La Cuaresma con Bossuet - Meditaciones sobre el Evangelio (2)

"La Crucifixión con María Magdalena" (1827) - Francesco Hayez
Profusión de perfumes en la cabeza y los pies de Jesús
Perfumar a Jesús es alabarlo. Perfumar la cabeza de Jesús es alabar y adorar su divinidad, porque la cabeza de Jesucristo, como dice San Pablo, es Dios (1 Cor. 11, 3). Perfumar sus pies significa adorar su humanidad y sus flaquezas.
Cuando María Magdalena enjugó los pies de Jesús con sus cabellos puso a sus pies sagrados su hermosura, e incluso su cabeza, con todas las vanidades y glorias del siglo. Todo lo debemos sacrificar a Jesús, y solo a Él debemos complacer: ¿acaso los cabellos que han tocado los pies de Jesús podrán servir otra vez a la vanidad? Así es como Jesús quiere ser amado. Solo Él es digno de todo el amor y todos los homenajes.
No derramemos solamente ricos perfumes sobre Jesús, "quebremos el alabastro" (Mc 14,3), donde estaban encerrados, para que Él lo posea todo. Su cabeza y sus pies fueron bañados con estos perfumes admirables, y toda la casa fue embalsamada.
El ejemplo de la piedad de estas santas mujeres llenó a toda la Iglesia de su buen olor.
FSSPX.Actualités - 04/03/2020