Polonia, víctima de la pandemia woke

Fuente: FSSPX Actualidad

Tribunal Supremo de Polonia

En Polonia, las recientes decisiones del Tribunal Supremo ponen de relieve los renovados ataques de la coalición gobernante y de una esfera judicial ampliamente ganada al progresismo, contra los valores tradicionalmente defendidos por la Iglesia. Algunos observadores denuncian un esfuerzo sistemático por socavar los fundamentos cristianos de la sociedad.

Entre Estados Unidos y el Viejo Continente, no solo están desfasadas las zonas horarias, sino también las llamadas leyes "sociales", y posiblemente más: mientras que en Estados Unidos, el nuevo inquilino de la Casa Blanca ha firmado el fin de la revolución woke, en Polonia, los defensores del progresismo están ganando puntos.

En particular, en la cuestión del cambio de sexo en el registro civil, pudorosamente rebautizado como "transición de género". Hasta ahora, el marco jurídico de esta práctica se basaba en una combinación de diagnósticos médicos y decisiones judiciales, sin una ley específica, lo que obligaba a menudo al solicitante a emprender acciones legales contra sus padres. Pero todo cambió el 4 de marzo de 2025.

La importante decisión tomada en esa fecha por el Tribunal Supremo de Polonia marca un punto de inflexión. En una resolución calificada de "revolucionaria" por parte de la prensa polaca, el Tribunal simplificó este procedimiento, permitiendo un reconocimiento más rápido del cambio de sexo en el registro civil, sin tener que pasar por un juicio.

Una decisión aplaudida por los lobbies progresistas, que pretende alinear a Polonia con los estándares europeos de una moral desnaturalizada al estilo woke, y que se produce bajo la presión de la coalición proeuropea en el poder desde diciembre de 2023, dirigida por Donald Tusk. Este último no oculta su deseo de transformar profundamente la sociedad polaca.

Así, el primer ministro polaco prepara a su pueblo para la guerra en el terreno político y opta por la cultura de la muerte en el terreno ético. Y lo hace en todos los frentes. El pasado 6 de marzo, el Ministerio de Educación polaco anunció que las clases de educación sexual basadas en las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sustituirán a la educación para la vida familiar que se imparte hasta ahora en las escuelas, como recuerda The European Conservative.

Paralelamente, el Tribunal Supremo del país ha aprobado un nuevo arsenal legislativo contra el "discurso del odio": expresarse en contra del movimiento LGBT, las "transiciones de género" o la orientación sexual podrá ser castigado con varios meses de prisión.

"Esta ley solo tiene un objetivo: amordazar a la gente y encarcelarla por opiniones que, normalmente, tienen derecho a expresarse en un Estado democrático", comentó Michal Wos, diputado del partido conservador de la oposición PiS. Todas estas leyes son una señal de ataque contra la libertad de expresión y contra los valores tradicionales.

Dan un relieve especial a las palabras pronunciadas por J. D. Vance en Múnich el pasado 15 de febrero ante un grupo de  presidentes: "La amenaza que más me preocupa en Europa no es Rusia, ni China, ni la de ningún otro actor externo. Lo que me preocupa es la amenaza que viene del interior".

"Es el retroceso de Europa con respecto a algunos de sus valores más fundamentales, los valores que comparte con Estados Unidos", advirtió el vicepresidente estadounidense antes de concluir con un vibrante "Dios los bendiga". La urgencia y el peligro están ahora en las orillas del Vístula.

Algunos católicos lo tienen muy claro: "Si no resistimos estos ataques ahora, los cristianos polacos pronto se encontrarán en la misma posición que los creyentes de Europa occidental: perseguidos, silenciados y obligados a ocultar su fe en la vida pública", advierte Jerzy Kwasniewski, presidente del Instituto Jurídico Ordo Iuris.