La hora de la verdad entre China y el Vaticano

Fuente: FSSPX Actualidad

La Santa Sede protestó oficialmente contra la reciente instalación de un obispo auxiliar dentro de una jurisdicción eclesiástica ilegítima a los ojos de Roma, mediante un comunicado de prensa con un tono inusualmente firme. Esta es la primera prueba real del acuerdo China-Vaticano, renovado hace unas semanas, y cuya supervivencia parece pender de un hilo.

¿Se ha terminado la luna de miel, al menos aparente, entre el Vicario de Cristo y el Hijo del Cielo? Lo menos que podemos decir es que se ha visto seriamente afectada desde el comunicado oficial publicado en el sitio web oficial del Vaticano el 26 de noviembre de 2022, como informó FSSPX.Actualidad.

Al ser cuestionado el 28 de noviembre sobre la instalación unilateral de Monseñor John Peng Weizhao como obispo auxiliar de la "diócesis de Jiangxi", el portavoz del Ministerio Chino de Asuntos Exteriores respondió a la prensa que "no estaba al tanto de esta cuestión en particular", eliminando de un golpe las protestas romanas.

Zhao Lijian se limitó a señalar que "en los últimos años, China y el Vaticano han logrado una serie de importantes consensos, y (que) las relaciones chino-vaticanas continúan mejorando para promover el desarrollo armonioso del catolicismo chino".

Para Michel Chambon, antropólogo y teólogo especializado en China, la nueva firmeza del Vaticano supondría un "cambio de estrategia" en el "contexto de creciente presión desde el pasado mes de abril y la detención del cardenal Zen".

Lejos del fracaso del acuerdo, el comunicado romano revelaría, según el investigador, que ha entrado en una fase de prueba: en efecto, las autoridades chinas tuvieron cuidado en nombrar obispo a un prelado de la llamada "clandestinidad" o Iglesia "clandestina", reconocida por Roma desde el inicio, evitando así la acusación de cisma formal, que habría significado la última transgresión fatal del acuerdo entre Roma y Beijing.

Por parte de la Santa Sede, el enfrentamiento actual tendría como objetivo, según el sinólogo, garantizar el poder de Roma en la transferencia de obispos y la división de los distritos eclesiásticos: en efecto, para el Vaticano, la "diócesis" de Jiangxi sigue siendo una provincia dividida en cinco diócesis y prefecturas apostólicas, fusionadas en una sola entidad por las autoridades comunistas en 1985, sin la aprobación del Papa.

En otras palabras, la decisión de nombrar un obispo legítimo a los ojos de Roma, para una diócesis no reconocida por esta última, es para Beijing una forma inteligente de aclarar y endurecer el acuerdo logrado con el Vaticano, marcándole severas limitaciones.

Para Roma, comunicar su descontento sería una forma de "poner a prueba" a los líderes de China. Y quizás aún más, una operación de supervivencia, un intento de la diplomacia del Vaticano para salvar las apariencias.

En efecto, la Santa Sede no puede comprometer la capacidad de nombrar, promover o trasladar a sus obispos, a riesgo de perder credibilidad y permitir que su imagen se deteriore un poco más en el tablero geopolítico mundial, en un momento en que muchos se preguntan por el silencio de la diplomacia pontificia sobre la alarmante situación de los católicos en China.

En una entrevista con la revista jesuita America, realizada una semana antes de la protesta de la Santa Sede, el Papa volvió a defender la línea diplomática del Vaticano frente a China. "Dialogamos tanto como es posible", insiste en esta entrevista. El objetivo de la Santa Sede, subraya, es permitir que los católicos chinos sean "buenos católicos y buenos chinos".

Tomando como modelo la Ostpolitik liderada por el cardenal diplomático Agostino Casaroli durante la Guerra Fría, afirma que "el diálogo es el camino de la mejor diplomacia", reconociendo, sin embargo, su lentitud y los "fracasos" que pueden replantear ese camino.

¿Seguirá el Vaticano su protesta? En todo caso, es seguro que China aprovechará este episodio para poner a prueba los límites de la determinación de la Santa Sede.