Se avecinan tiempos difíciles para los católicos de Hong Kong

Fuente: FSSPX Actualidad

A fin de detener la crisis institucional que ha sacudido a la región desde junio de 2019, el presidente de China nombró a un elemento de su guardia personal como jefe de la Oficina de Asuntos de Hong Kong y Macao, Xia Baolong, comunista ferviente también conocido por ser un destructor de iglesias.

Xi Jingping está bien consciente de esto: la epidemia de Covid-19, nombre dado por la Organización Mundial de la Salud al coronavirus, constituye "una prueba importante para el sistema chino y su capacidad de gobernanza". Para responder a esta prueba, el líder de China decidió usar mano dura: una campaña de purga, digna de los regímenes marxistas, se lanzó en febrero.

Después de despedir a los secretarios generales del Partido Comunista de la provincia de Hubei y su capital, Wuhan, después de que cada uno de ellos se autocriticara en televisión estatal, como lo manda la ley, fue el turno del jefe de la Oficina de Asuntos de Hong Kong y Macao.

Representante de China continental en la región autónoma, el cargo de jefe de la Oficina de Asuntos es sumamente estratégico para mantener el control de Beijing en la zona: además, Xi Jinping designó a uno de sus colaboradores más cercanos para este puesto, Xia Baolong.

Un nombramiento que no tranquiliza en lo más mínimo a los católicos de Hong Kong: en 2014, Xia Baolong se dio a conocer en la provincia de Zhejiang, al destruir más de mil cruces y atacar varios cientos iglesias.

"Tengo la fortuna de pertenecer al ejército de hierro de Zhejiang", declaró en 2017, el nuevo jefe de la Oficina de Asuntos de Hong Kong, asumiendo plenamente una política anticristiana, en perfecta concordancia con el espíritu de su maestro Xi Jinping.

Un hecho preocupante para los católicos de Hong Kong, quienes, ahora menos que nunca, necesitaban algo así: el cardenal arzobispo de la antigua colonia británica mandó cerrar las iglesias y suspender las celebraciones desde el 15 de febrero, para detener la epidemia de Covid-19.

Un virus que, para muchos chinos, no es peor que el "cáncer" encarnado por el Partido Comunista.