La pandemia y Fátima
Basilique Notre-Dame de Fourvière
María Medianera de todas las Gracias
En la fiesta de la Anunciación, el 25 de marzo de 2020, el Cardenal Antonio Marto, Obispo de Fátima-Leiria consagró a Portugal, España y otras 22 naciones a los Corazones unidos de Jesús y María para implorar la intercesión del Corazón Inmaculado de María contra la pandemia.
De esta manera, se ha recordado en este tiempo de gran necesidad, la llamada de la pequeña Jacinta, que antes de su muerte advertía seriamente: “Decid a todos, que Dios quiere concedernos sus gracias por medio del Corazón Inmaculado de María; hay que pedirle todo, hay que implorar la paz al Corazón de María, porque Dios le ha confiado todo.”
Covid-19, ¿un castigo de Dios?
El 13 de julio de 1917, María invocó al mundo: “Si no se deja de insultar a Dios, comenzará otra guerra mucho peor... Dios castigará al mundo por sus crímenes con la guerra, el hambre, la persecución de la Iglesia y del Santo Padre...” Pero no han dejado de insultar gravemente a Dios; por el contrario, mediante la apostasía, la blasfemia y el rechazo de los mandamientos, han despreciado a Dios, que no es otra cosa que un odio encubierto, de manera oficial y por parte de naciones enteras.
La misa votiva dedicada a la defensa contra la enfermedad contagiosa Recordare, Domine (Nº 23 del Misal Romano), menciona varias veces la ira de Dios. Dios, que quiere inducir a los pecadores a arrepentirse de sus pecados, los castiga con epidemias, hambre y guerra, y suprime estos flagelos tan pronto como el pueblo se convierte. Este concepto es rechazado con vehemencia en la actualidad, porque no corresponde a la imagen moderna de Dios en la mente de los hombres.
¿Qué es la ira de Dios?
La ira de Dios no es comparable con la ira humana como expresión de descontrol, sino por el contrario, es una expresión del amor de Dios. Como un padre amoroso, Dios intenta exhortar a sus hijos con bondad. Pero, si se ignora esta delicadeza, el Padre debe emitir tonos más fuertes y amenazar con castigos, a fin de que los hijos se percaten de que la situación es grave. Así, por su amorosa preocupación por nosotros los seres humanos, Dios hace también uso de este último recurso de castigo, para inducirnos a nosotros, sus hijos, a arrepentirnos y poder salvarnos.
En realidad, los castigos severos de ahora, como expresión de la justa ira de Dios, son bien merecidos, pero sólo viene este minúsculo virus. ¿Qué ha ocurrido? Esta delicadeza no es otra cosa que la suave intervención de un amor maternal, evidentemente de Nuestra Señora. Quiere una vez más, dar a la humanidad una última oportunidad, que tomemos esta pandemia, conocida por todos los pueblos, como una seria advertencia. Desde la Segunda Guerra Mundial el nivel de vida ha aumentado debido a la creciente prosperidad y al progreso de la tecnología. La gente se siente tan segura que se ha olvidado de Dios. Después de 75 años, este es el primer choque que ha golpeado al mundo entero y que debería haber llevado a una seria reflexión. Este período de gracia se lo debemos al Corazón maternal de María.
Redescubrir el Santo Rosario
En muchos lugares las iglesias fueron literalmente cerradas, para que nadie tuviera acceso a los sacramentos. Entonces, nuestros fieles se quedaron con el Santo Rosario, que nadie nos lo puede quitar. El Rosario no sólo como oración de súplica, sino también como una ayuda para la contemplación y profundización de los misterios de la salvación y, en particular, como una cadena de conexión con el Cielo.
De esta manera, en esta época de crisis del Covid-19, ¡el mensaje de Fátima es más actual que nunca!