La veneración idólatra de las estatuillas de la Pachamama
Sin importar que el Vaticano lo acepte o no, el asunto del "rito amazónico" que tuvo lugar en los Jardines del Vaticano el 4 de octubre en presencia del Papa Francisco, y el de las "estatuillas" de la Pachamama que se produjo posteriormente, están lejos de ser un tema cerrado. Ambos requieren por lo menos de una aclaración y un mea culpa.
El culto según la teología católica
El culto es una veneración manifestada hacia un ser en razón de su propia excelencia o por su conexión con un ser digno de honor, por ejemplo, una imagen que lo representa. En el primer caso, el de la propia excelencia, es una cuestión de adoración absoluta; en el segundo, de adoración relativa.
Santo Tomás recuerda que "el honor o la reverencia se debe únicamente a las criaturas racionales" (Summa Theologica III, 25, 3-4). Esto incluye a la persona en general, y no solo a su naturaleza humana. Y agrega este segundo principio: no puede rendirse ningún honor a criaturas insensibles u objetos, excepto en la medida en que estos representan a una naturaleza racional. Nunca se trata de un culto rendido a las naturalezas sensibles no humanas, plantas o animales, para evitar cuidadosamente cualquier peligro de idolatría.
Solo una persona puede recibir un culto absoluto. Este culto se divide en dos tipos. El culto de latría está reservado solo para Dios. Ciertamente, solo Dios puede ser adorado. El culto de veneración o dulía se aplica a aquellos que están llenos de la gloria divina en el cielo, los ángeles y los santos que contemplan el rostro de Dios. La Santísima Virgen María, Reina de los ángeles y de todos los santos, recibe este culto en su plenitud, conocido con el nombre de hiperdulía.
El culto relativo se da a algunos objetos siempre y cuando tengan una conexión con la persona que recibe un culto absoluto, o incluso a las imágenes, en la medida en que estas representan a Dios. Por tanto, las reliquias de la verdadera Cruz reciben un culto de latría relativo, que se dirige a la persona misma de Jesucristo; lo mismo sucede con las imágenes que representan a Cristo. Los restos mortales, llamados reliquias, de los santos, reciben un culto relativo de dulía, al igual que las imágenes los representan.
Cabe señalar que los gestos de honor dados a los miembros del clero en las ceremonias litúrgicas de la Iglesia (inclinación, genuflexión, incensación) son un culto relativo a Cristo, que siempre es quien lleva a cabo la liturgia como único Sumo Sacerdote del Nuevo Testamento, y que es representado por el clero.
Finalmente, el culto, litúrgico o no, se manifiesta a través de gestos, actitudes, posturas u oraciones, destinados a manifestar el sentimiento interno: adoración, sumisión, rendir honor, que constituyen la parte principal del culto.
¿Qué es la Pachamama?
Los pueblos amerindios de la Cordillera de los Andes, especialmente los Aymara y los Quechua, han estado inmersos durante miles de años en creencias tanto animistas como politeístas que se remontan por lo menos al siglo XII a.C. Son dos deidades las que dominan la cosmogonía andina: Viracocha, una especie de creador, e Inti, el sol. A estas dos hay que añadir otra deidad muy importante, la Pachamama.
Este término proviene de Pacha o espacio-tiempo, dos nociones que están vinculadas en la cosmología andina, y Mama, la madre. Por tanto, la Pachamama representa a la Madre Tierra, no solamente el suelo o la tierra desde un punto de vista geológico, sino la Madre Tierra y la naturaleza en su conjunto. Es la protectora de las montañas, de la vida silvestre y los viajeros. Para obtener su protección, se le deben ofrecer cosas específicas durante los cultos: hojas de coca, shisha (cerveza de maíz) y conchas. Es común sacrificar camélidos en su honor: alpacas, guanacos, llamas o vicuñas. Este culto se mantiene muy vivo actualmente en las poblaciones que aún viven de la agricultura y la ganadería.
Durante la evangelización de los países andinos, las divinidades indias se mezclaron con los santos cristianos. Así, la Pachamama adoptó las características de la Virgen María y el dios Sol se convirtió en Cristo. Como sabemos, el politeísmo desemboca voluntariamente en el sincretismo. Fue necesario todo el celo y la paciencia de los misioneros para eliminar este peligro, que no pudo ser erradicado en todos los casos. Pensemos tan solo en la cantidad de siglos que tuvieron que pasar para erradicar el paganismo en Europa.
¿Qué representan las famosas estatuillas de la discordia?
No hay equívocos sobre este punto, y el propio Papa lo confirmó al comienzo de la 15ª congregación general del Sínodo, según lo informado por el sitio web Vaticannews: estas estatuillas representan a la Pachamama. El Papa agregó que se encontraban en la iglesia de la Transpontina "sin intenciones idólatras".
Esta interpretación es francamente insuficiente: le guste o no al Papa, la Pachamama es un ídolo, y lo peor es que se trata de un ídolo actual y no "antiguo", como intentó relativizar la situación el sitio web Zenit.
Paolo Ruffini, el prefecto del Dicasterio para las Comunicaciones, trató de dar una explicación para responder a esta controversia: "Ya hemos repetido varias veces en este lugar que estas estatuillas representan la vida, la fertilidad, la 'madre' tierra". En otras palabras, se trata de abstracciones y conceptos.
Ninguna explicación es suficiente
Esta justificación no es válida. Basta considerar las ceremonias realizadas alrededor de estas estatuillas, en presencia del Papa, para identificar en ellas acciones religiosas: una verdadera procesión para llevar estos objetos a los distintos lugares que ocuparían, una postración a doble rodilla, una instalación en el santuario y una vigilia de oración. Si estos no son gestos de culto, entonces ¿qué otra cosa pueden ser?
Además, la Iglesia nunca ha venerado, de ninguna manera, abstracciones como las descritas por el Sr. Ruffini. Especialmente cuando están representadas por una imagen o estatua, que por si fuera poco está desnuda. Si la virtud puede ser representada por una imagen - lo que se conoce como alegoría - nunca es con el fin de poder rendirle algún tipo de culto. Al contrario, la Biblia está repleta de advertencias divinas contra las representaciones impropias, que siempre corren el riesgo de ser una fuente de idolatría. Es así que la fertilidad, bajo las características de Astarté, se condena constantemente en el Antiguo Testamento. Lo mismo aplica para la Diana de Éfeso en el Nuevo Testamento.
Conclusión
El hecho es que estas ceremonias fueron objetivamente idólatras, independientemente de las intenciones de los participantes. Además, tienen un marcado gusto sincretista que no puede más que perturbar el sentido de fe de los pueblos amazónicos que viven entre los veneradores de la diosa Pachamama.
En cuanto a la Madre Tierra, que hace referencia a la creación, su adoración no es más que la forma más burda del paganismo, condenado en todas las páginas de las Sagradas Escrituras.
Lo único que resta para las autoridades de la Iglesia es llevar a cabo el mea culpa que exige este pecado, que ataca de manera particularmente grave el primer mandamiento. Se trata del pecado más grave que se puede cometer.
Y para los verdaderos fieles, lo único que queda por hacer es reparar esta terrible culpa, como hemos sido invitados a hacerlo por el Padre Pagliarani, Superior General de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X.
Fuente: Bolivia-excepcion/Vaticannews/Zenit – FSSPX.Actualités