Santa Margarita María: su vida y sus misiones (2)

Un artículo anterior explicó que la devoción al Sagrado Corazón no nació en Paray-le-Monial, sino que tiene su origen en el Evangelio y la Tradición de la Iglesia. Lo cierto es que cobró un impulso considerable gracias a las apariciones de Santa Margarita María cuya vida se narra en esta serie de artículos.
Con la celebración de uno de los jubileos más importantes (350 años, de diciembre de 2023 a junio de 2025), resulta conveniente aprender más sobre la figura relativamente poco conocida de esta santa, su vida y las misiones que le fueron confiadas por el Cielo. Este es el segundo artículo de esta serie.
Las apariciones – la misión universal de Margarita María[1]
Santa Margarita María fue favorecida con gracias místicas. No todas fueron apariciones. Algunas eran “simplemente” sentimientos muy fuertes de la presencia de Dios y locuciones. También pudo ver u oír no solo a Nuestro Señor, sino también a la Virgen María, a los santos, a las almas del Purgatorio, a los ángeles o incluso a los demonios.
Nos centraremos en las tres grandes apariciones del Sagrado Corazón, cuyo mensaje es, en cierta medida, universal. Tuvieron lugar entre 1673 y 1675, y de las cuales celebramos actualmente el jubileo. Como no es frecuente encontrar el texto completo, parece interesante citar in extenso el relato de la vidente [2], e indicar brevemente sus líneas principales.
La primera aparición[3]
El 27 de diciembre de 1673, fiesta de San Juan, Margarita María tuvo el mismo privilegio que el amado apóstol del Señor: "Una vez, estando delante del Santísimo Sacramento, me encontré toda investida de esta divina presencia, tan vivamente que me olvidé de mí misma y del lugar donde estaba, abandonándome a este Divino Espíritu y entregando mi corazón a la fuerza de su Amor.
“He aquí cómo pasó esto: me hizo descansar largo tiempo sobre su divino pecho, donde me descubrió las maravillas de su amor y los inexplicables secretos de su Sagrado Corazón que hasta entonces me los había tenido ocultos; me los descubrió por primera vez, pero de una manera tan real y sensible, que no me dejó lugar a duda por los efectos que esta gracia produjo en mí. Así me parece que sucedió. Me dijo:
“Mi Corazón Divino está tan abrasado de amor por los hombres, y por ti en particular, que, no pudiendo contener en sí mismo las llamas de su ardiente caridad, debe derramarlas a través de ti, y manifestarse a ellos para enriquecerlos con sus preciosos tesoros, que te muestro, que contienen la gracia santificante y las gracias saludables indispensables para separarlos del abismo de la perdición.
"Y te he escogido, como abismo de indignidad e ignorancia, para el cumplimiento de este gran propósito, para que todo se haga por Mí". Después me pidió que le diera mi corazón, el cual yo le suplicaba tomara, y así lo hizo, poniéndome entonces en el suyo adorable, desde el cual me hizo ver el mío como un pequeño átomo que se consumía en el horno encendido del suyo, de donde lo sacó como llama encendida en forma de corazón, poniéndolo a continuación en el lugar de donde lo había tomado, diciéndome al propio tiempo:
"He ahí, mi bien amada, una preciosa prenda de mi amor, que encierra en tu costado una chispa de sus más vivas llamas, para que te sirva de corazón y te consuma hasta el último instante, y cuyo ardor no se extinguirá ni enfriará, y solo sangrando podrás encontrar algún ligero alivio. De tal forma te marcaré con la Sangre de mi Cruz, que te reportará más humillaciones que consuelos [4].
“Por eso quiero que lo pidas con sencillez, tanto para practicar lo que se te manda, como para darte el consuelo de derramar tu sangre en la cruz de las humillaciones. En prueba de que el gran favor que te he hecho no es imaginación, y que es el fundamento de todos los que después pretendo conferirte, aunque he cerrado la herida de tu costado, el dolor permanecerá siempre. Si antes solo tomaste el nombre de Mi esclava, ahora te doy el de discípula amada de Mi Sagrado Corazón [5].”
En el linaje de muchos santos, y en particular de San Francisco de Asís, Santa Margarita María fue estigmatizada, aunque de forma invisible. Esta misma aparición es relatada en otras palabras por la santa en una carta de la que se conocen algunos detalles:
"Pero volviendo a lo que desea sobre el tema del Sagrado Corazón, la primera gracia particular que me parece haber recibido, fue en el día de San Juan Evangelista: después de haberme hecho reposar varias horas sobre su sagrado pecho, recibí de este amable Corazón las gracias cuyo recuerdo me pone fuera de mí misma; y no creo necesario especificarlas, aunque el recuerdo y la impresión de ellas permanecerán conmigo toda la vida.
"Enseguida, este divino Corazón me fue presentado como en un trono de llamas, más radiante que un sol y transparente que un cristal, con esta herida adorable, rodeado de una corona de espinas, las cuales significaban las picaduras que nuestros pecados le hacen; y con una cruz encima que significaba que desde los primeros instantes de su Encarnación, es decir, desde que este Sagrado Corazón fue formado, la cruz fue allí plantada.
