La Iglesia católica en Polonia rinde homenaje a los sacerdotes deportados a Dachau

Entrada principal de Dachau en 1945.
El 28 de abril de 2018, los obispos católicos polacos rindieron homenaje al clero fallecido en los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial: en esta época la Iglesia pagó un precio muy alto al régimen nazi, que persiguió cruelmente a los cristianos.
Cuando una epidemia virulenta de tifoidea arrasó con el campo de Dachau, cerca de Múnich, a inicios del año 1945, un gran número de sacerdotes polacos detenidos se ofrecieron como voluntarios para ayudar a los agonizantes.
Dieciocho eclesiásticos fueron elegidos para atender el bloque de los pacientes enfermos de tifoidea, sabiendo que iban a encontrarse con una muerte segura. Sólo dos de ellos sobrevivieron. El heroísmo de estos sacerdotes polacos es sólo uno de los muchos ejemplos dados por los más de 2,500 sacerdotes católicos, religiosos, hermanos y seminaristas encarcelados en Dachau.
Eileen Lyon, profesora de historia de la Universidad del Estado de Nueva York, en Fredonia, se ha dedicado a investigar sobre los "bloques de sacerdotes" de Dachau. Recientemente, defendió su tesis durante la reunión de primavera de la American Catholic Historical Association, llevada a cabo del 12 al 14 de abril de 2018, en la Universidad Mount St. Mary de Emmitsburg.
Durante una entrevista para Catholic Review, el órgano de prensa de la arquidiócesis de Baltimore, Eileen Lyon recordó que más de 1,000 clérigos murieron en este campo, en ocasiones debido a la tortura. La Iglesia católica ya ha beatificado a 56, y un gran número de casos se encuentran siendo estudiados.
En Dachau, que originalmente era un campo de reeducación política abierto en 1933 en una fábrica antigua, se reservaron tres bloques para los sacerdotes: el 26, 28 y 30.
En diciembre de 1940, los miembros del clero detenidos en otros campos comenzaron a ser transferidos a Dachau, tras la intervención de la Santa Sede, preocupada por los tratos inhumanos a los que eran sometidos. Por ejemplo, en el campo de concentración de Gusen, cerca de Linz, en Austria, muchos sacerdotes murieron de agotamiento en una cantera de piedra.
Debido a que en Dachau el clero estaba exento de los trabajos pesados, los responsables del campo les encontraron otros "empleos", por ejemplo, como conejillos de indias para los experimentos médicos: "hicieron experimentos terribles con el paludismo y la temperatura", declaró la historiadora estadounidense. "Se trataba de experimentos supuestamente médicos que no tenían absolutamente ningún valor científico."
Una táctica común de los nazis era ofrecer la libertad a todos los sacerdotes que prometieran renunciar a su sacerdocio. "No encontré ningún caso de alguno que haya aceptado este trato," afirmó Eileen Lyon. "No me es posible asegurar (como historiadora) si esto fue a causa de su fe profunda en el sacerdocio o si no confiaban en el trato que se les proponía," añadió. "La emulación entre colegas y la ayuda mutua caritativa ayudaron a fortalecer el espíritu de fe, como lo demostró el historiador Guillaume Zeller en su libro publicado en 2015.
Eileen Lyon evocó uno de los momentos más extraordinarios de la historia del campo de Dachau: la ordenación sacerdotal del Beato Karl Leisner, un joven diácono alemán "en etapa terminal de la tuberculosis, quien deseaba más que ninguna otra cosa recibir el sacramento del Orden", explicó.
Los sacerdotes que sobrevivieron a los campos de concentración contaron sus experiencias algunos años después, y gracias a esto la académica estadounidense pudo compilar sus testimonios. Lyon señala que estos sacerdotes contemplaban la fe de una forma mucho más pura", perdonando absolutamente todo a sus verdugos. "Al verlos capaces de perdonar todo lo que habían padecido a causa de estas personas, se convierte en un testimonio muy poderoso de la fe que poseían", finalizó la historiadora.
Fuentes: The Catholic Sun/Catholic Review/Infocatho - FSSPX.Actualités - 23/05/2018