La situación se tensa entre el episcopado estadounidense y la administración Trump

Monseñor Timothy Broglio, presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, en audiencia con el Papa Francisco
El episcopado estadounidense no manifiesta el mismo entusiasmo hacia el nuevo inquilino de la Casa Blanca que el electorado católico, que votó mayoritariamente a favor del magnate neoyorquino. Los primeros decretos firmados por Donald Trump fueron la ocasión para un enfrentamiento entre la jerarquía eclesiástica y la nueva administración.
Los elementos del conflicto entre la administración estadounidense y los obispos del país se pusieron en marcha pocas horas después de la toma de posesión del cuadragésimo séptimo presidente de Estados Unidos y la firma de sus primeros decretos.
Monseñor Timothy Broglio, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), publicó un comunicado ambiguo, en el que señala que algunas disposiciones contenidas en los decretos son "profundamente inquietantes" y tendrían "consecuencias negativas", mientras que otras "pueden verse bajo una luz más positiva".
En el punto de mira: las medidas adoptadas por Donald Trump para cumplir sus promesas electorales en materia de control de la inmigración, la pena de muerte o el hecho de liberarse de ciertas políticas restrictivas/punitivas, según se dice en el bando republicano, en materia de ecología. Los matices de Monseñor Broglio no fueron suficiente para contentar a los obispos más hostiles a la administración.
El obispo de El Paso señaló que: "El recurso a una generalización abusiva para denigrar a un grupo, por ejemplo, calificar a todos los inmigrantes indocumentados de delincuentes o invasores, con el fin de privarlos de la protección de la ley, es una afrenta a Dios, que creó a cada uno de nosotros a su imagen", declaró Monseñor Mark Seitz, presidente de la comisión de migración de la USCCB.
Este último fue rápidamente seguido por el obispo de Arlington (Virginia), los de Michigan, Maryland y Colorado, por nombrar solo a algunos. Por su parte, Monseñor José Gómez, arzobispo de Los Ángeles (California), se esforzó por hacer oír una posición menos tajante, uniéndose a la del actual presidente de la USCCB.
La respuesta no se hizo esperar. El pasado 26 de enero, en una entrevista concedida al programa Face The Nation del canal CBS, el vicepresidente James D. Vance lamentó las declaraciones más negativas de los obispos: "Como católico practicante, esta declaración me ha roto el corazón.
"Y creo que la Conferencia Episcopal debería mirarse en el espejo, porque cuando reciben más de 100 millones de dólares para ayudar a instalar a inmigrantes ilegales, ¿se preocupan por cuestiones humanitarias? ¿O están más interesados en el beneficio que obtienen? Vamos a aplicar la ley de inmigración. Vamos a proteger al pueblo estadounidense".
El vicepresidente devolvió así la pelota al campo de la jerarquía eclesiástica, que no tuvo más remedio que justificarse: el cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York, una de las figuras más mediáticas de la USCCB, recordó que, en materia de asistencia a los inmigrantes, la Iglesia "gasta con una mano lo que gana con la otra", lamentando las "ofensivas" palabras de JD Vance.
Monseñor Strickland, obispo emérito de Tyler, destituido por ser demasiado crítico con el actual pontificado, protestó: "Mi corazón también está destrozado por los ataques del episcopado contra la nueva administración, que, sin embargo, ha logrado avances significativos en el ámbito de la protección a la vida", acusando a las organizaciones humanitarias católicas de actividades "ilegales" e "inmorales".
Esta situación permitió al episcopado estadounidense mostrar una unidad de visión con Francisco en temas sociales como la inmigración, la ecología o la pena de muerte. Dejando así de lado los temas de fricción que no faltan entre Roma y la USCCB en otros asuntos, como la forma de concebir la lucha por la vida, o el reformismo del pontífice argentino.
Además, la marcada oposición de la USCCB a la nueva administración es desconcertante, sabiendo que la candidatura Trump-Vance obtuvo el apoyo de la mayoría de los católicos el pasado 5 de noviembre, especialmente en el tema de la inmigración ilegal. Los obispos estadounidenses estarían equivocados si cortaran la rama en la que ellos mismos están sentados.
De hecho, eso es lo que JD Vance subrayó hábilmente durante su discurso en Face The Nation: "Francamente, creo que la Conferencia Episcopal no ha contribuido a poner en marcha la inmigración basada en el sentido común por la que votó el pueblo estadounidense, y espero, una vez más, como católico ferviente que lo hagan mejor la próxima vez".
Una forma de recordar con cortesía que el error es humano, pero que perseverar en él es diabólico.
Fuentes: CBS/Vatican News/Catholic News Agency – FSSPX.Actualités
Imagen: Facebook / USCCB