La difícil vida de los cristianos en el este de Níger

Fuente: FSSPX Actualidad

Abandono, miseria y persecución: tres palabras que resumen por sí solas el calvario vivido en 2022 por los católicos del este de Níger, abandonados en manos de los yihadistas desde hace varios años.

"Nos quedaremos mientras haya comida". Los cristianos de la parroquia de Bomoanga -desde hace varios años en manos de yihadistas afiliados a la organización Estado Islámico (EI)- están determinados. 

El testimonio enviado, en febrero de 2022, al Padre Mauro Armanino, religioso de la Sociedad de Misiones Africanas (SMA) es muy valioso para comprender el estado de persecución y abandono en el que se encuentran estos cristianos del este de Níger.

En esta región donde hay aproximadamente cuarenta y cinco aldeas, ahora ocupadas por los fulani -un pueblo nómada que ha abrazado la causa del islamismo más radical por razones a menudo étnicas-, la vida cotidiana de las familias ha adquirido el color de la ropa impuesta por sus nuevos amos.

"Todos, cristianos y no cristianos, están obligados a seguir la sharia salafista", explican los lugareños al Padre Armanino, a quien describen el nuevo código de vestimenta: "pantalón corto negro, barba para los hombres y velo completo para las mujeres". Cualquier violación es severamente castigada.

Como cristianos, los feligreses de Bomoanga tienen que pagar el "zakat, el impuesto islámico que se recauda sobre los bienes inmuebles, porque hace tiempo que se acabó el dinero".

Un impuesto injusto que pesa cada vez más, porque "el cultivo en los campos se hace imposible por la dificultad de moverse debido a las amenazas que se ciernen sobre nosotros": en efecto, los yihadistas se han encargado de llenar el campo de minas antipersona para disuadir a posibles fugitivos...

En cuanto al zakat, este solo les permite conservar sus vidas, pero no practicar libremente su religión: "Está terminantemente prohibido para los cristianos rezar en la capilla y exhibir cruces", lamentan los habitantes.

Habiendo cerrado los mercados públicos hasta nuevo aviso por parte de los soldados del EI, "tenemos carencia hasta de sal", informa el Padre Armanino, que explica cómo los feligreses consiguen pasar información conectándose a la red desde la vecina Burkina Faso, ya que las torres han sido destruidas en el lado de Níger.

"Rezan juntos y sus oraciones llegan lejos", concluye lleno de esperanza el misionero italiano.

Desde hace un año, la situación de seguridad sigue deteriorándose en esta región de bosques y sabanas sahelianas, cercana al punto de convergencia de las tres fronteras de Malí, Burkina Faso y Níger.

Ante la impotencia de los gobiernos electos para frenar los ataques de los islamistas, se produjeron golpes de estado en Malí y Burkina Faso, llevando al poder a militares que ya no dudan en apelar a las potencias extranjeras -como Rusia- para que acudan en su ayuda.

El futuro dirá si en 2022 llegará el final de la prueba para los valientes católicos de Bomoanga.