos que brotaban de ella brillaban por todas partes e iluminaban su persona.

Nuestra Señora bajó la mirada fijándola en Santa Catalina, y la misma voz interior le dijo: "Estos rayos son el símbolo de las gracias que derramo sobre las personas que me las piden". Entonces se formó un óvalo alrededor de la Virgen María, en el que estaba escrito con letras de oro: "Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti".

Luego se escuchó una voz: "Haz acuñar una medalla según este modelo. Las personas que la lleven recibirán grandes gracias, sobre todo colgándosela del cuello". Inmediatamente, la imagen giró, y la Hermana vio en el reverso la letra M coronada por una cruz, y debajo del monograma de María, dos corazones, uno rodeado de espinas, el segundo atravesado por una espada.

En febrero de 1832 estalló una terrible epidemia de cólera en París, que dejó más de 20,000 muertos. En junio, las primeras medallas realizadas por el orfebre Vachette fueron distribuidas por las Hijas de la Caridad. Inmediatamente se multiplicaron las curaciones, las conversiones y los milagros. Debido a esto, la gente de París comenzó a llamar a la medalla de la Inmaculada la "medalla milagrosa".