Silicon Valley en busca de la eternidad
En su loca pretensión por desafiar a la muerte, los paladines tecnológicos estadounidenses se están embarcando en una carrera para prolongar la vida utilizando medios cada vez más alucinantes: desde frenar el envejecimiento celular hasta inyectar plasma sanguíneo extraído de sujetos jóvenes. Todo en completa legalidad.
“La flecha del tiempo, percibida durante mucho tiempo como irreversible, hoy ya no lo es. Todos los modelos muestran que el ser humano está programado para vivir hasta 120 años o más”, confió a Figaro Pierre-Marie Liedo, “director de investigaciones del CNRS y del Instituto Pasteur”, quien considera que el proceso de envejecimiento tal como lo conocemos no es irreversible.
Con su equipo, el científico fue, hace unos diez años, uno de los primeros en centrar su investigación en los efectos del factor sanguíneo en el envejecimiento, pero, por falta de dinero, no pudo llevar a cabo sus ensayos clínicos hasta su finalización. Pero en Estados Unidos, las salvaguardias éticas y legales no son tan numerosas como en Francia.
Así, la empresa emergente Ambrosia Plasma reclutó “pacientes voluntarios mayores de treinta y cinco años” para que les inyectaran plasma sanguíneo extraído de hombres o mujeres jóvenes. El experimento fue detenido recientemente, “tras una notificación formal de la autoridad sanitaria estadounidense”, precisa Le Figaro.
Otros aprendices de brujo han seguido su ejemplo, como Altos Labs, que centra sus investigaciones en la longevidad celular y que cuenta entre sus accionistas a Jeff Bezos, jefe de Amazon; o Calico que es financiada por Alphabet, un conglomerado de empresas de Google.
Un caso patético de esta obsesión por la inmortalidad: Bryan Johnson. Después de hacer fortuna en el sector de los pagos en línea, este genio de la tecnología gasta cerca de dos millones de euros al año para intentar obtener la vida eterna aquí en la tierra, confiando su cuerpo a un algoritmo antienvejecimiento que le prescribió, entre otras cosas, alrededor de sesenta pastillas solo para el desayuno, según BFMTV.
Este ícono del transhumanismo en su versión estadounidense reveló incluso que reclutó a su propio hijo, de diecisiete años, como Blood Boy: se inyecta regularmente plasma sanguíneo extraído de su descendencia con la esperanza de hacer retroceder indefinidamente los límites del más allá, señala Le Figaro.
Al igual que Bryan Johnson, los multimillonarios de Silicon Valley han construido clínicas personales en sus domicilios para poder beneficiarse de toda una serie de pruebas y ejercicios realizados con dispositivos de última generación. Para otros estadounidenses adinerados, han aparecido en todas partes “clínicas privadas de longevidad”, que prometen retardar el envejecimiento celular.
Pero una cosa es cierta: la Providencia que gobierna el mundo tiene siempre la última palabra, utilizando causas secundarias –enfermedades, accidentes, violencia de la naturaleza o los mismos hombres– para devolver a la criatura humana a su condición mortal.
Así, “Dios hace comprender al Prometeo moderno, adoctrinado por el transhumanismo (la negación de los límites del hombre), que la naturaleza que Él creó escapa a la tecnología y al control de las ciencias humanas. Esta es una lección extremadamente necesaria, especialmente hoy.
"Debemos recibirla con cuidado y hacerla nuestra, sobre todo porque el hombre moderno, cegado por su sueño de poder absoluto, se ha vuelto incapaz de entenderla. Y debemos encontrar allí un nuevo estímulo para adorar la grandeza de Dios y vivir íntimamente en dependencia suya". Don Davide Pagliarani, Carta a los Amigos y Benefactores n°90, 2 de febrero de 2021.
Fuentes: Le Figaro/BFMTV/LAB – FSSPX.Actualités
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