Judas y la Última Cena

Fuente: FSSPX Actualidad

La Última Cena de Philippe de Champaigne (1602-1674)

La cuestión de la presencia de Judas Iscariote en la Última Cena del Jueves Santo ha suscitado numerosos debates a lo largo de los siglos del cristianismo. Se trata de una controversia antigua, pero cuya importancia sigue siendo más actual que nunca: comprender con mirada de fe la santidad de la Iglesia y de sus sacramentos a través de la fragilidad de sus miembros.

Los Evangelios sinópticos —según San Mateo, San Marcos y San Lucas— y el Evangelio según San Juan ofrecen relatos que, aunque coinciden en líneas generales, presentan divergencias en la cronología y los detalles, especialmente en lo que se refiere al momento en que Judas abandona a Cristo la noche del Jueves Santo. Estas diferencias han llevado a los Padres de la Iglesia a proponer diversas interpretaciones.

En los sinópticos, Judas está explícitamente presente en la cena pascual. Mt. 26, 20-25 y Mc. 14, 17-21 relatan el anuncio por parte de Cristo de la traición de uno de los Doce durante la Cena, identificando a Judas como el traidor. Lc. 22, 21-23 también sitúa este anuncio durante la Cena. Pero ninguno de estos relatos precisa claramente si Judas abandona la mesa antes o después de la institución de la Eucaristía.

San Juan describe una cena durante la cual Jesús lava los pies de los discípulos y anuncia la traición de Judas. Después de darle un trozo de pan, Jesús le dice: "Lo que vas a hacer, hazlo pronto" (Jn. 13, 27), y el traidor sale inmediatamente. Esta salida parece preceder a la institución de la Eucaristía, que no es mencionada explícitamente por San Juan. Esta divergencia ha alimentado las especulaciones de los Padres de la Iglesia sobre la participación de Judas en la Última Cena y su posible comunión.

Orígenes (185-254) tiene una perspectiva espiritual. En sus Comentarios sobre el Evangelio de San Juan, sugiere que la salida de Judas (Jn. 13, 30) marca un punto de inflexión simbólico: al abandonar la cena, se excluye a sí mismo de la comunión con Cristo. Orígenes insiste en que la presencia física de Judas en la Cena no garantiza su participación en la gracia divina. En esta interpretación, la presencia de Judas es secundaria frente al significado espiritual de la institución del sacerdocio y de la Eucaristía.

San Juan Crisóstomo (347-407), en sus Homilías sobre el Evangelio de San Mateo, afirma que Judas estaba presente en la Última Cena, pero insiste en su indignidad moral. Esta presencia ilustra la longanimidad de Cristo, que tolera al traidor hasta el último momento con la esperanza de su arrepentimiento. Pero el autor afirma que Judas no pudo participar dignamente en la Eucaristía, y se basa en Jn. 13, 27-30 para sugerir que abandonó la mesa antes de la institución del sacramento.

San Agustín (354-430), en sus Tratados sobre el Evangelio según San Juan, propone una interpretación matizada que articula las dimensiones histórica y sacramental. Reconoce que Judas probablemente estaba presente durante la cena, según los sinópticos, pero afirma, basándose en San Juan, que Judas se marchó antes de la institución de la Eucaristía. En su opinión, la Eucaristía, sacramento de la unidad, no puede ser recibida por el traidor que ya se ha separado de la comunión de la Iglesia naciente.

Sin embargo, el autor de las Confesiones admite que, aunque Judas hubiera estado presente, su recepción del sacramento habría sido estéril, incluso condenatoria, debido a su delito. Esta perspectiva refleja el pensamiento agustiniano profundizado más tarde por santo Tomás de Aquino, según el cual los frutos espirituales de la comunión dependen de la disposición interior del receptor.

San Cirilo de Alejandría (378-444) aborda la cuestión en sus Comentarios sobre el Evangelio según San Juan. Para él, es impensable que Judas, poseído por Satanás en el momento de la traición (Jn. 13, 27), pudiera recibir el sacramento. Se basa en la cronología de San Juan para concluir que Judas abandonó la cena antes de la institución de la Eucaristía, preservando así la santidad de la misma. Para Cirilo, la divinidad de Cristo y la dignidad de los sacramentos no pueden ser profanadas por un corazón corrupto.

En resumen, las divergencias entre los Padres de la Iglesia sobre la presencia de Judas en la Última Cena revelan importantes cuestiones relativas a la naturaleza de la Eucaristía, la gracia sacramental y la libertad humana. La mayoría de los Padres coinciden en proteger la dignidad de la Eucaristía excluyendo a Judas de su recepción, ya sea por su salida prematura o por su indignidad moral. Esta posición subraya la importancia de la preparación espiritual de los fieles antes de recibir el sacramento.

La presencia de Judas en la cena, aunque sea temporal, ilustra la misericordia de Cristo, que ofrece a todos, incluso al traidor, una oportunidad de redención. Orígenes y Crisóstomo ponen de relieve esta paciencia divina, invitando a los fieles a reconocer la gravedad de la traición e imitar la compasión de Cristo.

La figura de Judas, presente o ausente en la Eucaristía, encarna el drama de la libertad humana. Para San Agustín, en particular, Judas ilustra el misterio de la predestinación y la gracia: incluso en presencia de Cristo, un corazón endurecido puede elegir la condenación.

Una cosa es segura: lejos de ser definitiva, la cuestión de la presencia de Judas en la Cena del Jueves Santo invita a los fieles a escrutar el misterio de la Santa Misa con una humildad y una reverencia en las que la liturgia tradicional no podría introducirnos mejor.