Los católicos chinos angustiados por el silencio de Francisco
Fieles católicos chinos en una iglesia de Yunnan
El Padre Wendao ejerce su ministerio en el norte de China. Poseedor de varios diplomas obtenidos en el extranjero, el eclesiástico remitió al Instituto para las Obras Misioneras Pontificias (PIME) su testimonio de primera mano sobre la situación de los católicos en China.
La constatación del Padre Wendao sobre el estado de la Iglesia en China es clara: "No pasa un día sin que se haga todo lo posible para socavar la influencia de la Iglesia. Aumentan los cierres de orfanatos católicos, las iglesias permanecen cerradas; en los colegios se emiten directivas para indagar sobre la religión de alumnos y profesores, con amenazas en juego", declaró el misionero en un testimonio publicado el 14 de abril de 2021.
Es en este contexto que el Padre Wendao se pregunta sobre la relevancia del acuerdo firmado entre el Vaticano y China en septiembre de 2018 y renovado dos años después.
Según el clérigo, la normalización de las relaciones entre Roma y Beijing fue vista al principio como una oportunidad para los católicos de China.
"Cuando se firmó el acuerdo, todos esperaban mejores días. En los medios de comunicación, incluso se dijo que el Papa visitaría China en breve. Estábamos seguros de que seríamos testigos de una inminente relajación de la situación, a favor de la Iglesia y sus intereses", escribió.
A la luz de esta esperanza, los fieles chinos aceptaron reconocer como sus legítimos pastores a los obispos elegidos por Roma al término del acuerdo.
Pero, "la realidad es que una organización no reconocida por la Iglesia, la Asociación Patriótica, ha creado confusión entre los fieles y se ha erigido como el modelo oficial", lamenta el Padre Wendao.
Lo peor, en su opinión, es que los sacerdotes, "que acarician el sueño de convertirse en obispos, alaban constantemente el acuerdo, sin importar las consecuencias para la Iglesia; actúan como si estuvieran en el mercado de Liu'yin en Beijing, tomando en cuenta únicamente sus propios beneficios", denuncia.
Según el testimonio del sacerdote, se pasó rápidamente de la utopía a la distopía: "lo que sucedió posteriormente preocupó a los fieles. Muchas iglesias han sido cerradas, así como pequeños seminarios; los jóvenes menores de dieciocho años ya no pueden participar en ninguna celebración; los procuradores religiosos se han visto obligados a suspender sus actividades".
"Se han suspendido publicaciones católicas como Faith Press Weekly; el movimiento Xinde (Fe en mandarín) ha sido modificado. Las fachadas de todas las iglesias deben estar adornadas con carteles y banderas en conmemoración de la gloria del Partido Comunista; finalmente, con el pretexto de la pandemia, se han prohibido todas las ceremonias religiosas públicas".
Los católicos chinos se sienten abandonados por Roma
Pero lo más desgarrador del testimonio del Padre Wendao es el sentimiento de abandono por parte de la jerarquía, experimentado por los fieles chinos: "en el pasado, cuando sucedían tales cosas, la Iglesia universal siempre estaba dispuesta a alentar y apoyar a los católicos de China. Ahora, debido al acuerdo, la voz del Papa, esa voz que encarna la justicia, se ha mantenido en silencio".
La actitud de Roma ante la situación por la que atraviesa Hong Kong, de una normalización por parte de Beijing, es asombrosa: "incluso frente a las manifestaciones en Hong Kong contra la ley de extradición, que han ocasionado que millones de personas salgan a protestar a las calles, incluso ante la persecución, la Santa Sede ha guardado silencio", observa el sacerdote.
El Padre Wendao subraya otro aspecto del problema que suele ocupar un segundo lugar en los diversos análisis: aunque constituyen el campo misionero más importante de Asia, los asuntos chinos han quedado fuera de la jurisdicción de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, que es, sin embargo, competente en la materia por su propia naturaleza, y han pasado a la supervisión directa de la Secretaría de Estado: "esta es ahora la política que gestiona la vida de la Iglesia", concluye.
Y el sacerdote declara tristemente: "el optimismo mostrado por el cardenal Pietro Parolin, las voces entusiastas de los obispos oficiales chinos están ahí para enmascarar la dolorosa realidad de una Iglesia perseguida". Un juicio que recuerda otro: el del cardenal Joseph Zen, quien no ha dejado de denunciar el ambiguo papel que, en su opinión, es desempeñado por el secretario de Estado de la Santa Sede.
Después de esta dramática observación, el Padre Wendao quiere seguir creyendo en la solicitud del Santo Padre y se dirige a él como a un hijo: "ante una realidad tan apremiante, ¿callará la Iglesia universal e ignorará nuestra llamada de auxilio? ¡Su Santidad, por favor, escuche esta voz, la voz de los más débiles, la voz más auténtica de la Iglesia de China!"
Fuentes: Asianews – FSSPX.Actualités
Imagen: Dreamstime / Lilizhoufox