La eutanasia en el país de los kiwis

Fuente: FSSPX Actualidad

Una vez más, Nueva Zelanda se destaca por su progresismo: los resultados finales del referéndum sobre la eutanasia acaban de derribar una de las últimas salvaguardas que protegían la vida de los pacientes más vulnerables.

Al igual que ha sucedido en otros países, fue el gobierno el que tomó la iniciativa. En junio de 2020, el Parlamento de Nueva Zelanda votó en una segunda lectura a favor de un proyecto que permite a los pacientes con enfermedades terminales, con menos de seis meses de vida, solicitar un "suicidio asistido".

Sin embargo, el poder legislativo quiso condicionar la promulgación de la ley a un referéndum popular, hábilmente organizado el 17 de octubre de 2020, a raíz del triunfo en las elecciones legislativas de la primer ministro laborista saliente, Jessica Arden.

La comisión electoral del archipiélago dio a conocer los resultados finales del referéndum el 6 de noviembre, los cuales son definitivos: el 65.1% de los neozelandeses dijo "sí" a la despenalización de la eutanasia.

A partir de ahora, cualquier adulto, considerado cuerdo, que padezca una enfermedad incurable que pueda causarle la muerte en un plazo de seis meses, y cuyo sufrimiento se considere "insoportable", puede solicitar un suicidio asistido.

La valoración de estos criterios subjetivos quedará en manos de dos médicos -uno que se supone debe ser independiente- y un psiquiatra, si hubiera alguna duda sobre la capacidad de la persona para tomar esta decisión: esto equivale a decir que una de las últimas salvaguardas contra la defensa de los pacientes más vulnerables acaba de caer, con la bendición del pueblo de Nueva Zelanda.

Se teme que la situación empeore pronto, ya que el proyecto de ley inicial preveía el acceso a la eutanasia para las personas enfermas que no se encuentran al final de su vida, sino únicamente en una "situación médica grave e irremediable". El Parlamento podría volver a debatir dentro de poco esta ampliación, en particular durante la primera evaluación de la ley, tres años después de su entrada en vigor.

Este escenario tan peligroso es tanto más probable cuanto que corresponde a la relajación de la ley, tal como ha sucedido en cada uno de los países que hasta ahora han despenalizado la eutanasia.

Una amplia oposición de los médicos

Esta aprobación contrasta con la importante renuencia expresada por los médicos de todo el país. Más de 1,800 profesionales de la salud han firmado la petición "Los Médicos Decimos No" para expresar su negativa a participar en la administración voluntaria de la muerte a sus pacientes.

La ley también establece una cláusula de conciencia que permite a todo médico negarse a participar en un suicidio asistido. Finalmente, una sentencia declaratoria pronunciada por el Tribunal Superior de Nueva Zelanda en junio de 2020 confirmó la legitimidad de la exclusión general de la práctica de la eutanasia dentro de un establecimiento sanitario, basada en la ética de la institución. No obstante, esta posibilidad debe ser confirmada por un comité.