Los últimos mosqueteros del Concilio Vaticano II

Fuente: FSSPX Actualidad

Durante una sesión del Concilio Vaticano II

De los 2,450 obispos convocados al Concilio Vaticano II (1962-1965), la mayoría ha muerto, y solo quedaban cuatro vivos en agosto de 2024. Una forma de darse cuenta de que el último concilio pertenece al pasado, habiendo perdido su actualidad, aunque la onda expansiva que provocó todavía afecta en gran medida la vida de la Iglesia.

Entre los cuatro “supervivientes” del Concilio Vaticano, la figura más conocida es la del cardenal nigeriano François Arinze. Con 91 años, es también el más joven. “Nacido en 1932 de padres paganos que lo llamaron Anizoba, fue enviado a una escuela dirigida por misioneros católicos y a la edad de nueve años fue bautizado tomando el nombre de Francisco”, señala The Pillar.

Ordenado sacerdote en Roma en 1958 y luego obispo coadjutor de la diócesis de Onitsha en 1965, asistió a la última sesión del Concilio Vaticano II. En 1984 fue llamado a Roma para servir en lo que hoy es el Dicasterio para el Diálogo Interreligioso, y más tarde como prefecto de lo que hoy es el Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.

Con casi cien años, Monseñor Victorinus Youn Kong-hi nació “en una familia católica en Nampo, en lo que hoy es Corea del Norte, en 1924”, cita The Pillar. Fue ordenado sacerdote en 1950 y nombrado primer obispo de la diócesis de Suwon (Corea del Sur) en 1963. Por esta razón asistió a la segunda, tercera y cuarta sesiones del Concilio. Publicó un libro en 2022 sobre el desarrollo actual del catolicismo en Corea del Norte, a pesar de la persecución.

Monseñor José de Jesús Sahagún de la Parra es el único Padre conciliar del continente americano que aún vive. Nacido en Cotija, localidad del estado de Michoacán (México) en 1922, fue ordenado sacerdote para la diócesis de Zamora en 1946 y luego nombrado obispo de Tula en 1961: en este cargo asistió a la primera, segunda y cuarta sesiones de Vaticano II.

Monseñor Daniel Verstraete nació en Oostrozebeke (Bélgica) en 1924. Ingresó en los Oblatos de María Inmaculada, donde fue ordenado sacerdote en 1950. En 1965, fue nombrado prefecto de la prefectura apostólica de Transvaal occidental en Sudáfrica, recién creada a partir de la diócesis de Johannesburgo. Por ello pudo asistir a la última sesión del Concilio Vaticano II.

Ninguno de estos últimos “mosqueteros” del Concilio destacó especialmente por haberse enfrentado al reformismo implementado tras el último Concilio, aunque el cardenal François Arinze se pronunció varias veces –en los años 2000– contra ciertos abusos litúrgicos y expresó su deseo de una relación pacífica entre la Santa Sede y la Fraternidad Sacerdotal San Pío X.