Los ortodoxos ucranianos nuevamente en el punto de mira

Fuente: FSSPX Actualidad

Procesión de la Iglesia ortodoxa ucraniana vinculada a Moscú en Kiev

El 5 de noviembre de 2024, la situación de la ortodoxia en Ucrania volvió al primer plano. En Estados Unidos, varios miembros del Partido Republicano, incluido el vicepresidente electo, no han ocultado que la protección de la Iglesia ortodoxa ucraniana, vinculada al Patriarcado de Moscú, es una condición para prestar ayuda al país. Un tema que también cuenta con el favor de los diplomáticos vaticanos.

Para algunos en la nebulosa ortodoxa, el invierno se instaló repentinamente en Ucrania el 5 de noviembre de 2024, impulsado por un viento helado procedente de Estados Unidos. La elección de Donald Trump como 47º presidente de la primera potencia mundial ha cambiado radicalmente las cartas en la batalla religiosa que libran los lejanos herederos del cisma de 1054.

Para entender de qué va todo esto, primero hay que saber que el cristianismo "ortodoxo" sigue siendo la religión más practicada en Ucrania (72%), muy por encima del catolicismo (9%), el protestantismo, el islam y el judaísmo.

Una ortodoxia cismática en principio y, por tanto, dividida en la práctica. El 72% de los ortodoxos se divide en tres confesiones:

- La Iglesia ortodoxa ucraniana, históricamente vinculada al Patriarcado de Moscú (EOU-PM), fundada en 1990 y dirigida por el Patriarca Onofre;

- La Iglesia ortodoxa ucraniana fiel al Patriarcado de Kiev (EOU-PK), vinculada al Patriarcado de Constantinopla, fundada en 1992 y encabezada por el Patriarca Filaret;

- La Iglesia ortodoxa ucraniana (EOU), confesión autocéfala fundada en 2018 y encabezada por el Patriarca Epifanio.

Como consecuencia de la intervención militar rusa en la región del Dombás, el Parlamento ucraniano aprobó el 19 de octubre de 2023 la prohibición de la EOU-PM, voto confirmado en segunda lectura en agosto de 2024. Antaño dominante en Ucrania por el número de fieles y su influencia política, la EOU-PM poseía más de 10,000 iglesias y monasterios. Sin embargo, la EOU-PM ha perdido muchos de sus fieles como consecuencia de su nueva orientación, y esta erosión se ha agravado durante el actual conflicto.

Según el diario Le Monde, la EOU-PM cuenta aún con 9,000 parroquias en Ucrania, frente a un número aproximadamente equivalente afiliado a la EOU-PK, que crece más rápidamente. Pero las tribulaciones de la EOU-PM han conmocionado a J.D. Vance, actual vicepresidente de Estados Unidos. En un discurso del pasado mes de abril, pronunció palabras muy duras contra el gobierno ucraniano, denunciando una "agresión contra las comunidades cristianas tradicionales".

Para este católico converso, entonces candidato a la vicepresidencia, la ayuda a Ucrania debería estar condicionada a la protección de todos los cristianos del país: "Sería una vergüenza para nosotros negarnos a utilizar los cientos de miles de millones de dólares que enviamos a Ucrania como palanca para asegurar y garantizar una verdadera libertad religiosa", declaró.

Un portavoz de J.D. Vance declaró que el senador había "dejado clara su preocupación por la persecución de las comunidades cristianas en todo el mundo". De estos comentarios se hicieron eco miembros del ala izquierda del partido republicano, que declararon al Washington Post sentirse "preocupados por las influencias en la base del partido, especialmente tras la emisión de la entrevista entre Tucker Carlson y Robert Amsterdam [abogado que defiende los intereses de la EOU-PM]".

Pero la postura del actual vicepresidente electo tiene eco en Roma, ya que en agosto de 2024 el propio Francisco, refiriéndose a los fieles de la EOU-PM, dijo estar "preocupado por la libertad de los que rezan". De estos comentarios se hizo eco el portavoz del Kremlin, que calificó la prohibición de la EOU-PM de "ataque flagrante a la libertad religiosa y al cristianismo".

La espinosa cuestión de los ortodoxos ucranianos, y los resultados de las elecciones del 5 de noviembre, apuntan a una línea que va de Washington a Moscú, pasando por la Santa Sede. La cuestión es si esto bastará para poner fin a un conflicto que ha derramado demasiada sangre.

Por último, cabe esperar que la preocupación por las iglesias perseguidas, ya sea en Roma o en Washington, no sea selectiva, y que los católicos del Dombás no sean los grandes olvidados de esta diplomacia.