Muerte de Benedicto XVI: análisis y comentarios (1)

Fuente: FSSPX Actualidad

La muerte de Benedicto XVI el 31 de diciembre de 2022, a la edad de 95 años, seguida de su funeral en la Plaza de San Pedro de Roma el 5 de enero, suscitó un sinfín de análisis y comentarios en la prensa. Para no perderse en esta cantidad de documentos, resultará útil agruparlos en cuatro secciones.

1. La ceremonia fúnebre: ¿sobriedad o mezquindad?

A la misa exequial del 5 de enero asistieron 130 cardenales, 400 obispos, 3,700 sacerdotes y 50,000 fieles; fue seguida por más de 600 periodistas de todo el mundo. Llegando al lugar en silla de ruedas, el Papa Francisco presidió la celebración, pero fue reemplazado en el altar por el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, debido a sus persistentes problemas de rodilla.

Se esperaba el momento de la homilía para saber si Francisco rendiría un homenaje personal a su predecesor. Fue una breve meditación sobre las últimas palabras de Cristo: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu", que presentó como el "programa de vida" del pastor.

En su blog del 5 de enero, Leonardo Lugaresi comenta: "Se piense lo que se piense de la homilía de Francisco (y de su comportamiento en general durante la ceremonia), me parece indiscutible que fue un discurso absolutamente genérico, que hubiera sido perfecto para cualquier otro fallecido, incluso utilizable casi sin modificación para cualquier otra ocasión".

En Il Giornale del 8 de enero, Nico Spuntoni señala: "La ausencia de un día de luto en la Ciudad del Vaticano, la procesión relámpago desde el monasterio Mater Ecclesiae [donde residía Benedicto XVI] hasta la Basílica de San Pedro en una camioneta sencilla, la continuación de las actividades oficiales como la audiencia general de este miércoles, el pedido hecho a los gobiernos de asistir al funeral en forma privada y no con delegaciones oficiales, salvo las de Italia y Alemania, provocó un descontento generalizado".

Por su parte, el compatriota del Papa argentino que firma The Wanderer no dudó, el pasado 5 de enero, en hablar de "mezquindad", citando algunos hechos:

"Muchos cardenales y obispos se sintieron decepcionados por no poder unirse a la procesión que trasladó los restos del difunto Papa desde el Monasterio Mater Ecclesiae hasta la Basílica de San Pedro. En cualquier país, en cualquier monarquía, esta procesión asume una particular y austera solemnidad, aun cuando no se trate de la muerte del monarca reinante (viene a la mente el caso de Don Juan de Borbón, o la reina madre de Inglaterra o el príncipe Felipe de Edimburgo).

"Los restos mortales de Benedicto XVI fueron transportados en una camioneta gris. Ni Francisco ni el cardenal vicario presidieron la procesión. Detrás del vehículo iban simplemente Monseñor Georg Gänswein y las mujeres que asistieron a Benedicto XVI en los últimos años. En la curia, esto fue muy mal percibido: "No se le hace eso ni a un vecino del pueblo más pequeño de Italia", se decía. […]

"Muchos obispos y cardenales de todo el mundo, que acudieron a despedir al Papa emérito, quedaron asombrados –y lo hicieron saber a sus allegados– por la indolencia de los gestos y palabras del Papa Francisco hacia su predecesor. Uno dijo: 'Alimentar las almas, no las bocas, es la misión de la Iglesia".

El sitio en español Infovaticana del 6 de enero describió con el término "mezquina" la homilía del Papa, e incluyó algunos de los comentarios hechos después de la ceremonia: "La homilía de Francisco ya se ha convertido en una fuente de burla: No puedo creer lo que escuché: ni una palabra sobre el inmenso legado de Benedicto XVI.

En efecto, apenas mencionó al hombre, excepto brevemente al final, para decir 'bienvenido'". "Qué acto más vergonzoso. Una muestra de una inmensa falta de respeto". "El escándalo no es lo que dijo Francisco, sino lo que no dijo. Podría haber pronunciado la misma homilía para su mayordomo".

El cardenal Joseph Zen y Monseñor Laurent Ulrich

2. Homenajes ambivalentes

Los homenajes dirigidos a Benedicto XVI fueron ambivalentes en la medida en que todos querían conservar solo el aspecto del Papa emérito que les convenía. Por ejemplo, Francisco, en la noche de su muerte, el 31 de diciembre, habló de la "bondad" de su predecesor, bondad que presentó como una "virtud cívica" que juega un papel importante en la "cultura del diálogo".

Asimismo, durante la audiencia general del miércoles 4 de enero se refirió al "gran maestro de la catequesis" que según él fue Benedicto XVI, alabando su "pensamiento vivaz y cortés" que "no era autorreferencial sino eclesial".

En un prefacio que escribió para una colección de pensamientos espirituales de Benedicto XVI, que se publicará el 14 de enero en la Librairie Editrice Vaticane, Francisco dice que su predecesor hacía "la teología de rodillas", la misma expresión que usó con el cardenal Walter Kasper en 2014, durante el consistorio sobre la familia que preparaba Amoris laetitia y la comunión de los divorciados "vueltos a casar".

