La Iglesia se enfrenta a la espiral de la guerra en el Congo

Fuente: FSSPX Actualidad

Kivu Norte en el mapa del Congo y las siglas M23

Desde la toma de Goma (República Democrática del Congo, RDC) por grupos armados apoyados por el régimen de la vecina Ruanda, la situación humanitaria de los habitantes, muchos de ellos católicos, no ha dejado de deteriorarse.

Confusión. Este término no es una palabra demasiado fuerte para describir la situación política y humanitaria en la RDC a principios de 2025. Un clima que inquieta a la Iglesia: "Exhorto a todas las partes en conflicto a comprometerse en el cese de las hostilidades y en la protección de las poblaciones civiles de Goma y de las demás regiones afectadas por las operaciones militares", declaró el Pontífice al final de la audiencia pública del 29 de enero de 2025.

En Goma, capital de Kivu Norte, en el este de la RDC, reina la inquietud desde que los grupos armados del Movimiento 23 de Marzo (M23) tomaron la ciudad, empujando al exilio a miles de civiles: "Grande es el sufrimiento de los desplazados que ya no saben adónde ir; es una tragedia que vive la población", advirtió Monseñor Willy Ngumbi, obispo de Goma, una de las 42 diócesis de un país que cuenta con cerca del 50% de católicos sobre una población de 109 millones de habitantes.

Los secesionistas del M23 entraron en Kivu el 27 de enero. Testigos contactados por la Agencia Fides informaron de "escenas infernales", en particular en la prisión de Munzenze, donde se encuentran varios miles de presos: las fuerzas de seguridad habrían abierto las puertas de la prisión y ahora todos los presos están sueltos, lo que se añade al caos creado por la llegada de los grupos rebeldes armados.

Para comprender el estado en el que se encuentran los católicos de Kivu Norte, es necesario situar los acontecimientos que sacuden la RDC en el contexto del genocidio ruandés de 1994. Tras la victoria final del tutsi Paul Kagame, que marcó el fin de las atrocidades, las milicias hutus, acusadas de numerosos crímenes, se refugiaron en la vecina Kivu Norte e intentaron reorganizarse.

Fue entonces cuando el nuevo gobierno ruandés, aún tambalante, se dedicó a destruir a estas milicias hutus mediante campañas preventivas en las que el espíritu de venganza a menudo se apoderaba de ellas. El régimen de Kigali libró así una guerra por "delegación", es decir, armando a los grupos que luchaban bajo sus propios colores. Así nació en 2012 el Movimiento 23 de Marzo. Es este movimiento el que acaba de derrotar a las Fuerzas Armadas de la RDC (FARDC) en Goma.

Pero contrariamente a la intención original de evitar que Ruanda fuera el blanco de las atrocidades de un poder hutu reconstituido, la principal motivación de la toma de Kivu del Norte es ahora económica, y lo ha sido durante mucho tiempo. En 2021, un informe de las Naciones Unidas afirmaba que "los principales motivos del conflicto en la RDC han pasado a ser el acceso, el control y el comercio de cinco recursos minerales clave: coltán, diamantes, cobre, cobalto y oro".

La rendición de las FARDC en Goma es una nueva bofetada a Francia en particular, acusada por la opinión en la RDC de no haber hecho todo lo necesario para contener la agresión ruandesa en territorio nacional. El 28 de enero de 2025 estalló la cólera popular en Kinshasa (RDC), lo que provocó un ataque contra la embajada de Francia, donde se controló un incendio.

"Estos ataques son inaceptables. Se está haciendo todo lo posible para garantizar la seguridad de nuestro personal y nuestros nacionales", publicó en X el ministro francés de Asuntos Exteriores, Jean-Noël Barrot.

En el infierno de Goma, Monseñor Ngumbi hizo un llamamiento a la unidad, advirtiendo contra "la gran tentación en estas circunstancias de buscar la división, de estigmatizarse unos a otros".

En Kivu Norte, que sigue siendo una de las regiones más densamente pobladas del país, el obispo suplica: "Debemos permanecer unidos, debemos permanecer en fraternidad". Varios días después de la toma de Goma, los saqueos siguieron multiplicándose en la ciudad, empeorando una situación humanitaria ya deplorable.