Sangre Preciosa, agua saludable para nuestras almas pecadoras, sálvanos
Una cosa más. Donde está Jesús, todos los honores, todas las glorias y todos los amores se reúnen alrededor del Padre.
¿Quién puede dudar, entonces, de que la devoción a la Preciosa Sangre sea también una devoción al Padre Eterno?
Pensemos en la inmensidad del amor del Padre por esa Sangre redentora. De todas las creaciones posibles, la eligió para ser el único precio de nuestra redención. Solo su valor podía enriquecer la gloria del Creador, que el pecado de la criatura había querido disminuir.
Fue solo a partir de su victoria que condescendió a recibir de vuelta el dominio del que había sido despojado. Solo su plenitud podía satisfacer los reclamos de todas sus perfecciones indignadas. Solo su dulzura podía devolver la paz universal en el cielo y en la tierra.
Fue a la Persona del Padre, por apropiación, que se pagó este querido precio de nuestras almas. No, nuestra devoción a la Sangre de su Hijo es solo una imitación de la complacencia del Padre.
Es su alegría y su devoción. Unirnos a Él en esta devoción a la Sangre de su Hijo es realmente practicar una devoción distinta hacia Él mismo. ¡Una devoción al Padre Eterno! Esta es la gracia tan dulce que debemos desear con todo el ardor de nuestros corazones.
Muéstranos al Padre, dijo Felipe a su Señor, y nos basta.
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Fuente: F-W. Faber, The Precious Blood or The Price of Our Salvation - FSSPX.Actualités – 07/24/2019