Sede vacante: comienzan las congregaciones cardenalicias en el Vaticano

El Palacio Apostólico, que alberga a las congregaciones cardenalicias durante la vacante de la Sede
La vacante de la Sede Apostólica, periodo que sigue a la muerte o renuncia de un Papa, es un momento clave en la vida de la Iglesia. Las normas que rigen este periodo están estrictamente codificadas y dejan poco margen para la improvisación. FSSPX.Actualidad les presentará el día a día de los altos prelados del Vaticano y los preparativos para la elección del sucesor de Pedro.
Desde el inicio de la vacante de la Sede Apostólica, los cardenales presentes en Roma se reúnen en dos tipos de congregaciones. Las congregaciones generales están abiertas a todos los cardenales presentes, salvo aquellos que estén legítimamente impedidos. Estas reuniones, obligatorias para los cardenales electores, son facultativas para aquellos que, por su edad u otros criterios definidos por el derecho, no tienen capacidad para participar en la elección del sucesor de Pedro.
Las congregaciones particulares son más restringidas y están compuestas por el cardenal camarlengo, cargo que actualmente ocupa monseñor Kevin Farrell, y tres cardenales asistentes, uno por orden —obispos, presbíteros, diáconos— elegidos por sorteo entre los cardenales electores presentes en Roma. El martes 22 de abril de 2025 ya eran sesenta, un número que irá aumentando con el paso de los días.
Estos tres cardenales asistentes, cuyo mandato dura tres días, son renovados por sorteo, incluso después del inicio de la elección. Esta rotación garantiza la equidad en el reparto de responsabilidades y la continuidad en la gestión de los asuntos corrientes.
Las congregaciones generales se celebran diariamente: en ellas se debaten las cuestiones importantes y se toman las decisiones estratégicas. Están presididas por el decano del Colegio Cardenalicio, el cardenal Giovanni Battista Re, o en su ausencia por el vicedecano, el cardenal Leonardo Sandri, o incluso por el cardenal elector más antiguo según la precedencia, el cardenal Pietro Parolin, y se celebran normalmente en el Palacio Apostólico, salvo excepción.
Estas reuniones preparatorias permiten al camarlengo recabar las opiniones del Colegio, transmitir información esencial y coordinar las etapas que conducen a la elección. También ofrecen a los príncipes de la Iglesia la oportunidad de expresar sus puntos de vista, aclarar dudas y proponer iniciativas.
Las congregaciones particulares se centran en cuestiones menores o urgentes. Los temas más graves se remiten a la congregación general. Una norma estricta garantiza la primacía de la congregación general: ninguna decisión tomada en una congregación particular puede ser modificada o anulada sin el acuerdo mayoritario de la congregación general. Esta separación de competencias garantiza una gestión eficaz, al tiempo que reserva las decisiones cruciales al Colegio.
Un primer momento clave es la prestación de juramento por parte de los cardenales: leída por el cardenal Re durante la primera congregación del 22 de abril, esta última compromete a cada porporato a respetar exactamente las normas de la vacante de la Sede Apostólica y a mantener el secreto absoluto sobre todo lo relacionado con la elección del Papa o los asuntos delicados durante la vacante.
La fórmula se pronunció ante los cardenales presentes, con la mano sobre los santos evangelios, y los que lleguen en los próximos días deberán someterse a este ritual para subrayar la importancia de la confidencialidad y la fidelidad a las normas establecidas.
Las congregaciones generales que preceden a la elección, llamadas "preparatorias", desempeñan un papel crucial en la organización de las etapas siguientes. Se celebran incluso durante los nueve días de funeral del Papa difunto, periodo marcado por celebraciones litúrgicas y el homenaje de los fieles. Entre las decisiones urgentes tomadas en estas reuniones figuran:
– la organización del funeral, que se fijó para el sábado in albis durante la primera congregación general;
– la preparación logística del cónclave: para ello, se crea una comisión, compuesta por el camarlengo, el secretario de Estado y el presidente de la Gobernación de la Ciudad del Vaticano, encargada de acondicionar la Casa Santa Marta para recibir a los cardenales y a las personas involucradas en el cónclave. Se prepara la Capilla Sixtina para garantizar el secreto de la votación;
– las meditaciones espirituales: se designan dos eclesiásticos para pronunciar meditaciones sobre los retos de la Iglesia y la elección del nuevo Papa. Estas intervenciones, programadas en momentos precisos, tienen por objeto iluminar —por no decir dirigir— la elección de los cardenales, ya que es a menudo en ese momento cuando se pueden proponer nombres. Es en parte aquí donde se decide la elección;
– la gestión administrativa: se aprueban los gastos corrientes entre la muerte del Papa y la elección de su sucesor, se leen los documentos dejados por el difunto y se toman medidas simbólicas, como la destrucción del Anillo del Pescador y del sello de plomo;
– la organización del cónclave: los cardenales fijan la fecha y la hora del inicio de las operaciones de votación, asignan los alojamientos por sorteo y se aseguran de que existan todas las condiciones para una elección ordenada.
Un último detalle relacionado con la vestimenta. Fuera de la ceremonia litúrgica, los cardenales deben llevar un atuendo específico durante la vacante: una sotana negra con ribetes, un cinturón rojo, un capelo, una cruz pectoral y un anillo. Se abstendrán los clérigos. Finalmente, es durante el período vacante cuando la vestimenta de los altos prelados del Vaticano vuelve a ser la más acorde con la antigua costumbre...
(Continuará...)
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Fuente: Universi Dominici Gregis/Vatican News – FSSPX.Actualités
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