La ley belga muestra sus terribles resultados - 15,000 muertos en sólo 14 años

Fuente: FSSPX Actualidad

El 28 de mayo del 2002, se promulgó en Bélgica la ley que legalizó la eutanasia para los adultos.

Quince años después, entre el 2002 y el 2016, 14, 753 personas han sido legalmente asesinadas, según las cifras oficiales de la Comisión Federal de Control. La asociación Alliance Vita ha publicado un análisis que no puede más que provocar escalofríos.

La primera conclusión del análisis publicado por Alliance Vita, una organización que trabaja para la protección de la vida humana, es el preocupante aumento en el número de los casos de eutanasia: se presentaron 2024 declaraciones a la Comisión Federal de Control, en comparación con las 953 presentadas en el 2010, en otras palabras, los casos se han duplicado en seis años.

Y sin embargo, a pesar de las promesas de aquellos que promovieron esta desastrosa ley, los abusos no se han detenido. Sigue habiendo numerosos casos de eutanasias clandestinas: se calcula que alrededor del 27% de todos los casos de eutanasia en Flandes y el 42% en Valonia.

Otro de los abusos radica en el hecho de que la Comisión Federal de Control, que ha examinado todas las declaraciones que ha recibido desde que la ley fue implementada en el 2002, ¡no ha enviado ni un solo caso al fiscal desde el 2015! Eso es más que suficiente para suscitar dudas sobre la imparcialidad de una organización conformada, casi en su totalidad, por especialistas a favor de la eutanasia, entre ellos el presidente de la Asociación Belga para el Derecho a Morir con Dignidad (ADMD).

El análisis de los 15 años de eutanasia legal señala también la interpretación cada vez más laxa del punto: "sufrimiento físico o psicológico constante, insoportable e interminable", el uso de la eutanasia para obtener transplantes de órganos y la presión moral para suprimir la conciencia...

La evolución de las mentalidades es muy alarmante, especialmente en las regiones flamencas, donde la eutanasia es constantemente banalizada en nombre de la libertad del individuo "para poder disponer sobre su propia muerte y vida". Cada vez más, la eutanasia se considera, al igual que el aborto, un derecho cuya aplicación puede ser exigida por uno mismo o por los seres queridos.

Esta banalización llegó al punto máximo con el voto realizado el 28 de febrero del 2014, para aprobar la ley que convirtió a Bélgica en el único país que puede practicar la eutanasia en menores de cualquier edad, únicamente basándose en su capacidad de discernimiento, un concepto que es particularmente difícil de evaluar y, por tanto, susceptible a favorecer todo tipo de excesos.

¿Hay esperanza?

 

Sin embargo, todavía queda un pequeño rayo de esperanza: cada vez hay más iniciativas para evitar la banalización de la eutanasia, y la oposición está levantando la voz. Los profesionales de la salud están empezando a hablar de los abusos en sus servicios; las redes sociales y los medios de comunicación independientes están publicando documentos sobre la realidad de la eutanasia.

La única sombra proyectada sobre esta reacción tan saludable es, irónicamente, de origen religioso: la reciente declaración del 22 de mayo de los obispos belgas sobre la eutanasia practicada a pacientes psiquiátricos. Los obispos belgas protestaron contra este hecho de forma apocada y torpe: "No podemos aceptar que se practique la eutanasia en pacientes psiquiátricos que no están en condición terminal." ¡Como si las cosas cambiaran cuando sí están en condición terminal!

Su carta finaliza con un mediocre e irónico llamamiento al debate:

Los cristianos y los líderes de la Iglesia no son los únicos que se plantean preguntas sobre la eutanasia. Existe un debate constante sobre este tema. Hay varias preguntas fundamentales: ¿qué nos hace humanos? ¿Qúe conforma una sociedad humana? ¿Qué objetivo tiene realmente el progreso? Existen, de hecho, límites y prohibiciones que han sido aplicados desde hace mucho tiempo, desde que el hombre empezó a vivir en sociedad. Si los tocamos, estamos atacando los cimientos de nuestra civilización. Es por ello que hacemos un llamamiento a la mesura y a continuar el diálogo sobre estas cuestiones.

La Iglesia católica en Bélgica parece estar más intimidada que nunca, justo en el momento en que los fieles esperan que sus pastores ofrezcan oposiciones valientes y sistemáticas a una ley que va abiertamente contra la ley natural más elemental, solemnemente pronunciada por el Creador en el Decálogo: "No matarás." Pero a Dios ni siquiera se le menciona...