Mayo - mes de la Santísima Virgen María

Fuente: FSSPX Actualidad

Lo que Lucifer perdió por orgullo, María lo ganó por su humildad; lo que Eva maldijo y perdió por desobediencia, María lo salvó por su obediencia.

Eva, obedeciendo a la serpiente, perdió a todos sus hijos junto con ella, y se los entregó al enemigo; María, habiéndose hecho perfectamente fiel a Dios, salvó a todos sus hijos y siervos junto con ella, y los consagró a su Majestad.

San Luis María Grignion de Montfort, Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen, n°53.

Mes de María

Entre todos los ejercicios de piedad que se practican durante el mes de mayo, no hay ninguno que sea tan antiguo y tan hermoso como el Mes de María. Dado que es una devoción a nivel mundial, cuando la practicamos nos unimos en espíritu y de corazón a todos los fieles que de un modo semejante ofrecen a la Santísima Virgen algún obsequio especial durante este mes. Este Mes de María ha sido compuesto sobre todo para uso individual y familiar de aquellas personas que, no pudiendo asistir diariamente a la Capilla, desean hacer devotos obsequios a la Virgen para dedicarle el mes de Mayo.

Señal de la Cruz

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.

Bendita sea tu pureza,

Y eternamente lo sea,

Pues todo un Dios se recrea

En tan graciosa belleza,

A ti, celestial Princesa, Virgen sagrada, María,

Te ofrezco en este día,

Alma, vida y corazón;

Mírame con compasión:

No me dejes, Madre mía.

Acto de consagración

Oración: Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno que haya acudido a Vos, implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, oh Virgen Madre de las vírgenes, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. No desechéis, oh purísima Madre de Dios, mis humildes súplicas; antes bien, escuchadlas favorablemente. Así sea.

Pidamos las gracias que deseamos conseguir hoy por intercesión de nuestra Madre, María... Y para ello, la saludaremos con cinco avemarías y las jaculatorias siguientes:

Madre mía amantísima, en todos los instantes de mi vida, acordaos de mí, miserable pecador. Avemaría.

Acueducto de las divinas gracias, concededme abundancia de lágrimas para llorar mis pecados. Avemaría.

Reina de cielos y tierra, sed mi amparo y defensa en las tentaciones de mis enemigos. Avemaría.

Inmaculada hija de Joaquín y Ana, alcanzadme de vuestro Santísimo Hijo las gracias que necesito para mi salvación. Avemaría.

Abogada y refugio de los pecadores, asistidme en el trance de mi muerte y abridme las puertas del cielo. Avemaría.

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Oración final

¡Oh, Señora mía! ¡Oh, Madre mía! Yo me ofrezco del todo a Vos; y, en prueba de mi filial afecto, os consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra todo mi ser. Ya que soy todo vuestro/a, oh Madre de bondad, guardadme y defendedme como cosa y posesión vuestra. Amén. Madre, aquí tenéis a vuestro/a hijo/a. (3 veces). En Vos, Madre mía dulcísima, he puesto toda mi confianza y nunca jamás seré confundido. Amén.

Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.

Oh dulce Corazón de María, sed mi salvación.

Ave María Purísima, sin pecado concebida.