Los católicos filipinos divididos sobre el destino de Duterte

El expresidente Rodrigo Duterte en la CPI
Un tsunami acaba de golpear al archipiélago: la detención del expresidente filipino Rodrigo Duterte, ocurrida el 11 de marzo de 2025 en el aeropuerto internacional de Manila, ha despertado numerosas fracturas en la sociedad.
Acusado de crímenes contra la humanidad por el Tribunal Penal Internacional (TPI) por su "guerra contra las drogas", que se estima costó la vida a varios miles de personas entre 2016 y 2022, el expresidente ha sido extraditado a La Haya, Países Bajos, donde espera su juicio. Una decisión que divide a la mayoría católica del país.
La detención de Rodrigo Duterte marca un punto de inflexión en la historia de Filipinas. El expresidente, de 79 años, fue detenido al bajar del avión de regreso de Hong Kong, ante los ojos de sus partidarios y de una prensa en ebullición. Casi de inmediato fue trasladado a La Haya, donde deberá responder a las acusaciones relacionadas con su política antidrogas.
Según estimaciones del gobierno filipino, seis mil personas, muchas de ellas presuntamente relacionadas con el narcotráfico, habrían perdido la vida por las balas de las fuerzas de seguridad.
La Iglesia, que representa aproximadamente al 80% de la población, aprobó la detención, lo que ilustra las relaciones caóticas existentes entre la jerarquía católica y el antiguo presidente del archipiélago: en su época de candidato a la presidencia, Rodrigo Duterte insultó públicamente al Papa Francisco en términos que el decoro prohíbe mencionar.
Una vez elegido, calificó a Dios de "estúpido" y amenazó con atacar físicamente a los sacerdotes y obispos que se atrevieran a denunciar su campaña antidrogas. Todas estas provocaciones no han contribuido mucho al acercamiento entre la Iglesia y el Estado filipino...
Sin embargo, al día siguiente de su detención, el expresidente sigue gozando de gran popularidad entre una población mayoritariamente católica: una encuesta de opinión realizada el 13 de marzo por el instituto Pulse Asia reveló que Rodrigo Duterte, a sus casi 80 años, sigue siendo una referencia para muchos filipinos.
Esto ha enfurecido a una parte del clero muy comprometida con el movimiento social y poco sospechosa de tradicionalismo: "Ha dividido a la nación y a las familias", le reprocha el Padre Flavie Villanueva en las columnas de The Tablet, llamando al mismo tiempo a los católicos a mostrar "discernimiento en su fe".
Más mesurada, la Conferencia de Obispos Católicos de Filipinas (CBCP) publicó un comunicado explicando que "el mandato de la CPI no es solo una cuestión de derecho, sino que consiste en un llamamiento ético a la justicia y la verdad".
Una postura arriesgada, ya que en el archipiélago no siempre se ve con buenos ojos lo que se considera una intromisión en asuntos que afectan en primer lugar al Estado filipino. Con la posibilidad de convertir al expresidente de Filipinas en un mártir.
Por el contrario, para sus partidarios, Duterte es un "salvador" que se atrevió a desafiar a las élites y a las instituciones y respondió de manera "pragmática" a la plaga de la droga: "Si conocen a drogadictos, mátenlos ustedes mismos, porque sería demasiado doloroso pedirles a sus padres que lo hagan", declaró el expresidente en 2016. Unas declaraciones exageradas que en su momento tuvieron éxito entre las clases populares.
En Davao, ciudad natal y bastión político del expresidente, veinte mil de sus partidarios —según la agencia de noticias turca Anadolu Ajansi (AA)— organizaron vigilias de oración para pedir su liberación.
Entre ellos, fervientes católicos que ven en él a un líder lleno de defectos, pero que ha devuelto el orden: "Ha cometido errores, pero también ha salvado a familias de las drogas", testifica María Santos, una madre de familia de 45 años que asiste regularmente a misa. "La Iglesia debería centrarse en el perdón, no en el castigo", explica.
La ironía de la historia es que, aunque ahora está bajo llave a más de diez mil kilómetros de Manila, Rodrigo Duterte sigue siendo más que nunca una piedra en el zapato de la Iglesia, reavivando las fracturas en el catolicismo filipino.
Fuentes: The Tablet/Anadolu Ajansi – FSSPX.Actualités
Imagen: © ICC-CPI