"Y fue llenado, desde esos primeros instantes, de todas las amarguras que debían causarle las humillaciones, la pobreza, los dolores y el desprecio que la sagrada humanidad debía sufrir durante todo el curso de su vida y en su Santa Pasión. Me hizo ver que el ardiente deseo que tenía de ser amado por los hombres y apartarlos del camino de la perdición, en el que los precipita Satanás en gran número, le había hecho formar el designio de manifestar su Corazón a los hombres, con todos los tesoros de amor, de misericordia, de gracias, de santificación, y de salvación que contiene.
"A fin de que cuantos quieran rendirle y procurarle todo el amor, el honor y la gloria que puedan, queden enriquecidos abundante y profusamente con los divinos tesoros del Corazón de Dios, cuya fuente es, al que se ha de honrar bajo la figura de su Corazón de carne, cuya imagen quería ver expuesta y llevada por mí sobre el corazón, para grabar en él su amor y llenarlo de los dones de que está repleto y para destruir en él todos los movimientos desordenados.
"Me dijo que esparciría sus gracias y bendiciones dondequiera que estuviere expuesta su santa imagen para tributarle honores.
"Y que tal devoción sería como un último esfuerzo de su amor, deseoso de favorecer a los hombres en estos últimos siglos de la Redención amorosa, a fin de apartarlos del imperio de Satanás, para ponernos en la dulce libertad del imperio de su amor, que quiere restablecer en el corazón de todos los que se decidan a abrazar esta devoción."
“Y después de esto, este Soberano de mi alma me dijo: 'He ahí los designios para los cuales te he escogido y he hecho tantos favores. Yo he tenido cuidado muy particular de ti desde la cuna: no me he hecho tu Maestro y tu Director más que para disponerte al cumplimiento de este gran designio y para confiarte este gran tesoro que te muestro aquí al descubierto'.
"Entonces, prosternándome en tierra, le dije con Santo Tomás: '¡Señor mío y Dios mío!' Pero no puedo expresar lo que entonces sentía, pues no sabía si estaba en el cielo o en la tierra. [6]"
La segunda aparición
Esta aparición ocurrió durante el año 1674, durante una exposición del Santísimo Sacramento. Se cree que tuvo lugar durante la Octava de Corpus Christi o durante la Fiesta de la Visitación.
"Una vez que se hallaba expuesto el Santísimo Sacramento, después de sentirme retirada en mi interior por un recogimiento extraordinario de todos mis sentidos y potencias, Jesucristo, mi Dulce Maestro, se presentó delante de mi todo resplandeciente de gloria, con sus cinco llagas brillantes, como cinco soles y despidiendo de su sagrada humanidad rayos de luz de todas partes pero sobre todo de su adorable pecho, que parecía un horno encendido; habiéndose abierto, me descubrió su amabilísimo y amante Corazón, que era el vivo manantial de las llamas.
"Entonces fue cuando me descubrió las inexplicables maravillas de su puro amor con que había amado hasta el exceso a los hombres, recibiendo solamente de ellos ingratitudes y desprecios. Lo más sensible fue cuando me dijo: 'De todo cuanto sufrí en mi Pasión, si me correspondiesen con algo de amor, tendría por poco todo lo que hice por ellos y, de poder ser, aún habría querido hacer más.
'Mas solo frialdades y desaires tienen para todo mi afán en procurarles el bien. Al menos dame tú el gusto de suplir su ingratitud de todo cuanto te sea dado conforme a tus posibilidades'. Ante estas palabras, solo podía expresarle al Señor mi impotencia, Él me dijo: 'Toma, ahí tienes con qué suplir cuanto te falte'.
"Y en ese instante, del Corazón abierto de Jesús, salió una llamarada tan ardiente que pensé que me iba a consumir, pues quedé muy penetrada y no podía soportarlo, por lo que le pedí que tuviese compasión de mi debilidad. Él me respondió: 'Yo seré tu fortaleza, nada temas, solo has de estar atenta a mi voz y a lo que exija de ti con el fin de prepararte para la realización de mis designios'.
"Primeramente me recibirás en el Santísimo Sacramento tanto como la obediencia tenga a bien permitírtelo; algunas mortificaciones y humillaciones por ello habrán de producirse y que recibirás como prendas de mi amor.
"Comulgarás, además, todos los primeros viernes de mes, y en la noche del jueves al viernes, te haré participe de la mortal tristeza que quise sentir en el Huerto de los Olivos, cuya tristeza te reducirá, sin que logres comprenderlo, a una especie de agonía más difícil de soportar que la muerte.
"Para acompañarme en la humilde plegaria que elevé entonces a mi Padre, en medio de todas mis angustias, te levantarás entre las once y las doce de la noche para postrarte conmigo durante una hora, con la cara en el suelo, tanto para apaciguar la cólera divina, pidiendo por los pecadores, como para endulzar de algún modo la amargura que sentía por el abandono de mis apóstoles, lo cual me llevó a reprocharles que no habían podido velar una hora conmigo. Durante esa hora harás lo que te diga.