Para el arzobispo de París, monseñor Laurent Ulrich, en una declaración del 31 de diciembre, Benedicto XVI es efectivamente un Papa del Concilio Vaticano II: "El último Papa que participó en el Concilio Vaticano II, Joseph Ratzinger, meditó largamente sobre el misterio de la Iglesia en nuestro mundo, a partir de la constitución conciliar Lumen Gentium, para la que trabajó como joven teólogo, así como sobre el lugar del Pueblo de Dios en el diálogo entre el Señor y los hombres y mujeres de nuestro tiempo. 

"Al final de su pontificado, Benedicto XVI identificó precisamente en este diálogo, querido por Dios, entre la Iglesia y la humanidad, los frutos que el Concilio siguió dando durante 60 años, y de los que podemos, aún hoy, maravillarnos: el constante desarrollo de la doctrina social de la Iglesia, la libertad de conciencia, el diálogo interreligioso..."

Esta ambivalencia de los homenajes a Benedicto XVI se explica por el hecho de que en el conjunto de declaraciones del Papa emérito cada uno puede encontrar lo que le conviene. La denuncia de una "dictadura del relativismo" cohabita con el elogio del "laicismo abierto" en el espíritu de la libertad religiosa promovido por el Concilio Vaticano II:

- "Estamos instalando una dictadura del relativismo que no reconoce nada como definitivo y que da como última medida solo su propio ego y deseos". [Homilía de la Misa Pro eligendo romano Pontifice, ante el cónclave que lo elegiría, en 2005]

- "Las religiones no pueden tener miedo de una laicidad justa, una laicidad abierta que permita a cada uno vivir lo que cree, de acuerdo con su conciencia. [Video emitido el 25 de marzo de 2011 para los católicos franceses cuyo gobierno relanzaba el debate sobre el laicismo]

En este equívoco contexto, los prelados conservadores retienen especialmente de Benedicto XVI la oposición al relativismo, no sin sugerir una oposición al relativismo doctrinal y moral que actualmente impera en el Vaticano; de modo que el homenaje al Papa emérito se convierte en una crítica apenas velada al Papa actual.

Por ejemplo, el cardenal Joseph Zen Ze-kiun, exobispo de Hong Kong y opositor de la política del Vaticano con la China comunista, escribe en su blog, retomado por La Nuova Bussola Quotidiana del 4 de enero: "Benedicto XVI defendió la verdad contra la dictadura del relativismo. No tuvo miedo de mostrarse retrógrado frente a todos aquellos que exaltan un pluralismo total, una inclusión sin discernimiento.

"Benedicto XVI decía que el amor sin fundamento en la verdad se convierte en un caparazón que puede contener cualquier cosa". Y añadía: "¿Desde cuándo la palabra 'conservador' es sinónimo de pecado?" Desgraciadamente, la fidelidad a la Tradición puede tomarse por "rigidez" o "indietrismo".

– Esta última palabra es un neologismo acuñado por Francisco [indietrismo], que puede traducirse como "atraso" o "espíritu retrógrado". Sirve para castigar a todos aquellos a quienes el Papa actual considera "rígidos" en materia doctrinal, moral, litúrgica...

El prelado chino finaliza con una crítica disfrazada a la política vaticana de compromiso con las autoridades comunistas, en oposición a lo que estaba haciendo Benedicto XVI: "En el Ángelus del 26 de diciembre de 2006, el Papa Benedicto XVI exhortó a los fieles en China a perseverar en la fe, incluso si todo parece ser un fracaso en este momento. A pesar de sus grandes esfuerzos, el Papa Benedicto no logró mejorar la situación de la Iglesia en China. No aceptó ningún compromiso".

Con el mismo espíritu de crítica velada, se puede leer en L'Homme Nouveau del 5 de enero, esta declaración del cardenal Gerhard Ludwig Müller, ex prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe: "No debemos dejarnos engañar por la promesa de que la renuncia a la afirmación de la verdad de Jesucristo conduce a la tolerancia de la diversidad de las verdades subjetivas, cuando conduce más bien a la dictadura del relativismo.

"Lo vemos en el brutal reinado del libertinaje dominante del mundo occidental y en el absoluto control inhumano del pensamiento y el comportamiento en las dictaduras asiáticas. Para nosotros, la palabra de Cristo, el único Salvador del mundo, es: 'Así conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres'. (Juan 8:32)"

Y recuerda el papel del sucesor de Pedro de confirmar a sus hermanos en la fe: "El Papa es el principio y el fundamento permanente de la Iglesia en la verdad de la fe y en la comunión de todos los obispos y creyentes, porque en él toda la Iglesia vuelve su mirada a Jesús y confiesa: 'Tú eres el Cristo, el Hijo viviente de Dios'.

"E inextricablemente unida a esto está la promesa hecha a Pedro y sus sucesores en Roma: 'Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la vencerá'. Yo te daré las llaves del reino de los cielos'. (Mt 16, 18-19)"