Los católicos que apuestan por el algoritmo

Fuente: FSSPX Actualidad

Siguiendo el modelo de ChatGPT, en pocos meses han surgido varios robots “católicos”. Su objetivo: proporcionar respuestas instantáneas a preguntas sobre la doctrina de la Iglesia. Más allá del enfoque, surge la confiabilidad de estos algoritmos de un nuevo género.

El 30 de noviembre de 2022, el mundo descubrió el funcionamiento de la inteligencia artificial (IA), con un mensaje de la empresa OpenIA: "Ya puedes usar ChatGPT". En pocas horas, más de un millón de personas pusieron a prueba este nuevo robot conversacional, quizás sin darse cuenta del inmenso y formidable potencial de esta aplicación de la IA.

Una nueva tecnología que parece otra caja de Pandora: en mayo de 2023, el cardenal-arzobispo de Utrecht (Países Bajos), Monseñor Willem Eijk, pidió una posición oficial de la Iglesia con respecto a la IA. Previendo profundas consecuencias en la sociedad, el alto prelado explicó que la Iglesia debe participar activamente en el campo de la IA proporcionando una reflexión ética y estableciendo su presencia en este vasto ámbito.

Una llamada anticipada de los desarrolladores de Magisterium AI, un agente conversacional recién salido de las cajas de Longbeard, una empresa especializada en tecnología y marketing digital. Con sede en Roma, los clientes de Longbeard incluyen la Universidad Pontificia de Santo Tomás de Aquino, el Observatorio del Vaticano y el Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral.

El algoritmo Magisterium AI se basa en una base de datos de 456 documentos oficiales, incluidas las Sagradas Escrituras, el Catecismo de la Iglesia Católica, el Código de Derecho Canónico, la Instrucción General del Misal Romano, así como 90 encíclicas, 7 constituciones apostólicas y 26 exhortaciones apostólicas.

"Cuando trabajaba para la arquidiócesis de Toronto, mucha gente me hacía preguntas sobre la fe, el dogma de la Iglesia. Pasé mucho tiempo en la biblioteca para asegurarme de dar respuestas confiables. ¡En aquellos momentos soñaba con que existiera una tecnología como Magisterium AI!", explicó ante el micrófono de EWTN Matthew Sanders, uno de los creadores del chatbot anglosajón.

El lenguaje de Molière también tiene su robot desde hace unos meses, destinado a responder preguntas relativas a la doctrina cristiana: el proyecto CatéGPT se dio a conocer a principios de 2023, en Ginebra.

Surge la cuestión de la fiabilidad de este tipo de IA: incluso si las respuestas son relevantes, y si el riesgo de error es limitado gracias a una base de datos cerrada, los usuarios notaron inexactitudes.

"La dificultad de este sistema, dificultad que no tiene el teólogo, es tener en cuenta el contexto de la pregunta, lo que permite evitar salirse del tema en la respuesta", subraya Yannick Liabaud, uno de los responsables de la asociación "Iglesia e innovación digital".

La aparición de los avatares religiosos de ChatGPT no sorprende a los especialistas: "ChatGPT es una herramienta muy poderosa para encontrar información, pero podemos usarla bien o mal", señala Steve Bobillier. En una entrevista para el diario 24H, el filósofo explica que "el riesgo radica en tomar las respuestas como la 'palabra del evangelio'. Un texto, incluido uno religioso, siempre tiene una interpretación. La IA da uno, y no es necesariamente el más coherente".

Alexei Grinbaum, miembro del Comité Nacional Piloto de Ética Digital (CNPEN), ofrece una observación más alarmante: "La condición humana está evolucionando bajo la influencia de las máquinas parlantes, es imposible detener esta evolución o retroceder. […] Sin embargo, la necesidad de mantener la distinción entre hombre y máquina al nivel del habla está lejos de ser evidente en este caso".

Además, si el hombre ha creado máquinas capaces de "hablar", o más bien de producir frases, el uso de estas mismas máquinas tendrá una influencia directa en nuestra forma de razonar. Sin embargo, estas máquinas se expresan de manera "plana", sin profundidad: es decir, no piensan lo que producen. La pregunta es hasta qué punto nos afectarán.