Ni cismáticos ni excomulgados (3)

El cardenal Thomas Vio de Cajetan
El sitio FSSPX.Actualidad reproduce un artículo de 1988 que, al ser difícil de encontrar, merece una nueva presentación. El texto recoge la constatación de la crisis de la Iglesia y su gravedad, que obliga a los fieles a elegir entre su fe y la obediencia a las nuevas orientaciones eclesiales.
La Iglesia no es bicéfala
«La Iglesia, que es una y única -escribe Bonifacio VIII en la bula Unam sanctam- tiene una sola cabeza, no dos como un monstruo, es decir, Cristo y el Vicario de Cristo, puesto que dice el Señor al mismo Pedro: «Apacienta mis ovejas». "Mis" ovejas, dijo (Dz.468).
La única Iglesia de Cristo, pues, es una et sub Uno1. Y dado que Cristo y su vicario no son dos cabezas sino una sola, la Iglesia no puede recibir de Cristo y del Papa orientaciones divergentes, y menos aún contrarias. En caso de suceder tal cosa, huelga decir que tenemos el deber de mantenernos fieles.
En realidad, el Papa es el vicario, no el sucesor de Cristo2. Y la Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo, no del Papa3. Por eso escribió San Jerónimo al Papa S. Dámaso: «No sigo a otro que a Cristo como máximo jefe: me uno, pues, en comunión con vuestra santidad, es decir, con la cátedra de San Pedro, sabiendo que sobre esa piedra está edificada la Iglesia4.»
Cristo es la piedra angular sobre la que se levanta la Iglesia; Pedro es piedra "por participación"5. Él «debe ser piedra; pero no de la misma manera que Cristo. Cristo es la piedra verdaderamente inconmovible; Pedro es inconmovible por la virtud de Aquella6».
El Papa es, por tanto, cabeza de la Iglesia pero en el plano visible, en el orden jurisdiccional, en la medida en que es asistido por Cristo [infalibilidad] durante el tiempo de su pontificado7. De ahí que la comunión con el Papa sea inseparable de la comunión con Cristo: la unidad de la Iglesia es unidad con Cristo y con su vicario, jamás unidad con el vicario fuera de Cristo o contra Cristo. La propia razón nos dice que «se debe obediencia a cada uno según su grado»; en caso contrario se trastorna el orden de la justicia8.
La "persona" y la "función" del Papa
Ahora bien, ¿es posible que aquel a quien Cristo ha asociado a Sí como cabeza de la Iglesia y como Piedra, desee, favorezca o permita que haya en la Iglesia una orientación diversa y contraria a la de Cristo? La Sagrada Escritura y la teología católica nos dicen que, salvo en los casos en que esté empeñada la autoridad del Sumo Pontífice en un grado que sea infalible9, tal cosa es posible.
San Pedro confiesa la divinidad de Cristo, y Jesús responde con estas palabras: «Bienaventurado eres, Simón Bar-Yoná, porque carne y sangre no te lo reveló, sino mi Padre celestial. Y Yo te digo que tú [que has confesado que soy el Hijo de Dios] eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia10».
El mismo S. Pedro intenta disuadir a Cristo de su Pasión, y Jesús replica: «Quítateme de delante, Satanás. Un tropiezo [y éste es el sentido preciso de la palabra 'escándalo'] eres para Mí, porque no sientes las cosas de Dios, sino las de los hombres11».
Y para que no pensemos que ese "escándalo" sucedió porque en ese momento el primado le había sido prometido pero aún no se le había otorgado, ahí tenemos el célebre episodio de Antioquía.
Jesús resucitado concedió a S. Pedro el primado, primado que ejerció en medio de la veneración de la primera comunidad cristiana. No obstante, en Antioquía, S. Pablo se dio cuenta de que Pedro se había vuelto «digno de reprensión», porque tanto él como otros a los que había arrastrado con su ejemplo «no andaban rectamente, conforme a la verdad del Evangelio12», y a pesar de ser inferior a S. Pedro y estarle subordinado lo reprendió coram omnibus, delante de todos.
Santo Tomás comenta al respecto: «El motivo de la reprensión no fue de poca monta, sino acertado y beneficioso por el peligro que corría la verdad del Evangelio. El modo de la reprensión fue apropiado, al ser público y manifiesto (…) ya que aquella disimulación era peligrosa para todos13».
Como vemos, las propias Escrituras nos enseñan que, fuera de los casos en que está comprometida la infalibilidad, Pedro es falible y puede volverse "reprensible".
