Rusia: la Iglesia rusa autocéfala no quiere una autoridad papal

Fuente: FSSPX Actualidad

El metropolitano Hilarión de Volokolamsk

El metropolitano Hilarión de Volokolamsk, presidente del Departamento de Relaciones Eclesiásticas del Patriarcado de Moscú, expresó su opinión sobre la autoridad del Papa señalando: "Al intentar introducir una forma de autoridad papal en la Iglesia ortodoxa, Constantinopla provocó un cisma en la ortodoxia mundial".

En efecto, las cada vez más frecuentes declaraciones del patriarcado de Constantinopla sobre un acercamiento entre ortodoxos y católicos han obligado al metropolitano a examinar los temas que los separan, explicó a finales de junio de 2021, en el programa de televisión L’Eglise et le monde.

Un cisma en la ortodoxia

El metropolitano de Moscú mencionó, entre las cuestiones dogmáticas, la procedencia del Espíritu Santo y la devoción a la Madre de Dios, "a quien se venera en ambas tradiciones, pero de manera diferente".

Sin embargo, el problema principal sigue siendo la cuestión de la autoridad del Papa en la Iglesia: "No podemos aceptar un modelo de organización eclesial en el que un solo hombre, considerado infalible, tiene autoridad sobre todos los consejos eclesiales. Nosotros creemos que la Iglesia es conciliar y apostólica.

"Por conciliaridad entendemos lo que el lenguaje secular llama inteligencia colectiva. En cada Iglesia local, el patriarca debe rendir cuentas ante el Sínodo Episcopal, no es el Sínodo Episcopal quien debe rendir cuentas ante el patriarca".

Existen también otros matices que nos dividen y que se han acumulado a lo largo de los mil años de historia en que católicos y ortodoxos han estado separados, dijo.

En su opinión, la actitud de Constantinopla de los últimos años en el diálogo ortodoxo-católico fue nada menos que un intento de manipular las Iglesias ortodoxas locales con miras a reconocer el modelo "que habría permitido al patriarca de Constantinopla obtener privilegios exclusivamente papales".

Según él, "la política de Constantinopla en este diálogo no pretendía unir a ortodoxos y católicos, sino tomar prestado el modelo católico, y crear el mismo modelo de administración en la Iglesia ortodoxa. En otras palabras, el objetivo era desarrollar una especie de Papa infalible, que tomaría decisiones unilaterales a las que nos veríamos obligados a someternos".

Volviendo al tema, el 12 de julio, el metropolitano Hilarión explicó que esta visión de las cosas ya había provocado tristes acontecimientos en Ucrania, cuando, unilateralmente, en contra de la voluntad de las Iglesias locales, que no habían sido consultadas, el patriarca Bartolomé cometió un acto anti-canónico que provocó un cisma en el mundo ortodoxo.

"En la ortodoxia, nunca ha habido un jefe supremo de todas las Iglesias ortodoxas", señaló el metropolitano Hilarión, quien afirma que se trata de una nueva doctrina, que Constantinopla promueve activamente, despertando el desacuerdo de las Iglesias ortodoxas locales, y que ya ha provocado un cisma. Es la causa de que "el diálogo ortodoxo-católico se encuentre prácticamente en un punto muerto".

Ortodoxos rusos y católicos griegos

Parece necesario recordar aquí la complicidad ortodoxa en la destrucción sistemática de la Iglesia greco-católica en Europa del Este, bajo el yugo comunista.

Recordamos el "pseudo-sínodo" de Leópolis en 1946, llevado a cabo bajo la presión de la NKVD-KGB con la complicidad, al menos pasiva, de la Iglesia ortodoxa rusa, donde un grupo de clérigos greco-católicos votó por la reunificación de su Iglesia al patriarcado de Moscú, mientras que, al mismo tiempo, sus obispos estaban en prisión.

Aunque algunos ortodoxos hoy aceptan reconocer "la terrible verdad del 10 de marzo de 1946", es impensable que las autoridades den marcha atrás y devuelvan las iglesias que les fueron arrebatadas a los católicos.

Asimismo, ninguna protesta podrá borrar el heroico testimonio de la fe católica ofrecido por los mártires en Rumania, Rusia, Bielorrusia, Polonia o Hungría.

Desde la caída de la Cortina de Hierro, en Europa del Este, se han desplegado nuevos esfuerzos para cerrar la brecha entre católicos y ortodoxos, sin mucho éxito. La ola ecuménica que se ha extendido por la Iglesia católica desde el Concilio Vaticano II, tenía como objetivo en parte acercar a los católicos y a los cristianos ortodoxos orientales.

Paradójicamente, el indiferentismo denominacional que este espíritu ecuménico ha inculcado en muchos ha llevado a las ramas más conservadoras de la Iglesia ortodoxa a cuestionar la fidelidad de la religión católica a sus propias enseñanzas.

Además, el trastorno litúrgico del rito romano causado por la introducción del Novus Ordo Missæ ha dejado un sabor amargo en la boca de muchos ortodoxos, conocidos por su estricta adhesión a la tradición litúrgica.

A medida que el espectro del comunismo se ha retirado de Europa, al menos por ahora, tanto católicos como ortodoxos se han enfrentado a una nueva ola de violencia en el Medio Oriente provocada por el llamado islam radical.

Al mismo tiempo, la Iglesia ortodoxa rusa, junto con el Estado ruso, continúa su batalla milenaria contra el catolicismo griego, acusándolo de bloquear el "progreso ecuménico" con Roma.

Lamentablemente, ni el Vaticano ni el propio Papa Francisco han brindado apoyo a los católicos griegos a pesar del persistente renacimiento de la Iglesia greco-católica en sus tierras históricas durante las últimas dos décadas.