Los cristianos sufren las consecuencias de la guerra en el sur del Líbano

Ain Ebel
Mientras Israel busca debilitar al máximo a Irán a través de Hezbolá, organización infiltrada desde hace muchos años en el sur del Líbano, los cristianos libaneses se encuentran entre las primeras víctimas colaterales del conflicto y tratan de sobrevivir a los bombardeos con la ayuda de la Iglesia.
"Aquí todavía hay 9,000 cristianos repartidos en tres pueblos. Vivimos en constante peligro; no hay ningún hospital cerca y solo tenemos tres horas de electricidad al día. Esto significa: sin agua, sin internet para llegar a la Cruz Roja".
El testimonio de Sor Maya El Beaino, publicado en el sitio web de Ayuda a la Iglesia Necesitada, da una pequeña idea de la terrible experiencia que viven los cristianos de Ain Ebel, un pueblo en el sur del Líbano, a cuatro kilómetros de la frontera con Israel.
El 1 de octubre de 2024, Israel reconoció haber lanzado “ataques terrestres limitados” contra Hezbolá en aldeas libanesas cercanas a la frontera, para destruir túneles e infraestructuras que les pertenecían.
Como explicó Le Monde el 3 de octubre, el envío de refuerzos de infantería regular y unidades blindadas, incluida la brigada Golani, “sugiere que la operación de Israel en el Líbano podría ir más allá de las incursiones dirigidas”. Además, el Estado judío pidió a los habitantes de cincuenta aldeas libanesas en el sur del Líbano que abandonaran sus hogares.
En Ain Ebel – donde los combates han dejado varias decenas de muertos – la presencia de religiosas de la Congregación de las Hermanas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María es un consuelo para quienes quieren quedarse en casa a pesar de los bombardeos: “Todos hablan de las personas que huyeron a causa de los ataques, pero nadie habla de los muchos cristianos que decidieron quedarse, temerosos de perder sus hogares y sus tierras para siempre", dice Sor Maya.
Por no hablar de aquellos que tuvieron que regresar a sus hogares a pesar del peligro: “Muchos habían abandonado la región al comienzo de la guerra de Gaza en octubre de 2023, pero muchas familias regresaron a sus hogares porque la vida en Beirut era demasiado cara y otros no podían soportar la separación de los padres de familia que quedaron solos en el sur”, dijo la religiosa.
Porque con 1.2 millones de desplazados y 2 millones de refugiados de Siria, la crisis de vivienda está llegando a su punto máximo, y las personas que huyen de los bombardeos se agolpan en escuelas o refugios disponibles, sin que se les distribuya ningún alimento.
La situación no es mucho mejor en el pueblo cristiano maronita de Jernaya, donde el corresponsal especial de La Croix pudo reunirse con los residentes: “Nos quedamos porque es nuestro pueblo, nuestras casas, nuestros campos, nuestras vidas. A nuestra edad, no vamos a dejar nuestro mundo atrás”, explica Jean-Antoine.
Un vecino dice: “No podemos salir de nuestras casas, de lo contrario las tomarán los chiítas. Esto ya lo vivimos en 1985. Cuando huimos, los chiítas se apropiaron de nuestras casas. Recuperar nuestras propiedades fue un proceso largo y doloroso”, dijo este exsoldado de las Fuerzas Libanesas (milicia cristiana dirigida por Samir Geagea).
El Tsahal –el ejército israelí– afirma no atacar las aldeas cristianas, aunque recuerda que Hezbola se refugia entre las poblaciones civiles. En Mjaydel, un pueblo cristiano que hasta ahora no ha sido atacado, dieciséis familias chiítas encontraron refugio: “Vinimos aquí porque es un pueblo cristiano y sabíamos que nos recibirían”, explica un musulmán.
Sin embargo, el Líbano sigue resistiendo, a pesar del trauma de la guerra civil (1975-1990) y del abandono de Francia, de las ocupaciones israelíes y luego sirias, de la explotación controlada del sur por parte de Hezbolá, sin mencionar la explosión del puerto de Beirut en 2020, y la ausencia de presidente por razones vilmente políticas, denunciadas recientemente por el patriarca maronita.
¿Por cuánto tiempo más?
Fuentes: AED/La Croix/Le Monde – FSSPX.Actualités
Imagen: AED