Reino Unido: el cristianismo resurge discretamente

Durante décadas, predominaba una idea en la mente de todos: el cristianismo en Inglaterra y Gales —y más concretamente la práctica religiosa— estaba condenado a un declive inexorable. Los sociólogos de la década de 1960 predijeron una secularización inevitable, reforzada por el "nuevo ateísmo" de la década de 2000 y confirmada por los resultados del censo de 2021, que revelaron un aparente colapso de la identidad cristiana.

Sin embargo, desde hace algunos años se está produciendo un fenómeno inesperado que desafía estas sombrías profecías. Este fenómeno, bautizado como "El Renacimiento Silencioso" (The Quiet Revival), está ahora respaldado por datos sólidos procedentes de un amplio estudio representativo publicado en abril de 2025 por la Bible Society, en colaboración con el instituto de sondeos YouGov, sobre las actitudes y comportamientos religiosos de los adultos en Inglaterra y Gales entre 2018 y 2024.

Lejos de desaparecer, el cristianismo estaría experimentando un crecimiento espectacular, impulsado principalmente por los adultos jóvenes, y más concretamente por los hombres. En 2018, solo el 8% de los adultos de Inglaterra y Gales asistían a una iglesia, protestante o católica, al menos una vez al mes, lo que supone aproximadamente 3.7 millones de personas. Seis años más tarde, en 2024, esta cifra se disparó hasta el 12%, lo que supone 5.8 millones de personas, un aumento del 56%.

Este crecimiento es notable entre los adultos jóvenes, especialmente entre los de 18 a 24 años. Mientras que en 2018 solo el 4% de ellos eran practicantes habituales, esta tasa se ha cuadruplicado hasta alcanzar el 16% en 2024, lo que convierte a este grupo de edad en el segundo más propenso a asistir a la iglesia, solo por detrás de los mayores de 65 años (19%).

El papel de los hombres jóvenes es especialmente llamativo. Su tasa de asistencia ha pasado del 4% al 21%, superando a la de las mujeres de la misma edad (12%), que también ha aumentado un 3%. Esta inversión de las tendencias de género, en las que las mujeres han dominado históricamente la práctica religiosa, supone una ruptura significativa con el pasado.

En consecuencia, un tercio de los fieles tiene ahora entre 18 y 34 años, frente a solo el 14% en 2018, mientras que la proporción de mayores de 55 años ha caído del 61% a una proporción menor.

Paralelamente a este renacimiento de la juventud, el estudio publicado por la Bible Society establece un vínculo entre la práctica religiosa y los grupos étnicos procedentes de la inmigración. Si bien el 19% de los practicantes pertenecen en su conjunto a lo que la encuesta describe como una "minoría étnica", esta cifra asciende al 32% entre los 18 y los 54 años, superando la media nacional del 18% según el censo de 2021.

Entre los jóvenes de 18 a 34 años, casi la mitad de los negros (47%) y un tercio de las personas de origen mixto (33%) asisten a la iglesia mensualmente. Esta diversidad no se limita a las minorías: los blancos, especialmente los hombres de 18 a 34 años, también han visto aumentar su asistencia del 3% al 18%. Así, aunque el estudio no lo dice, pero se desprende de él, el crecimiento de la práctica religiosa se explica, al menos en parte, por el importante factor migratorio.

Último dato significativo: la proporción entre protestantes y católicos también ha evolucionado en los últimos años a favor de la Iglesia católica. Los anglicanos, que representaban el 41% de los fieles en 2018, solo representan el 34% en 2024, mientras que los católicos (31%, frente al 23%) y los pentecostales (10%, frente al 4%) ganan terreno. Entre los jóvenes de 18 a 34 años, esta tendencia es aún más marcada: solo el 20% son anglicanos, frente al 41% de católicos y el 18% de pentecostales.

Una vez más, las cifras reflejan las tendencias fundamentales ya observadas por FSSPX.Actualidad: la lenta agonía de un anglicanismo enredado en sus contradicciones; y el vigoroso crecimiento de corrientes evangélicas que no dudan en "mostrar sus colores" en materia de fe y moral.

Es lamentable que, en una coyuntura como esta, la Iglesia católica tenga dificultades para reapropiarse de un discurso fuerte e identificado, así como de una tradición litúrgica capaz de "reencantar" a un mundo fundamentalmente insatisfecho por el horizonte cerrado que le ofrecen las ideologías dominantes.