"Pero, oye hija mía, no creas a la ligera todo espíritu, ni te fíes, porque Satanás está rabiando por engañarte. Por eso, no hagas nada sin permiso de los que te guían, a fin de que, contando con la autoridad de la obediencia, él no pueda engañarte, ya que no tiene poder alguno sobre los obedientes [7]".
La tercera aparición
La aparición más célebre de Paray-le-Monial fue la de junio de 1675. Esta última fue la que reveló a la gente en general la devoción al Sagrado Corazón. La historia la cuenta el Padre La Colombière, confesor de Margarita María, que fue quien recibió la confidencia.
"Estando", dice esta alma santa[8], "ante el Santísimo Sacramento, un día de su octava, recibí de mi Dios excesivas gracias de su amor, y queriendo tributarle amor por su tan gran amor, me dijo el Señor: 'No puedes tributarme ninguno mayor que haciendo lo que tantas veces te he pedido ya'.
"Entonces el Señor me descubrió su Corazón y me dijo: 'He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombre y que no ha ahorrado nada hasta el extremo de agotarse y consumirse para testimoniarles su amor. Y, en compensación, solo recibe, de la mayoría de ellos, ingratitudes por medio de sus irreverencias y sacrilegios, así como por las frialdades y menosprecios que tienen para conmigo en este Sacramento de amor. Pero lo que más me duele es que se porten así los corazones que se me han consagrado.
"Por eso te pido que el primer viernes después de la octava de Corpus Christi se celebre una fiesta especial para honrar a mi Corazón, haciéndole reparación honorífica mediante una enmienda honrosa, y que se comulgue dicho día para reparar los ultrajes por él recibidos durante el tiempo que ha permanecido expuesto en los altares. También te prometo que mi Corazón se dilatará para derramar en abundancia las influencias de su divino amor sobre quienes le hagan ese honor y procuren que se le tribute."
“Pero, Señor mío, ¿a quién le hablas?" le dije, "a una criatura tan endeble y pobre pecadora, que su indignidad sería incluso capaz de impedir la realización de tu designio. ¡Tienes tantas almas generosas para llevar a cabo tus planes!
"'¿No sabes que me valgo de los más débiles para confundir a los fuertes, y que suele ser sobre los más pequeños y pobres de espíritu, sobre quienes muestro con más gloria mi poder, para que no se atribuyan nada a sí mismos?'
"¿Cómo puedo cumplir estos encargos?" Entonces me dijo: 'Dirígete a mi siervo, el P. de La Colombière, jesuita, y dile de mi parte que haga cuanto pueda para establecer esta devoción y complacer así a mi Corazón divino. Que no se desanime a causa de las dificultades que se le presenten y que no le han de faltar; debe saber que es omnipotente aquel que desconfía enteramente de sí mismo para confiar únicamente en Mí'" [9].
Como podemos ver, hay una gradación en estas tres apariciones: en la primera, el Sagrado Corazón revela su inmenso amor por los hombres y anuncia a Margarita que será su instrumento para hacer conocer este amor, con el fin de atraer a los hombres del camino de la perdición; pide ser honrado “bajo la figura de su corazón de carne”.
En la segunda, se queja de que su amor es ultrajado y pide a la vidente que haga reparación ofreciendo los propios méritos del Sagrado Corazón, a los que ella añadirá ciertas prácticas particulares. En la tercera, Nuestro Señor vuelve a expresar su amor y nuevamente se queja de la ingratitud de los hombres. Luego pide una celebración especial en honor a su Sagrado Corazón, marcando el aspecto de reparación que debe incluir.
Esta es la gran misión de Margarita María: transmitir al mundo el mensaje de amor del Verbo Encarnado, la queja que lo acompaña, la necesidad de reparación y la oportunidad de ofrecer adoración al Sagrado Corazón.
Padre Bernard Jouannic
Continuará...
[1] Al utilizar la expresión “universal”, la entendemos en un sentido relativo, en la medida en que no se pretende sustituir la Revelación contenida en la Sagrada Escritura y en la Tradición por una revelación privada, incluso reconocida.
[2] La historia de las dos primeras apariciones está tomada de la autobiografía de Santa Margarita María; para la tercera elegimos el relato del Padre La Colombière.
[3] La indicación “primero” debe entenderse de acuerdo con la observación hecha anteriormente. Esta es la primera de las apariciones importantes.
[4] Esta petición de Nuestro Señor debe entenderse según lo dicho anteriormente sobre el sufrimiento en la vida de Santa Margarita María.
[5] Autobiographie, n°52.
[6] Lettre 133, au Père Croiset – 3 de noviembre de 1689.
[7] Autobiographie, n°55.
[8] El Padre La Colombière cuenta el relato de Santa Margarita María.
[9] Contemporaines, n°151.
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Fuente: Padre Jouannic – FSSPX.Actualités
Imagen: Joan Gené, CC0, via Wikimedia Commons