¿Qué es la “Teología Pop”? (2)
El 6 de agosto de 2022, el Papa Francisco nombró presidente de la Pontificia Academia de Teología a monseñor Antonio Staglianò, obispo emérito de Noto, en el sureste de Sicilia. Este prelado se dio a conocer por su deseo de promover lo que él mismo llama Teología Pop. La primera parte de este artículo describió lo que se esconde detrás de este término.
San Vicente de Lérins no es un teólogo pop
Esta instrumentalización de la teología al servicio de una pastoral alineada con el espíritu del mundo ilustra la forma en que Francisco usa y abusa de una cita trunca del Commonitorium de San Vicente de Lérins, un monje de la Galia Meridional del siglo V. Esto es lo que se desprende de un artículo del Padre Thomas G. Guarino, publicado el 16 de agosto en el sitio estadounidense First Things, retomado por Giuseppe Nardi en katholisches.info el 30 de agosto.
Este especialista en San Vicente de Lérins de la Universidad Católica de Estados Unidos (Washington DC), escribe que el Papa se refiere a la "feliz formulación" (estas son palabras de Francisco), según la cual la doctrina cristiana annis consolidetur, dilatetur tempore, sublimetur ætate, "se consolida a través de los años, se desarrolla con el tiempo [y] se refina con la edad. (...)
"Tiene razón el Papa, reconoce el Padre Guarino, al decir que se trata de una frase decisiva. Pero si tuviera que dar un consejo al Papa, le animaría a que tuviera en cuenta todo el Commonitorium de San Vicente, y no solo la selección que cita constantemente".
En efecto, según el teólogo estadounidense, hay que señalar que el santo monje nunca se expresa de forma positiva sobre los cambios de rumbo: "Tal cambio no es, según Vicente de Lérins, un progreso de la Iglesia en la comprensión de la verdad; no se trata de una enseñanza que ha sido "ampliada por el tiempo".
"Por el contrario, tales cambios son el sello distintivo de los herejes. Son cambios que indican que todos los que se han incorporado a Cristo, cabeza de la Iglesia, vagan y blasfeman y no saben qué creer". Cuando San Vicente condena tales cambios, siempre se refiere al intento de alterar o modificar las enseñanzas solemnes de los concilios ecuménicos.
"La principal preocupación de San Vicente son los intentos de derrocar la enseñanza de Nicea [en 325], como sucedió en el concilio [arriano] de Ariminum [Rimini, en 359], que eliminó el término decisivo homoousios [consustancial] en su propuesta de confesión de fe".
Y continúa: "Quiero invitar también al Papa Francisco a remitirse a los sanos límites que San Vicente estableció en aras de un adecuado desarrollo. Mientras el Papa Francisco se apega a la fórmula de San Vicente dilatetur tempore (ampliada por el tiempo), Vicente también usa la sugerente fórmula res amplificetur in se (la cosa crece en sí misma).
"San Vicente sostiene que hay dos clases de cambio. Un cambio legítimo, un profectus, que es un progreso, un crecimiento regular en el tiempo, como en un niño que se hace adulto. Y un cambio inapropiado, que es una deformación perniciosa, llamado permutatio, es un cambio en la naturaleza de alguien o algo, como cuando un jardín de rosas se convierte en espinas y cardos".
Para el Padre Guarino, otro obstáculo a la interpretación dada por el Papa es la afirmación de San Vicente de Lérins según la cual el crecimiento y el cambio deben darse in eodem sensu eademque sententia, es decir, según el mismo sentido y el mismo juicio. Para el santo monje, cualquier crecimiento o evolución en el tiempo debe conservar el sentido sustancial de las enseñanzas anteriores.
El académico estadounidense aclara: "Por ejemplo, la Iglesia ciertamente puede crecer en su comprensión de la humanidad y la divinidad de Jesucristo, pero nunca puede apartarse de la definición de Nicea. El eodem sensu o "mismo sentido" debe mantenerse siempre en cualquier evolución futura. El Papa Francisco rara vez, o nunca, cita esta importante frase de San Vicente".
El teólogo estadounidense, por tanto, también aconseja al Papa "evitar citar a San Vicente para apoyar cambios de rumbo, como en el caso de su enseñanza de que la pena de muerte es intrínsecamente contraria al Evangelio. Una comprensión orgánica y lineal de la evolución de San Vicente no implica una inversión de posiciones anteriores".
Y recuerda muy juiciosamente que, en toda su obra, San Vicente exhorta con San Pablo: "Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las profanas pláticas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada 'ciencia'" (1 Timoteo 6:20).
Es a la luz de este precioso recordatorio de la tradición que debemos recibir las reiteradas declaraciones de Francisco contra lo que él llama atraso, como con motivo de la bendición de los palios de los arzobispos el 29 de junio del año pasado. O, más recientemente, el 1 de septiembre, durante la recepción de los miembros de la Asociación Italiana de Profesores de Liturgia:
"La tradición es la fe viva de los muertos. Y el tradicionalismo, es la fe muerta de unos pocos vivos...", dijo Francisco, para quien los tradicionalistas son víctimas del "espíritu mundano del atraso". Según él, "regresar a las raíces" no significa "retroceder", porque "retroceder es ir contra la verdad y contra el Espíritu".
Y afirmó que la liturgia "no es un monumento de mármol o bronce, no es una pieza de museo”, criticando una vez más una liturgia tradicional "con tono fúnebre", cuando debería cantar "la alabanza del Señor". Dejemos estos juicios epidérmicos, dictados por la teología pop más que por la sacra doctrina, y oremos por su autor.
Cabe señalar que en la carta apostólica Desiderio desideravi del 29 de junio, Francisco expresó el deseo de que cesaran las "polémicas" litúrgicas. No hay nada mejor para redescubrir la paz y la "tranquilidad del orden", que releer a San Vicente de Lérins en versión íntegra, ni truncada ni falsificada.
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Fuentes: First Things/katholisches.info/cath.ch – Trad. à partir de benoitetmoi/DICI n°424 – FSSPX.Actualités