Los efectos nocivos y adictivos de internet

Fuente: FSSPX Actualidad

Jonathan Haidt, académico estadounidense especializado en psicología social, publicó un estudio que complementa de manera útil los realizados, especialmente en Francia, por Michel Desmurget (La fabrique du crétin digital, 2019, Faites-les lire ! Pour en finir avec le crétin digital - 2023) sobre los efectos nocivos y adictivos de internet y las redes sociales.

En Génération anxieuse (Generación ansiosa), el autor se centra en la salud mental de los jóvenes estadounidenses, tanto adolescentes como estudiantes, que se ha deteriorado de forma brutal y generalizada desde principios de la década de 2010.

Al constatar que el fenómeno afectaba también al conjunto de los países occidentales, descartó las causas que pudieran tener su origen en un contexto específicamente estadounidense y en factores coyunturales de índole económica o política.

Tras analizar numerosos y amplios estudios que identifican los trastornos de ansiedad, depresión, autolesión, intentos de suicidio y suicidios, cuyas tasas se dispararon a partir de ese fatídico periodo 2010-2015, el psicólogo estadounidense establece un vínculo entre la aparición de nuevos fenómenos que surgen como consecuencia de la expansión del internet de alta velocidad: la comercialización de los teléfonos inteligentes, el acceso ilimitado al internet móvil y el desarrollo exponencial de las redes sociales.

El cambio de comportamiento de una gran parte de la población no deja de tener consecuencias para los jóvenes. El número de horas que se pasan frente a las pantallas, tanto de día como de noche, provoca una desconexión con el mundo real y la ausencia de experiencias prácticas necesarias para el desarrollo personal (en particular, el juego libre entre niños), un deterioro de las relaciones con el entorno, del que se alejan, una pérdida de la comunicación real y un aislamiento que va acompañado de trastornos y, a menudo, de pérdida de sueño.

Además, los estereotipos difundidos por los influencers inducen comportamientos de imitación e identificación que crean en muchos jóvenes un estrés incontrolable, debido a la imposibilidad de corresponder a los modelos mostrados, tensión que es aún más marcada en las adolescentes, más sensibles a los dictados de la apariencia física y al reconocimiento social.

Los chicos, por su parte, tampoco escapan al encierro y la adicción, pero se inclinan más por la violencia de los videojuegos y la pornografía. Todos se ven atrapados por el flujo ininterrumpido de videos publicados por otros y se sienten obligados a participar en esta carrera por el reconocimiento social, produciendo fotos y videos que acentúan la exhibición permanente y angustiosa de su vacío existencial.

El diagnóstico es claro: la infancia del juego ha dado paso a la infancia del smartphone, denuncia Jonathan Haidt, al tiempo que señala la sobreprotección en el mundo real de la que son objeto los niños por parte de sus padres y de las leyes estadounidenses y, paradójicamente, la increíble libertad de la que disfrutan en el mundo virtual. Pero lejos de ser derrotista, el autor hace campaña para que se invierta la situación.

Tras analizar el origen y las causas de este desastre sanitario y social —aunque el autor no se sitúa en primer lugar desde un punto de vista moral—, Jonathan Haidt lanza un reto a los padres, los profesores, los políticos y los instigadores del sistema para salvar a la juventud del naufragio constatado.

Hay que devolver a los niños el gusto por jugar libremente, dejarles asumir responsabilidades acordes con su edad y recuperar así el gusto por una vida real propicia para las amistades y todo lo que fomente el amor por la vida.

Sin duda ingenuo en muchas de las propuestas que presenta —cuando se conoce el enorme reto económico de esta manipulación científicamente asumida por los gigantes tecnológicos GAFAM (Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft)—, el autor aboga por un mundo en el que los teléfonos inteligentes se utilicen tardíamente para no perjudicar el desarrollo del cerebro y el aprendizaje, y en el que la toma de conciencia del peligro que corren la mayoría de los padres favorezca la aparición de iniciativas colectivas de reacción, capaces de incitar a los jóvenes a reencontrarse en actividades reales que vuelvan a ser posibles.

La fuerza del espíritu de conformidad debe invertirse para hacer posible este cambio de comportamiento. "Las redes sociales son los generadores de conformidad más eficaces jamás inventados" (p. 74).

A pesar de algunas teorías naturalistas discutibles y de las referencias a las más diversas religiosidades que invoca para demostrar su tesis, el autor, que se declara ateo (p. 237), tiene el mérito de plantear la cuestión de la nocividad de las redes sociales para la vida espiritual. En conclusión, su libro Génération anxieuse invita a reflexionar sobre un fenómeno social que todavía no termina de destruir a los individuos, las relaciones sociales y, en última instancia, el buen uso de la libertad humana.

Génération anxieuse, Jonathan Haidt. Editions Les Arènes, 2025, 430 páginas, 24,90 €.

Padre Ph. Bourrat