Mal tiempo para la ideología de género

Universidad de Oxford
Aunque la ideología progresista suele ocultarlas, las consecuencias de los actos médicos para el cambio de sexo han sido reveladas una vez más por un estudio a gran escala realizado por científicos de Oxford. Angustia psicológica, tendencia al suicidio, adicciones diversas... Las "cirugías de género", lejos de traer un futuro prometedor, están desilusionando a un número cada vez mayor de pacientes.
El estudio publicado por el Oxford Journal of Sexual Medicine el 24 de marzo de 2025 supone un auténtico mazazo para la ideología de género: las cirugías, eufemísticamente denominadas "de transición de género", podrían suponer graves riesgos para la salud mental de los pacientes.
El estudio, realizado entre 2014 y 2024 con 107,583 pacientes estadounidenses, tiene una amplitud sin precedentes. Compara los resultados psicológicos de las personas que se han sometido a cirugías de transición con los de quienes no lo han hecho. Las conclusiones son contundentes: entre los hombres que se han sometido a operaciones de "feminización", la tasa de depresión alcanza el 25.4%, frente al 11.5% para el resto.
Entre las mujeres que han optado por la "masculinización", es del 22.9%, frente al 14.6%. Los pensamientos suicidas, la ansiedad y la toxicomanía siguen tendencias similares, con riesgos relativos significativamente mayores: así, se observaron un 3.47% de intentos de suicidio entre los pacientes operados, frente al 0.29% entre los no operados.
En cuanto a las patologías de ansiedad, se observan en el 12.8% de los hombres operados (frente al 2.6%) y en el 10.5% de las mujeres operadas (frente al 7.1%). Aún más preocupante es que los trastornos relacionados con el consumo de sustancias también son significativamente más elevados entre los pacientes que se han sometido a cirugía. Estos resultados no son aislados.
Un estudio de 2024 publicado en la misma revista señaló un riesgo de intento de suicidio 12 veces mayor entre las personas que se habían sometido a una cirugía de transición en comparación con la población general. La investigación se centró en 90 millones de pacientes estadounidenses. Estos datos presentan un panorama sombrío de las consecuencias psicológicas de las cirugías de transición y contradicen el optimismo ingenuo de los promotores de los tratamientos denominados "de afirmación de género".
Esta discrepancia entre los espejismos que ofrece la ideología de género y la realidad clínica ilustra una verdad fundamental: el ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios con un cuerpo y un alma unidos según un designio divino, no puede encontrar la felicidad mutilando su naturaleza. El Papa Pío XII, en un discurso dirigido a los cirujanos en 1951, recordaba que "el hombre no tiene un poder ilimitado sobre su cuerpo".
Por lo tanto, aplicar tratamientos irreversibles a los jóvenes según un esquema que las neurociencias demuestran que está esencialmente correlacionado con el sexo de nacimiento es una imprudencia que el estudio de Oxford sanciona con hechos: las desastrosas consecuencias psicológicas no se limitan a los adultos, sino que se extienden a quienes se someten a estas intervenciones demasiado pronto.
Indirectamente, la visión verdaderamente humanista del cristianismo encuentra en este reciente estudio su confirmación: al alejarse de su naturaleza, los individuos se exponen a un mayor sufrimiento, como si su alma, creada en armonía con su cuerpo, protestara contra esta disonancia impuesta. Estas revelaciones se producen en un contexto de creciente polarización en torno a los supuestos "derechos" que la sociedad debería conceder a las personas transgénero.
En Estados Unidos, el reciente regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha llevado a algunos estados a endurecer su legislación. Del mismo modo, en varias regiones de Europa se empieza a cuestionar la validez de esta práctica, especialmente en Suecia, donde se han suspendido algunas intervenciones quirúrgicas de este tipo para menores.
Por mucho que los inconscientes defensores de la ideología de género denuncien una vez más, a través del estudio de Oxford, la instrumentalización de los datos científicos con fines políticos, lo cierto es que "contra factum, non fit argumentum". En un mundo que ha perdido sus referencias éticas, la Iglesia ofrece respuestas de otro orden, recordando que la verdadera paz no vendrá de una transformación violenta exterior, sino de una conversión interior.
Fuente: Zenit – FSSPX.Actualités
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