Japón: Shigemi Fukahori, católico y sobreviviente de Nagasaki, fallece a los 93 años

El funeral del 23 de noviembre de 1945 frente a la catedral de Urakami, destruida por la bomba atómica
Shigemi Fukahori, sobreviviente del bombardeo atómico de Nagasaki en 1945, murió el 3 de enero, según anunció la catedral de Nuestra Señora de Urakami, donde rezaba casi a diario. La catedral, diezmada por la bomba, fue reconstruida en 1959.
Shigemi Fukahori tenía 14 años cuando Estados Unidos lanzó la bomba sobre Nagasaki el 9 de agosto de 1945, matando a decenas de miles de personas, entre ellas su familia. Ese día trabajaba en un astillero a unos 3 kilómetros del epicentro de la explosión. Ocurrió tres días después del ataque nuclear a Hiroshima, que causó 140,000 muertos. Japón capituló entonces, poniendo fin a la Segunda Guerra Mundial.
A menudo impartía discursos a los estudiantes, con la esperanza de que tomaran el relevo de lo que él llamaba "la antorcha de la paz". En 2020, Shigemi Fukahori representó a las víctimas de la bomba en una ceremonia, pronunciando su "compromiso con la paz, (...) para que Nagasaki sea el último lugar donde se lance una bomba atómica".
El 9 de agosto de 1945, "a las 11 horas y 2 minutos, sobre nuestro barrio de Urakami"
El médico radiólogo japonés Paul Nagai, convertido del sintoísmo y bautizado el 9 de junio de 1934 a la edad de 26 años, vio cómo el fuego nuclear caía sobre la ciudad de Nagasaki el 9 de agosto de 1945, en el barrio católico de Urakami. Su esposa, que se encontraba en su casa cerca del epicentro de la explosión, quedó reducida a unos cuantos fragmentos de huesos, entre ellos los de la mano rodeados de su rosario.
Él mismo, que se encontraba en el hospital, más lejos de la explosión, sobrevivió, pero quedó irradiado. Afectado de leucemia debido a su actividad profesional, pero agravada por la radiactividad, falleció el 1 de mayo de 1951. El 3 de mayo de 1951, su ataúd fue llevado a la catedral, donde Monseñor Yamaguchi celebró la misa fúnebre en presencia de 20,000 personas. Los asistentes acompañaron al difunto al cementerio, donde fue enterrado junto a su esposa Midori.
El 23 de noviembre de 1945 se celebró un funeral por las víctimas del bombardeo en el lugar donde se encontraba la catedral de Nuestra Señora, destruida. Se leyeron varios testimonios de miembros del clero y el obispo de Nagasaki pidió a Paul Nagai que diera testimonio en nombre de los laicos. Sus palabras, de gran elevación cristiana, conmovieron profundamente al pueblo japonés y al mundo entero. He aquí algunos extractos:
"En un instante, 8,000 almas católicas fueron enviadas al tribunal de su Creador, y un incendio devastador redujo a cenizas, en pocas horas, esta ciudad cristiana. Ese mismo día, a medianoche, la catedral se incendió y fue destruida.
"El 15 de agosto se promulgó el edicto imperial que puso fin a los combates, y la paz volvió a brillar en el mundo. Ese día, la Iglesia celebraba la Asunción de la Virgen María, a quien estaba dedicada nuestra catedral. ¿Pueden ser todas estas coincidencias fortuitas? ¿No podemos ver en ellas más bien la delicada obra de la voluntad de Dios? [...]
"Nagasaki, hasta entonces 'objetivo de reserva', fue finalmente elegida [por los estadounidenses]. Me enteré de que, cuando se lanzó la bomba, el viento la hizo desviarse hacia el norte de las fábricas de municiones que constituían el objetivo, estallando entonces sobre la catedral. Así que el barrio de Urakami no fue en ningún momento el objetivo de los pilotos estadounidenses sino que fue la Providencia de Dios la que dirigió el artefacto.
"¿No habrá una misteriosa relación entre el fin de la guerra y la destrucción de Urakami? ¿No fue elegido Urakami, el único sector católico y santificado de todo Japón, como una víctima apropiada, para ser sacrificada y quemada en el altar de la expiación, por los crímenes cometidos por la humanidad en esta guerra mundial?
"Para nuestra humanidad, heredera de la culpa de Adán y de la sangre de Caín, para nuestra humanidad que se ha vuelto hacia los ídolos olvidando su filiación divina, para esta humanidad ignorante de la Caridad y que la odia, hiriéndose a sí misma... para que terminen todos estos horrores, estos odios y que florezcan de nuevo las bendiciones de paz, para esta gran redención, no bastaba con arrepentirse, se necesitaba un sacrificio adecuado para obtener el perdón de Dios. [...]
"Nuestra iglesia de Urakami mantuvo intacto su fe durante 400 años en un Japón que la proscribía. Soportó numerosas y largas persecuciones. Y durante todo este conflicto no dejó de rezar por el regreso de la paz. ¿No era esta iglesia digna de ser elegida como holocausto en el altar de Dios, para que decenas de millones de hombres no perecieran víctimas de los estragos de la guerra? [...]
"Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados. Debemos recorrer fielmente y hasta el final nuestro doloroso camino. Siguiéndolo, hambrientos, sedientos, despreciados, azotados, sudorosos, seguramente seremos ayudados por Aquel que llevó su Cruz hasta la cima del Calvario: Jesucristo.
"El Señor ha dado, el Señor ha quitado, bendito sea el nombre del Señor. Demos gracias a Él por haber elegido a Urakami para el sacrificio. Estemos agradecidos, ya que, por este sacrificio, se ha devuelto la paz al mundo y la libertad de creer en Japón".
Fuentes: ad extra/cnn/Les cloches de Nagasaki/DICI n°453 – FSSPX.Actualités
Imagen: Nagasaki City Office (長崎市役所), Domaine public, via Wikimedia Commons