Monseñor Mutsaerts abandona el proceso sinodal

Fuente: FSSPX Actualidad

Monseñor Robert Mutsaerts es obispo auxiliar de la diócesis de Bois-le-Duc ('s-Hertogenbosch en flamenco), en Brabante, desde 2010. Siempre se ha mostrado firmemente conservador y ha declarado públicamente su oposición a muchas de las derivas actuales. Con motivo de la publicación del Instrumentum laboris para la fase continental del actual sínodo, y su presentación por el cardenal Mario Grech, el pasado 27 de octubre, el prelado reaccionó enérgicamente.

A la escucha de todos

La primera crítica hecha al documento -y al cardenal Grech- es que está a la escucha a "todos". Monseñor Mutsaerts explica que "los contornos del proceso sinodal son cada vez más claros. Servir de megáfono a las opiniones no conformes al magisterio de la Iglesia" para conducir a la "Iglesia sinodal (…) a ofrecer a la humanidad un modo de ser y de vivir en el que todos puedan sentirse incluidos y protagonistas (Cardenal Grech)".

"¿Pero quiénes se sienten excluidos?", pregunta el obispo. Y cita el § 39 del documento: "Aquellos que, por diversas razones, sienten una tensión entre la pertenencia a la Iglesia y la experiencia de sus propias relaciones afectivas, por ejemplo: divorciados vueltos a casar, familias monoparentales, personas que viven en matrimonios polígamos, personas LGBTQ, etc".

"Todos aquellos, en fin, que no están de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia católica", prosigue el prelado. "El documento de trabajo parece proponer que se haga una lista de quejas y luego se discutan. La misión de la Iglesia es otra completamente. (…) Nuestro Señor nos ha dejado un mandamiento muy diferente: anunciar la verdad; es la verdad la que os hará libres".

Esta es también la divisa episcopal de Monseñor Mutsaerts: Veritas vos liberavit. Y añade con asombro que "es particularmente sorprendente la observación según la cual la Iglesia no presta atención a la poligamia. (...) Notemos de paso que el documento no presta ninguna atención a los tradicionalistas, que también se sienten excluidos y que literalmente han sido excluidos".

"Casi puede llamarse blasfemo"

El prelado hace una profunda reprensión: "Hasta el día de hoy, el proceso sinodal es más un experimento sociológico, y tiene poco que ver con el Espíritu Santo, aquí considerado capaz de hacerse oír a través de cualquier ruido. Tal enfoque casi puede llamarse blasfemo". -En nuestra opinión, el "casi" está de sobra.

Y a continuación proporciona la razón de esta afirmación: "Lo que se hace cada vez más evidente, es que el proceso sinodal se utilizará para cambiar una serie de posiciones de la Iglesia, y para colmo, el Espíritu Santo mismo será lanzado a la palestra como un promotor de nuevas ideas, cuando a lo largo de los siglos el soplo del Espíritu Santo ha sido exactamente lo contrario".

Y agrega nuevamente con sutileza: "Hay quejas de que la Iglesia no acepta los puntos de vista de estas personas. Sin embargo, eso no es del todo correcto. Los obispos flamencos y alemanes han recorrido un largo camino con ellos, lo que en última instancia es aún más trágico. Ya no quieren llamar pecado al pecado".

Los obispos confinados al papel de decir sí a todo

Después de señalar los puntos de la doctrina definitivamente fijados que fueron puestos a discusión de manera inútil, Monseñor Mutsaerts explica que "en el campo de la política, todo está abierto a discusión. Pero no es lo mismo en la Iglesia. La doctrina de la Iglesia no depende del tiempo ni del lugar. Sin embargo, el documento de trabajo realmente parece querer cuestionarlo todo".

Para ilustrar su punto, el cardenal cita el § 60 del Instrumentum laboris: "El llamado a una conversión de la cultura eclesial, para la salvación del mundo, está concretamente vinculado a la posibilidad de establecer una nueva cultura, con nuevas prácticas, estructuras y hábitos".

El mismo párrafo describe el papel del obispo en este proceso: "Se invita a los obispos a identificar los medios adecuados para llevar a cabo su tarea de validar y aprobar el Documento final, procurando que sea el fruto de un camino auténticamente sinodal, respetuoso de los procesos que han tenido lugar y fiel a las distintas voces expresadas por el Pueblo de Dios en cada continente".

El párroco expresa con indignación: "Evidentemente, la función episcopal se reduce a la simple implementación de lo que representará, al final, el máximo común denominador resultante de una especie de tómbola de opiniones. La etapa final del proceso sinodal solo puede terminar en una batalla campal".

Y concluye muy acertadamente con este punto: "Hoy se puede decir que todos los que no obtengan lo que quieren se quejarán de haber sido excluidos. Es por naturaleza una fórmula que conduce al desastre. Si todos obtienen lo que quieren, lo que en la realidad es imposible, el desastre será completo. La Iglesia entonces se habrá negado a sí misma, y ​​habrá saqueado su identidad".

Una acusación contra el Secretario General del Sínodo

El obispo auxiliar ajusta las cuentas finales con el Secretario del proceso sinodal y su concepción del Sínodo: "Durante la presentación del documento de trabajo, el cardenal Grech realmente se excedió al afirmar que la tarea de la Iglesia es actuar como un amplificador de cualquier ruido proveniente de la Iglesia, incluso si este ruido contradice directamente lo que la Iglesia siempre ha proclamado".

Y recuerda que "antes era diferente. En la época de la Contrarreforma, la Iglesia no dejaba lugar a dudas al expresar sus posiciones. Se puede convencer a la gente defendiendo la fe católica con razón y con plena convicción. No se convence a nadie simplemente escuchando y dejándo las cosas así".

Conclusión

Antes de concluir, Monseñor Mutsaerts afirma "una cosa me llama la atención. Dios está al margen de este desafortunado proceso sinodal. El Espíritu Santo no tiene absolutamente nada que ver con esto".

Y describe lo que, en realidad, constituye el proceso: "En mi opinión, entre los protagonistas de este proceso hay demasiados defensores del matrimonio homosexual, personas que realmente no creen que el aborto sea un problema y que nunca se muestran como los verdaderos defensores del rico patrimonio de fe de la Iglesia; y que quieren sobre todo ser amados por su entorno mundano".

Finalmente concluye: "La gente quiere respuestas justas y rectas. No quieren irse a casa agobiados por más preguntas. Esto solo impide que la gente obtenga la salvación. Mientras tanto, por mi parte, yo he abandonado el proceso sinodal".

Que el ejemplo de Monseñor Mutsaerts lleve a muchos otros obispos a detener el proceso sinodal, que sería mejor calificar de infernal.