Mozambique: “solo quedan escombros”

Fuente: FSSPX Actualidad

La iglesia de la misión de Nangololo, o lo que queda de ella...

Wikipedia describe “la insurrección yihadista en Mozambique” como “un conflicto armado desde 2017 que enfrenta al gobierno de Mozambique contra grupos yihadistas salafistas, en la provincia de Cabo Delgado, en el norte del país”.

Orígenes de la rebelión yihadista

“En 1998”, continúa la enciclopedia en línea, “se fundó una secta islamista, Al Sunnah wa Jama’ah (“pueblo de la Sunnah y de la comunidad” o simplemente “Ansar al-Sunnah”). Su objetivo es hacer cumplir la Sharia y sus miembros rechazan la autoridad del Estado, las escuelas, el sistema sanitario y la ley: es, por tanto, una auténtica rebelión.

Desde 2017, el conflicto se ha agudizado y el grupo yihadista ha repetido abusos y masacres, como la del 7 de noviembre de 2020, cuando un grupo yihadista apresó a 51 jóvenes cristianos en el distrito de Muidumbe, a los que decapitaron en un campo de fútbol. 

AED señala que cifras de la ONU atribuyen a esta rebelión más de 5,000 muertos y alrededor de un millón de desplazados a causa del conflicto, en toda la provincia de Cabo Delgado.

Una visita pastoral llena de alegría y tristeza

El sitio web Ayuda a la Iglesia Necesitada recoge un mensaje de Monseñor António Juliasse, obispo de Pemba, en el norte de Mozambique, que visitó comunidades que han sufrido ataques de terroristas islamistas, una posibilidad abierta recientemente.

"Fui recibido calurosamente en un ambiente de alegría y esperanza", dijo el obispo de Pemba. AED señala “que pudo visitar las comunidades de Nangololo, Litingina, Imbuho, Chilinde y Mueda, todas las cuales han sufrido, desde 2017, la insurgencia liderada por milicias islamistas que reclaman lealtad al Estado Islámico”.

En Nangololo, misión “que celebrará su centenario en noviembre de este año”, el obispo pudo impartir el sacramento de la confirmación. Esta misión, “además de una iglesia, incluía aulas, una clínica, una estación de radio, centros de capacitación y un pozo, pero durante un ataque en 2020, casi todo fue destruido por los insurgentes”.

El pastor continúa: “Dondequiera que fui, celebré misa de esta manera, al aire libre, entre las ruinas de iglesias destruidas y vandalizadas, como en Nangololo”, y agrega que "es muy doloroso ver las ruinas de edificios que, durante tanto tiempo, han sido una expresión de la fe de la gente. Hoy en día solo quedan escombros".

El panorama que describe es angustioso: "En todas partes hay miedo e incertidumbre sobre el futuro. Mucha gente vive en campamentos. La gente no se atreve a ir a sus campos, a pocos kilómetros de los pueblos, por miedo a ser atacados. La producción es baja, de ahí el hambre. Los servicios no funcionan correctamente y la situación es muy complicada".

El obispo dice sentir consuelo por la forma en que sus diocesanos están viviendo esta terrible experiencia: "A pesar de las grandes dificultades, son fuertes en la fe y el Señor los ha bendecido con su gracia. Incluso en su gran pobreza, son muy generosos unos con otros. Me conmovió profundamente que quisieran compartir conmigo lo poco que tenían".

AED apoya desde hace muchos años a la Iglesia de Pemba: "suministro de combustible, apoyo financiero a los sacerdotes, asistencia a las personas desplazadas por los conflictos, ayuda de subsistencia para 60 religiosas y 17 sacerdotes, financiación de la formación de 48 seminaristas y apoyo espiritual a las víctimas del terrorismo. Finalmente, financiación y producción de programas de radio, que constituyen un medio crucial de evangelización en este contexto".