La Iglesia católica en Inglaterra se opone al proyecto de ley sobre la eutanasia

Fuente: FSSPX Actualidad

Monseñor Mark Davies

El proyecto de ley sobre la eutanasia que el gobierno de Keir Starmer acaba de presentar a la Cámara de los Comunes el 16 de octubre de 2024 ha provocado la protesta de una parte del episcopado y de muchos miembros de la sociedad civil. Pero la mayoría laborista, apoyada por una opinión pública resignada, bien podría lograr la normalización de la eutanasia.

La opinión pública es volátil, porque hace diez años los británicos se oponían en su mayoría a la liberalización del suicidio asistido. Pero una encuesta publicada el 11 de octubre por el King's College de Londres (Reino Unido) reveló que el 63% de los encuestados están a favor de la legalización de la eutanasia.

Se trata más de una actitud de resignación que de una elección real, dado que la inmensa mayoría de quienes están a favor de un cambio de ley motivan su decisión por la falta de cuidados paliativos, considerados demasiado subdesarrollados o costosos en un país donde la cobertura social es algo limitada.

Otro factor que podría inclinar la balanza a favor de la legalización de la eutanasia: el Partido Laborista, que tiene una amplia mayoría en la Cámara de los Comunes y que nunca ha ocultado su progresismo en las grandes cuestiones sociales.

Actualmente, el suicidio asistido es ilegal en el Reino Unido y cualquier “ayuda” o “inducción” al suicidio se castiga con hasta catorce años de prisión. Un problema en esta legislación surgió en mayo de 2024, cuando el Parlamento de Jersey aprobó un proyecto destinado a elaborar de aquí a 2027 un texto a favor de la eutanasia para los pacientes terminales. Mientras que en Escocia, aunque la eutanasia no está penalizada, la persona que ayuda directamente a un paciente a morir puede ser procesada por homicidio voluntario.

El episcopado británico se opone al nuevo proyecto de ley. El cardenal Vincent Nichols, primado de Inglaterra y Gales, escribió a los fieles católicos del reino para alertarlos: "Tengan cuidado con lo que realmente desean", advierte, consciente de que el proyecto de ley presentado al Parlamento "deberá estar redactado cuidadosamente", previendo "circunstancias claras y muy limitadas en las que sería lícito ayudar, directa y deliberadamente a poner fin a la vida de una persona”.

Para el alto prelado, no hay duda de que autorizar la eutanasia es una forma encubierta de fomentarla y generalizarla: "No olviden que todos los países donde se ha adoptado una ley de este tipo han demostrado claramente que las circunstancias en las que está permitido poner fin a la vida se amplían cada vez más, haciendo que el suicidio asistido y el asesinato médico, o eutanasia, sean cada vez más accesibles y aceptados", recuerda el cardenal británico, de quien se hace eco el portal de información digital de la Santa Sede.

“Una vez que la ley aprueba el suicidio asistido, desaparece una protección esencial de la vida humana”, afirma, enumerando las numerosas presiones que se ejercen sobre los pacientes al final de sus vidas. Para el cardenal Nichols, en el desarrollo de los cuidados paliativos reside la verdadera respuesta al sufrimiento de los pacientes.

Monseñor Mark Davies, obispo de Shrewsbury, también habló en las columnas del periódico católico Crux, denunciando un proyecto de ley que "conducirá al asesinato médico legal de los enfermos, los discapacitados y los ancianos".

Un punto de vista compartido en la sociedad civil. Por ejemplo, el profesor Claud Regnard, uno de los grandes nombres a favor de los cuidados paliativos en el Reino Unido, expresó su oposición: "Lo que se propone no es un modelo seguro sino un modelo puramente médico", precisa en las columnas de Figaro. Y agrega: "Una decisión capital se confía a un médico que decidirá en secreto, sin controles. Y este modelo puede ocultar errores, negligencias, prejuicios, discriminación e incluso actividades delictivas".

Presentado el 16 de octubre de 2024, el proyecto de ley británico sobre el fin de la vida abre la posibilidad a los adultos que padecen una enfermedad incurable y cuyo pronóstico vital es de seis meses, de terminar sus días con la ayuda de la asistencia médica. Después de los debates habituales, el proyecto debería ser sometido a votación de los diputados de la Cámara de los Comunes en noviembre: el mes de los difuntos, todo un símbolo.