La mejor teología católica nos enseña una lección semejante, al distinguir entre la "persona" del Papa y su "función".
«Persona papae potest renuere subesse officio papae»: la persona del Papa puede negarse a cumplir su función de Papa. Esto dice Cayetano, y añade que la pertinacia en tal actitud haría cismático al Pontífice «per separationem sui ab unitate capitis», por apartarse de la unidad con la Cabeza de la Iglesia, que es Cristo14. Por lo que se refiere al axioma "donde está el Papa está la Iglesia" -precisa Cayetano-, vale en tanto que el Sumo Pontífice se comporta como Papa y jefe de la Iglesia; de lo contrario, «ni la Iglesia está en él ni él en la Iglesia».
También el cardenal Journet, en su tratado L’Eglise du Verbe Incarné15, habla del «papa malo pero creyente»16, de la posibilidad, admitida por «grandes teólogos», de un «papa hereje» (p.625) y de la posibilidad de un «papa cismático»17. A este respecto, escribe el cardenal Journet que también «el Papa puede pecar de dos maneras contra la comunión eclesial».
La segunda de dichas maneras consiste en «quebrantar la unidad de dirección, lo que se produciría según el agudo análisis de Cayetano, si se rebelase como persona privada contra las obligaciones que le impone su cargo y negase a la Iglesia –intentando excomulgarla en su totalidad o simplemente optando por vivir como un mero soberano temporal– la orientación espiritual que tiene derecho a esperar de él en nombre de Aquél que es mayor que él: Cristo mismo y Dios».
Y añade: "«La posibilidad de un papa cismático nos revela ante todo, bajo una luz trágica, el misterio de la santidad de esta unidad de orientación que es necesaria a la Iglesia; y tal vez podría ayudar al historiador de la Iglesia -o mejor dicho, al teólogo de la historia del Reino de Dios- a iluminar con un rayo divino las épocas más oscuras de los anales del Papado, permitiéndole mostrar cómo la silla de San Pedro ha sido traicionada por algunos de sus ocupantes».
Es evidente que si la teología católica estudiara el problema planteado de un pontífice malo, cismático o incluso hereje es precisamente porque «persona papae potest renuere subesse officio papae» (Cayetano): la persona del Papa, salvo en los casos en que está empeñada su infalibilidad, puede negarse a cumplir los deberes que le exige el cargo de pontífice.
Una última consideración: Muchos teólogos aprendieron por experiencia durante épocas oscuras del Papado a distinguir entre el cargo de pontífice y el que lo ejerce, entre la persona y la función18.
Nosotros, que creíamos superadas para siempre esas épocas tenebrosas, no estamos ya acostumbrados a hacer esas distinciones, y después del Concilio Vaticano I, hemos terminado por confundir infalibilidad con infalibilismo, como si el Papa fuera infalible semper et ubique en lugar de en determinadas circunstancias y condiciones19.
- 1
cf. S.T. II, II q.39 a. 1 y Cayetano en II, II q.39
- 2
Journet, L’Eglise du Verbe Incarné, Desclée de Brouwer, Friburgo 1962, p.526
- 3
Íbid., pp.5-24; Cayetano, De comparata auctoritate papae et concilii, cap. VIII, p-519
- 4
Ep. XV, 2, citado por León XIII en la encíclica Satis cognitum del 29 de junio de 1896.
- 5
León XIII, Satis cognitum
- 6
Homilía De Pœnitentia atribuida a san Basilio, citada por el Concilio de Trento y por León XIII en Satis cognitum.
- 7
Journet, op. cit., p. 524
- 8
Bossuet, citado en Dictionaire de Théologie catholique, tomo IX, col. 908
- 9
V. Dz. 1839
- 10
Mt. 16,17-18
- 11
Mt.16,23
- 12
Gál.2,14
- 13
In omnes a S. Pauli Apostoli Epistolas
- 14
Cayetano en II, II q. 39 a. I n.6
- 15
Desclée de Brower, Brujas 1962
- 16
vol. I, pp.547 ss.
- 17
vol.II, pp. 839 ss.
- 18
cf. Dictionnaire de Thèologie catholique, voz schisme
- 19
Concilio Vaticano I, constituciónPastor aeternus, Dz 1839
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Fuente: Courrier de Rome/Sì sì no no – FSSPX.Actualités
Imagen: Ferdinand Pauwels, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons