La basílica de San Marcos en peligro por las inundaciones en Venecia
La basílica de San Marcos, en Venecia, fue construida en el año 828 para albergar las reliquias del evangelista San Marcos, que habían sido robadas el año anterior a los coptos de Alejandría y luego escondidas en barriles de carne de cerdo seca para poder salir de la ciudad justo frente a las narices de las fuerzas de ocupación islámicas. Hoy, la basílica sufre los estragos causados por inundaciones repetidas que amenazan su existencia.
La marea excepcionalmente alta que azotó Venecia alcanzó un máximo de 1,87 metros el martes 12 de noviembre de 2019. Se trata de la segunda "acqua alta" más elevada registrada en Venecia desde que comenzaron las mediciones en 1923, después de la del 4 de noviembre de 1966 (1,94 metros).
Las inundaciones han llegado al punto de amenazar la existencia misma de la basílica de estilo bizantino: "hemos visto moverse algunos trozos del suelo", explicó Pierpaolo Campostrini, miembro del programa "Mose", Moisés en italiano, que tiene como objetivo asegurar la ciudad de Venecia mediante un nuevo sistema de diques flotantes.
Por ahora, lo más urgente es la limpieza: "ahora mismo - continúa Pierpaolo Campostrini - estamos limpiando el nártex, con la mayor cantidad de agua fresca posible para eliminar la sal (...). Sabemos que los daños saldrán a relucir más adelante (...). Estamos trabajando desde dos frentes. Por un lado, limpiando y monitoreando cada parte de la basílica, mientras esperamos ver los efectos de estas últimas inundaciones. Por otro lado, tenemos la intención de trabajar con una mayor convicción en el diseño y construcción de obras que mantendrán las inundaciones alejadas de la basílica: para esto son necesarios al menos 10 millones de euros".
El proyecto Mose consiste en la instalación de 78 diques submarinos que se elevan en caso de ser necesario para detener el aumento de las aguas y proteger la laguna del mar. El dispositivo, parte del cual se puso a prueba recientemente, provocó vibraciones preocupantes y los ingenieros descubrieron que varias piezas están oxidadas.
"Hay dos caminos: uno es el proyecto Mose, y para eso necesitamos saber si todavía funciona, o se tendrá que recurrir a otro proyecto", señaló Carlo Alberto Tesserin, administrador en jefe de la basílica.
Desde la inundación de noviembre, se han recibido donaciones provenientes de todo el mundo: "la fragilidad de la basílica finalmente se ha comprendido en el extranjero", declaró Pierpaolo Campostrini. Ojalá que todavía estén a tiempo de salvar una de las raras y extraordinarias gemas de estilo bizantino intactas en Occidente.
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Fuentes: Gente Veneta/Le Figaro - FSSPX.Actualités - 11/12/2019