Myanmar: los cristianos entre el miedo y la esperanza

Miembros del operativo 1027
La junta birmana está involucrada en combates de una intensidad no vista desde el golpe de Estado de 2021, en el norte del estado Shan y en Kayah, más al sur: regiones aisladas pero estratégicas, en las fronteras de China y la India, donde habitan etnias cristianas, han unido fuerzas para lanzar una contraofensiva.
Por primera vez desde el golpe de Estado de febrero de 2021, la confianza de la junta gobernante birmana se tambalea y el optimismo ha cambiado de bando. Las principales ciudades son el objetivo de las ofensivas de la resistencia y el ejército birmano ha perdido el control de varias ciudades. Tatmadaw, otro nombre para el aparato militar birmano, ha aumentado los bombardeos
Una alianza de varios grupos étnicos, algunos de ellos predominantemente cristianos, como los chins y los karen, afirman haber movilizado a más de quince mil combatientes y haber invertido la situación a su favor el 27 de octubre de 2023, con el Opaerativo “1027”.
Ese día se lanzó un vasto operativo en varios frentes, en las fronteras de India y China, cortando varias rutas comerciales que conducían a China, el principal socio económico de Myanmar.
La Iglesia, por su parte, intenta resistir en medio del caos: casi 26 de las 41 parroquias de la diócesis de Loikaw (estado de Kayah, al sur del país) han sido abandonadas. Actualmente, cerca de 80,000 refugiados están alojados en campos improvisados levantados apresuradamente por la Iglesia católica.
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Un enfrentamiento cada vez más violento
La coordinación entre los grupos opuestos a la junta militar ha elevado el nivel de la confrontación: la alianza afirma ahora controlar el 70% del territorio nacional, mientras que el ejército está atrincherado en la parte central del país, controlando las ciudades más grandes y más importantes (Yangon, Mandalay, Naipidaw).
El “Tatmadaw”, el poderoso ejército birmano, registró sus primeras deserciones importantes: el 16 de noviembre, un batallón entero con base cerca de la frontera china se rindió a la alianza de grupos armados. La rendición de 261 personas (127 soldados y 134 no combatientes) del batallón de infantería del estado de Shan es la mayor rendición de fuerzas del ejército regular desde el inicio del conflicto armado.
La desestabilización del país ha aumentado el ya considerable flujo de desplazados internos: durante el último mes, más de 286,000 personas han sido desplazadas por los combates. En total, en dos años de guerra civil, el país tiene más de 2.5 millones de personas desplazadas en el interior de su propio país, que necesitan ayuda humanitaria urgente, la cual no está autorizada.
Con este nuevo brote de violencia en Myanmar, y el éxodo de poblaciones, la situación también ha empeorado en el cercano Manipur, un Estado del noreste de la India, que es escenario desde hace más de seis meses de enfrentamientos tribales entre la etnia kuki, predominantemente cristiana y aliada de los vecinos chins, que viven en las zonas montañosas, y de los meitei, principalmente hindúes, que dominan la llanura de Imfal.
Un sangriento enfrentamiento (más de doscientos muertos) que tiene su origen en las reivindicaciones de los meitei sobre las tierras donde viven los kuki. Si tuviéramos que resumir la situación, podríamos decir que actualmente se está produciendo una guerra de los pobres en una de las regiones más desfavorecidas del mundo, donde está en juego la supervivencia de los cristianos en medio de la indiferencia casi generalizada del mundo occidental y del propio gobierno indio.
Fuentes: Ucanews/Asianews/Agence fides – FSSPX.Actualités
Imagen: Asianews