La religión en China: un tabú que se desvela poco a poco

Fuente: FSSPX Actualidad

Sichuan, prefectura autónoma tibetana de Garzê

La reciente renovación por cuatro años del provisional -y controvertido- acuerdo entre China y la Santa Sede brinda la oportunidad de debatir el estado actual de la religión y el sentimiento religioso en China.

Evaluar las tendencias religiosas en la China actual es una tarea que merece añadirse a la lista de los doce trabajos de Hércules, aunque solo sea por la inmensidad de China y la cultura del secreto propia de este Estado totalitario donde la religión sigue siendo un tabú.

Aunque el Pew Research Center (PRC) no ha podido realizar por sí mismo una encuesta in situ, ha intentado cotejar y ponderar el mayor número posible de datos, publicados aquí y allá por la administración pública y las universidades chinas. Los resultados deben tomarse con cautela, pero dan una idea de la posición religiosa de la población.

Según dos encuestas realizadas en 2016 y 2018 por un organismo dependiente del Partido Comunista Chino (PCCh), solo el 10% de los chinos se identifica con un grupo religioso, mientras que el 33% dice creer simplemente en la existencia de Buda, el 26% se limita a "quemar incienso varias veces al año -un gesto que equivale a implorar el favor divino-, mientras que el 18% se identifica con el movimiento taoísta, que es más una filosofía que una religión en sentido estricto". 

Una dificultad, y no menor, reside en el significado de las palabras: como señala el PRC, la palabra mandarín para "religión" es "zongjiao", un término acuñado por eruditos chinos a principios del siglo XX cuando trabajaban con textos sagrados occidentales.

"Zongjiao" designa ciertas formas de religión que, en la mentalidad china, se refieren sobre todo a las grandes religiones monoteístas importadas del extranjero, y que siguen pareciendo en gran medida impenetrables para las masas populares. El término "zongjiao" ignora la noción de religiosidad, que para los chinos, es más bien una cuestión de costumbre o superstición.

Y por si fuera poco, cabe añadir que en 2024, dados los avances en la sinicización de las religiones decretada por Xi Jinping, el término "zongjiao" tiene una connotación negativa, designando un estado mental retrógrado incompatible con el socialismo triunfante.

Otra encuesta oficial realizada en China en 2021 arroja una luz ligeramente distinta: el 88% de los chinos afirma "no tener religión", en el sentido de "zongjiao", lo que no significa que sean ateos.

Sin embargo, el 1% de la población china afirma ser musulmana, en particular la etnia uigur del este del país, el 2% es cristiana, el 3% se identifica con la práctica asidua de las religiones populares -adoración de ancestros, divinidades paganas- y el 6% se declara budista.

Esta encuesta del Estado comunista concluye que no ha habido un crecimiento significativo de las principales religiones monoteístas en China desde hace varias décadas: un juicio que hay que matizar cuando se recuerda la lucha del PCCh contra el cristianismo y el islam.

Algunas investigaciones académicas ayudan a matizar las cifras del gobierno. Según dichas investigaciones, la proporción de cristianos podría ser de hecho tan alta como el 7% o incluso el 9% de la población total, incluidos los niños. Otra encuesta realizada en 2018 reveló que el 7% de los chinos respondió "sí" a la pregunta tendenciosa "¿Cree en Jesucristo o en Dios?"

Nuevamente, según los datos facilitados por el gobierno chino, el protestantismo está más extendido que el catolicismo en China: en 2018 se contabilizaron 60,000 lugares de culto protestantes, frente a las 6,440 iglesias católicas registradas oficialmente.

Por último, cabe señalar que el protestantismo experimenta actualmente -según los resultados obtenidos por el RPC- una tasa de crecimiento significativamente superior a la del catolicismo: algunos ven en ello el hecho de que los grupos pentecostales, totalmente independientes y muy "volátiles", tienen más posibilidades de escapar al control religioso de un poder totalitario, a diferencia del catolicismo.

Se trata de una tendencia que la renovación del acuerdo provisional entre la República Popular China y la Santa Sede difícilmente podrá revertir. Una cosa es cierta: en China, como en todas partes, ¡la cosecha es abundante pero los trabajadores son pocos!