Ni cismáticos ni excomulgados (5)

Fuente: FSSPX Actualidad

El Papa León XIII

El sitio FSSPX.Actualidad reproduce un artículo de 1988 que, al ser difícil de encontrar, merece una nueva presentación. El texto recoge la constatación de la crisis de la Iglesia y su gravedad, que obliga a los fieles a elegir entre su fe y la obediencia a las nuevas orientaciones eclesiales.

El criterio de selección

Con lo arriba dicho queda aclarado también que el criterio para distinguir entre el legítimo ejercicio de la autoridad y las iniciativas "personales" de quienes ostentan la autoridad del cargo no es un criterio subjetivo, sino objetivo, brindado a todo católico por la Tradición de la Iglesia, "custodia de la Fe"1.

«No debemos (…) alejarnos de la más antigua tradición eclesiástica, ni creer otra cosa que lo que nos ha enseñado la Iglesia de Dios por medio de la sucesiva tradición2». 

«La verdadera sabiduría es la doctrina de los apóstoles (…) que ha llegado hasta nosotros a lo largo de la sucesión de los obispos3»

«Es evidente que toda doctrina, conforme con las de las Iglesias apostólicas, madres y fuentes primitivas de la fe, debe ser declarada verdadera; pues que ella guarda sin duda lo que las Iglesias han recibido de los apóstoles; los apóstoles, de Cristo; Cristo, de Dios… Nosotros estamos siempre en comunión con las Iglesias apostólicas; ninguna tiene diferente doctrina; éste es el mayor testimonio de la verdad4».

Porque si el Magisterio instituido por Jesucristo es un "magisterio vivo", es también un "magisterio perpetuo"5 que no puede contradecirse a sí mismo sin contradecir cuanto ha recibido la Iglesia de los Apóstoles, los Apóstoles de Cristo y Cristo de Dios.

El ecumenismo: un atentado contra la unidad de la Iglesia

Como la unidad de fe es el "fundamento necesario" de la «armonía de voluntades» y «concierto en las acciones»6 y, en resumidas cuentas, de toda unidad en la Iglesia, se sigue que cada vez que la jerarquía exige "unidad de comunión" o de "gobierno" en conflicto más o menos grave con la unidad de la fe atenta contra la unidad de la Iglesia.

Lo advertía León XIII a fines de 1899 en Testem benevolentiae:

«[Los obispos de EE.UU.] sostienen que sería oportuno, para ganar las voluntades de aquellos que disienten de nosotros, omitir ciertos puntos de la doctrina como si fueran de menor importancia, o moderarlos de tal manera que no conservarían el mismo sentido que la Iglesia constantemente les ha dado. 

No se necesitan muchas palabras  para mostrar hasta qué punto es condenable la tendencia a hacer semejantes concesiones. No puede en absoluto considerarse como carente de culpa el silencio con el que ciertos principios de la doctrina católica son intencionalmente omitidos y oscurecidos con un cierto olvido. Pues uno y el mismo es el Autor y Maestro de todas estas verdades que son abrazadas por la disciplina cristiana (…).

"No ocurra que alguien omita o suprima, por motivo alguno, alguna doctrina divinamente transmitida; en efecto, quien lo hiciese estaría queriendo más separar a los católicos de la Iglesia que atraer a ella a los que disienten. Vuelvan, pues no hay nada más querido por Nos, vuelvan todos los que andan extraviados lejos del rebaño de Cristo, pero no ciertamente por un camino distinto al que el mismo Cristo nos mostró".

Huelgan los comentarios. Salta a la vista que León XIII advierte que el ecumenismo irenista atenta contra la pureza e integridad de la Fe, y por eso mismo atenta contra la unidad de comunión en la Iglesia. 

No es necesario demostrar que esa es precisamente la clase de ecumenismo iniciado por el Concilio Vaticano II y que continuar por el irreversible camino ecuménico compromete la integridad y pureza de la Fe, como ha demostrado la iniciativa de Asís, y en consecuencia, a quebrantar ulteriormente la unidad de la Iglesia.  

Señalemos también que León XIII dice «estaría queriendo más separar a los católicos de la Iglesia», porque en realidad nadie puede separar al católico de la Iglesia si él mismo no incurre en una separación culpable: el justificado apartamiento temporal de la jerarquía no equivale, de hecho, a una separación de la Iglesia. 

Por el contrario, el Dictionaire de théologie catholique, en la voz scisma (t. XIV, col. 1302), afirma: «Los teólogos medievales, al menos en los siglos XIV, XV y XVI, se preocupan de señalar que el cisma es una separación ilegítima [destacado en cursiva en el original] de la unidad de la Iglesia, porque -dicen- podría darse una separación legítima, por ejemplo si alguien se negase a obedecer al Papa cuando éste manda hacer algo malo o indebido (Turrecremata, Summa de Ecclesia). 

La consideración puede parecer superflua (actualmente no lo es), y puede pensarse que, como sería en el caso de una excomunión injusta, se daría en tal caso una separación meramente externa y putativa».

  • 1

    Léon XIII, encíclica Satis cognitum.

  • 2

    Orígenes, Vetus interpretatio commentariorum in Matth., n.º 46, citado, al igual que los dos siguientes, en Satis cognitum.

  • 3

    San Ireneo, Contra Hæreses, libro IV, cap. XIII, n.º 1.

  • 4

    Tertuliano, De Præscriptione, cap. XXI.

  • 5

    León XIII, íb

  • 6

    León XIII, Satis cognitum